Con motivo del 15 aniversario del servicio, hemos querido entrevistar a Pepe Sanmartín e Isabel Alarcón, director y subdirectora del Centro de Baja Exigencia (CIBE) de Valencia, dispositivo para drogodependientes de la Fundación Salud y Comunidad (FSC). Ambos son trabajadores sociales, cuentan con un Máster en Drogodependencias, y más de 25 años de experiencia en el sector. Pepe Sanmartín está vinculado a FSC desde el año 1997 e Isabel Alarcón desde el 2000. Ambos iniciaron su trabajo en la entidad con la puesta en marcha del CIBE de Castellón en 1997.
¿Cómo fueron los comienzos, la puesta en marcha de este servicio?
Este programa inició su andadura en el año 2001, respondiendo a un encargo que la entonces Dirección General de Drogodependencias hizo a nuestra entidad, consistente en la realización de un estudio sobre el fenómeno que se estaba produciendo en la ciudad de Valencia, en la zona de la huerta de Campanar y el viejo cauce del rio Turia. Este estudio fue realizado por nosotros y nos ofreció una serie de resultados, como es el caso de la presencia diaria en la zona de más de 500 personas, que en condiciones pésimas estaban adquiriendo sustancias ilegales, y consumiéndolas con grave riesgo para su salud.
En un primer momento, se diseñó la puesta en marcha de un centro fijo, contando para ello con la ayuda del Ayuntamiento, pero debido a presiones vecinales se descartó la idea y finalmente, se optó por desarrollar un nuevo dispositivo móvil que accediera a la zona y que denominamos U.M.A.D.A. (Unidad Móvil de Atención al Drogodependiente en Activo). Este dispositivo se dotó de un equipo interdisciplinar (médico, enfermera, trabajador social, psicóloga y personal auxiliar).
Podríamos decir que los inicios fueron complicados, ya que nos tuvimos que ganar la confianza de los usuarios/as y el resto de “personajes” que por allí deambulaban diariamente.
En tu caso Pepe, ¿a qué retos has tenido que hacer frente como director del centro?
Sin duda, la selección de un equipo humano altamente cualificado y que se adaptara a las condiciones tan especiales en las que se desarrolla el trabajo es un reto en sí mismo. Por otro lado, la adaptación a los cambios que a lo largo de estos 15 años se han ido produciendo en el fenómeno sobre el que intervenimos, ha supuesto otro reto considerable: tuvimos que pasar de una presencia en la huerta, a intervenir en una zona urbana dentro de la ciudad y posteriormente, a la puesta en funcionamiento de un centro fijo.
Pero, sin duda, lo peor ha sido tener que hacer frente a los recortes presupuestarios que han puesto en peligro muchas veces el proyecto durante estos últimos años y que han hecho que perdamos a compañeros/as muy valiosos, muy capacitados y comprometidos con este trabajo y que a día de hoy aún no hemos podido recuperar. Se trata de recortes sufridos por la fundación, que ha intentado en lo posible amortiguar para mantener el centro en las mejores condiciones.
¿Cómo ha ido evolucionando el centro, en cuanto a servicios ofrecidos, instalaciones, etc.?
Hemos procurado ir adaptándonos a las necesidades que nos han ido planteando los usuarios/as y sobre todo queremos destacar el cambio de morfología del proyecto, desde una unidad móvil a un centro con 500 m². Hoy entendemos que es un proyecto que dispone de una infraestructura con la que soñábamos cuando atendíamos en plena huerta, apoyados por generadores eléctricos, ahora disponemos de duchas, lavandería, zona de descanso y una enfermería, así como de un espacio para realizar entrevistas con cierta intimidad o un espacio para realizar talleres. Todo ello sin abandonar la intervención de calle que aún seguimos realizando y que es muy importante para nuestro programa.
¿A cuántos usuarios/as habéis atendido desde estos primeros momentos?
Durante estos años hemos atendido a más de 8.000 usuarios/as diferentes. El pasado año, por ejemplo, atendimos a 968 diferentes, el 75 % fueron hombres y el 25 % mujeres. Más del 40 % presentaron una situación de sin hogar o exclusión residencial y la media de edad fue de 44 años.
Por otra parte, el 72% eran policonsumidores, siendo la droga principal de consumo la cocaína base, con el 42%. Por otra parte, la vía de consumo más utilizada fue la inhalada, llegando al 63%, a pesar de que el 23 % eran usuarios/as de la vía parenteral (mediante la punción, inyectables).
Por último, el 22% de las personas atendidas eran VIH+ y el 39% presentaba una serología positiva a VHC. El 22% eran extranjeros/as y un 23% presentaba sintomatología psiquiátrica añadida a su patología adictiva.
¿Cómo habéis celebrado este 15 aniversario del centro?
Hicimos una pequeña celebración en la que tuvimos la suerte de poder contar con dos usuarios que atendimos el primer día, hace 15 años, en la huerta de Campanar y que en la actualidad son usuarios del centro. Fue un acto muy emotivo y sencillo, en el que recordamos los inicios del proyecto (usuarios/as, la antigua caravana…), así como la trayectoria que se ha seguido desde entonces hasta el día de hoy. La perspectiva que da el paso del tiempo hace poner en valor el trabajo hecho y el que queda por hacer.
¿De qué manera se ha ido mejorando la intervención en estos 15 años?
Nos hemos ido adaptando a la mejor forma de abordar este fenómeno, siempre desde la óptica de la reducción de daños con consumidores en activo. Uno de nuestros principios básicos es adaptarnos a los ritmos y a la realidad de las personas que padecen este problema.
Indudablemente, el disponer de la infraestructura que nos aporta el centro fijo ha permitido poder ofrecer prestaciones que eran impensables solamente con la unidad móvil. Por ejemplo, la elaboración de un menú diario, el disponer de un servicio de lavandería o poder ofrecer las duchas y la intimidad de un aseo personal en condiciones dignas.
Además, la experiencia que hemos ido adquiriendo como equipo a lo largo de estos 15 años, ayuda en el trabajo diario: muchas de las personas que atendemos ya nos conocen y podemos realizar intervenciones con una perspectiva y un sentido más amplio, gracias a nuestra visión y a la confianza que ya han depositado en nosotros/as.
¿En qué medida ha sido importante el apoyo de la Administración para el mantenimiento y mejora del servicio?
Este programa es un servicio de salud pública y por consiguiente, una responsabilidad que corresponde a la Administración. En ese sentido, su papel es fundamental. El programa está financiado mayoritariamente por la Conselleria de Sanidad de la Generalitat Valenciana, en menor cuantía por el Ministerio de Sanidad, el Ayuntamiento de Valencia y la Fundación Bancaja. Sin ese apoyo, no sería posible este proyecto. Cuenta además con otros apoyos como el que nos ofrece el Banco de Alimentos y también valoramos mucho la ayuda que nos presta el voluntariado que nos aporta nuestra entidad.
¿Cuáles son los principales retos del centro para este año 2017?
Los retos para este año son afianzar la sostenibilidad económica del proyecto diversificando las fuentes de financiación. También, incrementar las horas y días de atención que ofrecemos para poder recuperar -en la medida de lo posible- la presencia que teníamos y que el colectivo al que atendemos necesita: los 365 días del año.