• El medicamento actúa sobre el circuito de recompensa cerebral y reduce el deseo de consumir
  • Los pacientes tratados en ensayos clínicos disminuyeron su hábito en un 60% en seis meses

Los medicamentos actuales para abordar el alcoholismo aspiran a la abstinencia total, lo que puede ser demasiado ambicioso o, incluso, tener un efecto disuasorio entre bebedores que se plantean afrontar su problema de abuso pero que no se atreven a cortar por lo sano. De ahí la expectación que ha despertado la autorización de un nuevo fármaco que ofrece la posibilidad de afrontar la adicción desde una nueva perspectiva: no ya interrumpiendo el consumo, sino reduciéndolo.

La Comisión Europea (tras el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento el pasado mes de diciembre) aprobó el jueves la venta de la molécula nalmefeno (el nombre comercial del fármaco es Selincro) para tratar el abuso del consumo de alcohol. “Es muy interesante, en el campo de la adicción suele haber pocas novedades”, apunta Benjamín Climent, responsable de la unidad de toxicología clínica y desintoxicación del Hospital General de Valencia. “Abre una nueva perspectiva en el tratamiento”, añade Antoni Gual jefe de la unidad de alcohología de la Generalitat catalana, con sede en el Hospital Clínic de Barcelona. No llegará a España hasta 2014, según adelanta Climent.

El mecanismo de acción de este compuesto es radicalmente distinto a los fármacos convencionales para tratar el alcoholismo. El nalmefeno es un antagonista opiáceo sintetizado hace años, es decir, una molécula que bloquea los receptores cerebrales de opiáceos. Se diseñó para tratar la adicción a este otro tipo de sustancias, pero “se observó que estos fármacos también provocaban un descenso en la apetencia del consumo del alcohol, aunque se desconocen los detalles de este fenómeno”, comenta Climent. “Está muy implicado en los mecanismos de recompensa cerebral. Al beber, la satisfacción que obtiene el paciente tratado con el fármaco es menor y, por ello, la capacidad que tiene de controlar el consumo es mayor”, detalla Gual. “Siempre que lo quiera controlar”, añade.

Este psiquiatra explica que de cada 10 personas que abusan de la bebida en España, solo una acude a tratarse la dependencia que sufre. Y cuando se decide a dar el paso, arrastra ya al menos 10 años de problemas derivados del alcohol. “Aquí hay mucho trabajo que hacer”, reflexiona el especialista del Hospital Clínic. Una de las ventajas del nalmefeno es que, gracias a las particularidades de este fármaco, “puede atraer a los centros de tratamiento a personas reticentes a abordar las terapias actuales, y eso son muy buenas noticias”, añade. El año 2010, 49.039 personas solicitaron en España seguir un proceso de deshabituación de consumo de alcohol.

Existen distintos tratamientos farmacológicos para el abordaje de los trastornos por beber en exceso, todos enfocados a no beber en absoluto. Uno de los clásicos es el disulfiram (Antabus). “Es el más usado”, explica Climent. “En este caso, se bloquea el proceso de metabolización del alcohol en el paciente, por lo que, al beber, acumula metabolitos tóxicos en el cuerpo, y como consecuencia de ello sufre un profundo malestar”, relata. Si bebe, sufrirá mareos, palpitaciones, bajada de tensión, vómitos o náuseas. “Es una especie de castigo al consumo de alcohol”, indica el especialista del Hospital General de Valencia.

En cambio, el nuevo fármaco, que se administra en comprimidos, disminuye el deseo de tomar alcohol. Según el comunicado trasladado por la empresa finlandesa Biotie Therapies, que ha desarrollado el medicamento, y el laboratorio danés Lundbeck, que se encargará de su elaboración y comercialización, el nalmefeno se dirige a “adultos con dependencia alcohólica que tienen un nivel de consumo de alto riesgo”. Según la Organización Mundial de la Salud, se puede considerar de alto riesgo aquel consumo medio regular que supere los 40 gramos diarios de alcohol en mujeres (aproximadamente cuatro cervezas o dos combinados) y más de 60 gramos en hombres. El recomendado es de dos cervezas o vinos (entre 20 y 24 gramos) en hombres y la mitad en mujeres.

En los ensayos clínicos en los que se probó la eficacia del nuevo fármaco —en los que participaron 2.000 pacientes— se observó una reducción de consumo del 60% al cabo de seis meses de tratamiento, y del 40% al término del primer mes, según el laboratorio.

Tanto en lo que respecta al uso de este novedoso medicamento como a los que ya llevan años en el mercado, Antonio Gual advierte de que no existen “pastillas mágicas”. Con ello indica que el arsenal farmacológico es una pieza más de las terapias dirigidas a las personas con trastornos por abuso de alcohol, que requieren un sólido enfoque psicosocial, y en los que las terapias grupales e individuales, junto con el convencimiento del afectado son elementos esenciales para el éxito del proceso.

Gual lidera el proyecto Amphora, un grupo de trabajo a escala europea que reúne a 71 científicos de 14 países que investigan sobre los efectos del alcohol. En un documento reciente destacan que los excesos con la bebida son responsables de 120.000 muertes prematuras de personas entre 15 y 64 años en la Unión Europea. Una de las ocho muertes que suceden en esta franja de edad se deben al alcohol. Por ello, son fallecimientos que se puedan prevenir.

Fuente: El País