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«Con mi labor de voluntariado, he tenido la oportunidad de conocer la globalidad de la problemática adictiva, tanto de los usuarios, como de sus respectivas familias»

Me llamo Joan Salas, he nacido en Barcelona y tengo 68 años, actualmente estoy de voluntario en el Centro de Día “La Crisálida” de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), desde hace dos años.

Aunque tengo la formación de asistente social, nunca he ejercido esta profesión. Seguramente, de ahí nace mi interés, una vez jubilado, de participar en las tareas sociales.

En la Fundación Salud y Comunidad he realizado diferentes colaboraciones en diversos centros, como en el piso terapéutico COSMOS, en el Centro de Día de Hospitalet con el grupo del Servicio Penitenciario, y unas sesiones informativas sobre los procesos adictivos a los familiares de los internos de la Comunidad Terapéutica “Can Coll”. Por tanto, con mi labor de voluntariado, he tenido la oportunidad de conocer la globalidad de la problemática adictiva, tanto de las personas usuarias, como de sus respectivas familias. Sin embargo, el aspecto que me ha dado la posibilidad a ser voluntario, ha sido mi experiencia de 40 años como practicante de yoga y de meditación.

Actualmente, llevo a cabo la actividad CUERPO Y MENTE, que consiste en un programa de aprendizaje progresivo de técnicas de relajación, basadas en los conocimientos milenarios de la ciencia del yoga, con el objetivo de ir reduciendo el malestar producido por la ansiedad, la angustia y el estrés asociado a la abstinencia adictiva, obteniendo así los beneficios físicos, psicológicos y emocionales que se derivan de una vida más serena y plena.

En las sesiones se practican diferentes modalidades de respiraciones profundas, de estiramientos musculares, éstos siempre adecuados a las habilidades físicas personales, con el fin de ir aumentando la capacidad vital de los pulmones y la elasticidad y fortaleza de los músculos, al tiempo que se practican técnicas sencillas de concentración, paso previo a una meditación de calidad, que posteriormente servirán de base para afrontar con mayor reflexión y pausa las tensiones cotidianas.

A nivel personal, ha supuesto un enriquecimiento poder socializar con los usuarios y establecer un feedback de experiencias vivenciales que surge espontáneamente.

No quiero despedirme, sin expresar mi reconocimiento a la profesionalidad del personal de “La Crisálida”, empezando por Sandra, siguiendo con Eva, Ana, y acabando con Claudia, que han sido capaces de conseguir un clima acogedor de trabajo en el centro, donde me encuentro supercomodísimo y muy valorado.

Y, por último, quiero animar a las personas a que dispongan de tiempo y tengan alguna aportación para mejorar la vida de los demás, lo hagan, siempre recibirán más de lo que darán.


Joan Salas, voluntario en el Centro de Día “La Crisàlide” de FSC

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