Durante este año, un 70% de las personas que realizan tratamiento en el Piso Terapéutico del Área de Inserción Social, VIH-Sida y Reducción del Daño en Drogodependencias de FSC, han recibido el alta terapéutica del programa, alcanzando los objetivos previstos de su tratamiento. El acompañamiento y un itinerario personalizado son las claves para ofrecer un tratamiento de calidad en este servicio.

terapia-piso-terapeuticoNumerosos estudios e investigaciones muestran los factores de éxito, o más bien, los predictores de riesgo, en los tratamientos dirigidos a personas que sufren algún tipo de adicción. Esta “mirada estadística” nos permite prever la efectividad en el tratamiento en nuestros servicios terapéuticos. La lista de predictores de riesgo no es corta, y ha ido sufriendo transformaciones, al tiempo que se han producido cambios de paradigma y escenarios sociales, económicos y políticos sobre los que hemos ido trabajando.

La edad de inicio de consumo, el establecimiento del vínculo familiar y social, el historial delictivo o los niveles de autocontrol y autoconfianza para detectar y afrontar situaciones de riesgo, son factores a analizar y que nos permiten diseñar un tipo de itinerario u otro en el programa del usuario/a, para garantizar un mayor éxito del tratamiento.

En este punto se nos abre otro interrogante, el significado y significante que le atribuimos a la palabra “éxito”, y que no es sencillo de contestar. Mantenerse abstinente a las drogas, o no repetir hábitos que al usuario/a le producía dolor en la búsqueda del placer inmediato, podría interpretarse como síntoma de éxito. No obstante, esa abstinencia deberá ir acompañada de cambios más profundos y arraigados en el usuario/a para que perduren en el tiempo.

Los factores mencionados anteriormente están centrados en la historia del propio usuario/a, en su pasado, y que pueden resultar casi sentenciadores si nos centramos más en dichos predictores que en la propia persona a la que acompañaremos los próximos meses en esta andadura. Estos predictores de riesgo están centrados en el individuo, y con imposibilidad de cambio en la mayoría de ellos. Pero, ¿qué podemos hacer nosotros como profesionales?

El tipo de relación terapéutica que estableceremos con la persona será clave en la evolución de su tratamiento, y desde ahí sí podemos promover el cambio en el usuario/a como terapeutas. La relación es un proceso dinámico y moldeable, según las características y necesidades del paciente atendido. Es a través del establecimiento del vínculo terapéutico donde podremos guiar y promover la motivación para generar nuevos cambios y valores. No es solo acompañar y escuchar al otro, sino que se sienta acompañado y escuchado.

La profesionalización, el conocimiento teórico y una actitud abierta basada en la transparencia facilitarán la confianza en el usuario/a y una nueva forma de entender la relación con el otro que será generadora de nuevos cambios en su entorno social y familiar. La creencia firme de que el programa terapéutico diseñado funciona basándonos en nuestra experiencia profesional y los resultados obtenidos, permitirá que el paciente así lo crea, y con ello su adaptación al programa.

Si logramos establecer unos objetivos claros en el proceso, personalizar su itinerario de tratamiento a su particularidad y necesidades, atendiendo a su demanda, promover y reforzar los cambios y, en definitiva, que el usuario/a haya podido analizar, sentir y entender aspectos de él mismo que hasta el momento permanecían “anestesiados”, podremos afirmar que su paso por nuestro servicio ha sido todo un éxito.

Miguel Brito
Coordinador del Piso Terapéutico del Área de Inserción Social, VIH-Sida y Reducción del Daño en Drogodependencias de FSC