En el Área de Adicciones, Género y Familia de FSC se trabaja para conseguir la plena autonomía de las mujeres atendidas en los diferentes servicios, pero siempre responsabilizándolas, lejos de un enfoque paternalista. Alicia Salamanca Fernández, trabajadora social del “Espai Ariadna”, diplomada en Trabajo Social que cuenta además con másteres especializados en adicciones y violencia de género, nos acerca a esta realidad en el “Espai Ariadna”, servicio financiado por la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona.

alicia-salamanca-ariadnaEn el “Espai Ariadna” prestáis atención integral a las mujeres solas, o con sus hijos e hijas, que requieren un espacio de intervención donde se aborde la situación de violencia machista y de drogodependencia en un entorno seguro. ¿Cómo ayudáis a estas mujeres a recuperar el control sobre su vida?

Se aborda desde una perspectiva de género y a nivel biopsicosocial, a la vez que se realiza un trabajo centrado en la persona como ser único. Se tienen en cuenta las consecuencias multidimensionales producidas por la violencia recibida y por la adicción. Todo ello genera un impacto diferente en cada mujer y en sus hijas e hijos; esto hace que la intervención sea diferente en cada caso. También, dicha actuación personalizada hace que la mujer genere en ella misma una toma de conciencia de la experiencia real vivida y una reestructuración de su yo.

El proceso es acompañado de trabajo en grupos terapéuticos, educativos y espacios individuales, en los que se aborda la intersección de la doble problemática que se identifica en ella, facilitando la motivación para el cambio.

Al igual que con las/los menores atendidos, se visibilizan como personas que necesitan una atención para su recuperación y prevención.

¿Por qué es tan importante evitar un enfoque paternalista en la atención que realizáis?

La perspectiva de género es una mirada sobre la realidad de las mujeres en sus diferentes circunstancias que nos permite detectar diferencias en las vidas, experiencias y problemas.

El enfoque paternalista tiene la creencia de que las mujeres son más débiles e inferiores que los varones, y por lo tanto legitima la figura dominante masculina. La violencia nace de la desigualdad dirigida a las mujeres que surge de los roles e identidades asignadas a hombres y mujeres, también pone énfasis en los obstáculos que tienen las mujeres para participar en las distintas áreas de la sociedad, la cultura y la economía.

La perspectiva de género influye y modifica el modo en que vive, experimenta y enfrenta su particular situación, promoviendo la eficiencia de oportunidades de mejora y desarrollo.

¿La violencia de género es la forma más primitiva de negarle a una mujer el derecho a ser autónoma, a ser ella misma?

Me gustaría señalar que, cuando hablamos de violencia, nos estamos refiriendo a todos los mecanismos que tienen como objetivo someter a las mujeres y perpetuar la desigualdad de género, impidiendo la autonomía y pleno desarrollo de las mismas. Estos elementos son primitivos y actuales, es decir, las diferentes formas de violencia se van actualizando en función de la evolución social. Quiero citar algunos ejemplos: violencia estructural contra las mujeres: 2/3 de la población femenina es analfabeta, las mujeres desarrollan las 2/3 del trabajo mundial, y a pesar de ello representan el 70% de las personas que viven en la pobreza absoluta (datos de la I Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, CEDAW); división sexual en el trabajo: en cuanto a la brecha salarial, se calcula que las mujeres cobran un promedio del 30 al 40% menos que los varones, el “techo de cristal” en las organizaciones impide a las mujeres acceder a puestos de máxima responsabilidad; uso de los espacios: los espacios de poder político y económico están masculinizados, mientras que el espacio doméstico está reservado para las mujeres y, por tanto, no tiene la misma significancia; uso androcéntrico del lenguaje: a lo largo de la historia, se han creado conceptos en base a las necesidades e intereses masculinos. Las formas más comunes son la utilización del genérico masculino como referente universal (“los habitantes del planeta”…), ocultándolas o nombrarlas en relación a otras personas (“reina consorte”, “señora de”…).

¿Qué tiene que cambiar en la sociedad para que la lacra de la violencia de género termine?

En primer lugar, el sistema educativo-participativo. Recordemos que coeducar significa enseñar a las niñas y niños al margen de todos los roles y estereotipos que impone la sociedad, de manera que todas las personas tengan las mismas oportunidades y no se les asignen diferencias de género.

En el ámbito jurídico y profesional es importante subrayar la adopción y cumplimiento de las leyes, reforzar las medidas de protección, una mayor accesibilidad a la justicia para mujeres y niñas, conseguir la máxima inhibición de maltratadores y agresores, y mejorar la coordinación profesional entre recursos de todas las administraciones.

¿Está la sociedad realmente concienciada y sensibilizada sobre esta problemática social?

Aunque se han producido grandes cambios, queda mucho trabajo por hacer. Especialmente por parte de los diferentes agentes educacionales y sociales que participan e influyen en el desarrollo personal.

Hay que generar una cultura de prevención, información y difusión de los procesos de aceptación de la realidad sexista que sigue originando, permitiendo y perpetuando la violencia de género. Una visión coeducativa desde la infancia fomenta la igualdad de género, enseña a afrontar los conflictos desde el diálogo, a respetar el ámbito afectivo-sexual de cada persona, y a descubrir modelos no violentos en el proceso de socialización. En resumen, favorecer el desarrollo de capacidades y dar el mismo margen de libertad a mujeres y hombres, como respetar los deseos y necesidades propias y ajenas.

¿Qué balance haces del programa hasta el momento? ¿qué aceptación está teniendo?

La acogida del “Espai Ariadna” ha sido muy positiva por parte de los recursos derivadores públicos y privados, ya que es un recurso muy innovador. El servicio abrió sus puertas en noviembre de 2013. Hasta el momento, el perfil de las mujeres atendidas ha sido muy diverso, tanto en nacionalidad, edad, nivel de estudios y problemática acontecida.

Según datos de la última memoria realizada, el promedio de ocupación mensual es del 80-90%, con un total de 41 derivaciones recibidas, de las cuales han sido atendidas 22 unidades familiares y un total de 30 personas usuarias.