Cada vez son más las administraciones públicas, y sobre todo las corporaciones locales, que perciben la gravedad de las violencias sexuales en espacios festivos públicos y, en consecuencia, ha aumentado el interés por desarrollar en las políticas públicas protocolos de actuación durante las fiestas populares municipales.
Desde el Observatorio Noctámbul@s de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), y a través de las demandas que iban surgiendo en las formaciones realizadas, asesoramientos o participación en jornadas, surgió hace dos años la posibilidad de poder diseñar y dinamizar proyectos a medio plazo de elaboración de protocolos municipales desde una visión participativa y cualitativa, y empezamos a trabajar en ello.
Haciendo la vista atrás, en el marco de este proyecto, hemos realizado en los dos últimos años un total de 9 protocolos de actuación frente a las violencias sexuales en espacios festivos. Los municipios o mancomunidades en las que se han desarrollado están ubicados en la provincia de Barcelona y tienen entre 6.000 y 70.000 habitantes.
Estos protocolos han sido financiados por la Diputación de Barcelona, el Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat de Cataluña o por los propios municipios en los que se han desarrollado.
Cabe destacar que el trabajo de investigación realizado desde el Observatorio Noctámbul@s nos ofrece un bagaje que se aplica a lo largo de todo el proceso de dinamización comunitaria para la elaboración de protocolos. Algunos de los resultados de las investigaciones que hemos venido realizando durante estos años, muestran las falsas creencias o mitos existentes en torno a las violencias sexuales que existen en los contextos de ocio y consumo de drogas, generando un clima de impunidad, al que tratamos de dar respuesta.
En este sentido, estos protocolos son instrumentos vivos y representan un comienzo para el proceso comunitario de corresponsabilidad, rechazo y denuncia social a esta forma de violencia machista, articulando acciones en 4 ejes: prevención, detección, actuación y recuperación y reparación.
Desde el observatorio, mantenemos también viva la metodología de trabajo para mejorar y diseñar protocolos que respondan a las necesidades concretas de cada territorio. Estos municipios cuentan con características propias y muy diferentes. A destacar también que las acciones a implementar y los contextos de actuación son diferentes, en función de si el protocolo se implementa en un solo municipio o en varios municipios mancomunados.
En cuanto a las técnicas metodológicas utilizadas a la hora de desarrollar estos protocolos, son de carácter participativo y responden al hecho de asumir la perspectiva de género, por lo que es fundamental la implicación del máximo número de agentes sociales, en especial mujeres y feministas.
Por otra parte, el trabajo de acompañamiento y dinamización local en la elaboración de protocolos de actuación ante las violencias sexuales en los espacios festivos realizado por el observatorio nos permite llegar a un conjunto de valoraciones ordenadas en tres ejes: la recopilación de unos mínimos necesarios para garantizar procesos de calidad; la visibilización del potencial transformador inherente a procesos de estas características y la identificación de problemáticas que requieren un proceso de reflexión y mejora.
En cuanto a la recopilación de unos mínimos necesarios para garantizar procesos de calidad, en el observatorio se trabaja desde el convencimiento de que un proceso de calidad es aquel en el que existe una corresponsabilidad entre la parte política, la parte técnica y las asociaciones de base.
En este sentido, un protocolo constituye una oportunidad para la coordinación y vinculación de áreas municipales que hasta ahora no habían trabajado en un instrumento común. El diagnóstico y el marco teórico desde el cual se trabaja conducen a que las áreas de seguridad, juventud y servicios jurídicos se incorporen a las áreas de igualdad, salud y cultura, además de las de urbanismo, movilidad y educación, facilitando la sensibilización de las áreas que hasta el momento se sentían alejadas de las estrategias frente a las violencias machistas.
En la medida en que todas estas áreas técnicas participen en el grupo de trabajo correspondiente y sean referentes en las acciones desarrolladas por los protocolos, se logrará implementar un instrumento que aplique el principio de transversalidad de género en la actuación contra las violencias machistas.
Por otro lado, los protocolos posibilitan la definición de nuevas figuras interventoras en el circuito de atención y derivación local para los espacios de ocio nocturno. Desde el Observatorio Noctámbul@s, distinguimos entre los agentes detectores y el equipo de intervención y cuidado, para señalar el hecho de que no todas las personas que se encuentren involucradas en la activación de los protocolos deben cumplir con el mismo rol.
El agente detector habrá recibido una introducción a la problemática que le permita identificar y derivar al dispositivo disponible en el espacio festivo, mientras que el equipo de atención y cuidado deberá contar con un conocimiento y experiencia que garanticen una primera atención de calidad a las mujeres que lo necesiten.
Para ello, se prioriza que este último esté formado por profesionales de servicios de atención a las mujeres. El establecimiento de un circuito de actuación y derivación que incluya además de a estas figuras, a agentes de seguridad y al personal municipal de las áreas implicadas constituye una red corresponsable que ensancha la capacidad de detección y actuación, a la vez que multiplica las vías de denuncia y rechazo colectivo.
Por último, en cuanto a la identificación de problemáticas que requieren un proceso de reflexión y mejora, es necesario el compromiso explícito por parte de la administración local de que se dispone de los recursos necesarios para desarrollar estos protocolos, además de reconocer y recoger las propuestas surgidas a través de las metodologías de trabajo participativas.
Por ello, resulta central la consolidación de espacios de trabajo en la administración local que rompan con la antigua lógica de que existen áreas que no comparten objetivos, y se incida en los mecanismos para que todas ellas incorporen en igual medida la perspectiva de género en su labor, con vistas a poder diseñar estrategias transversales.
Finalmente subrayamos dos dificultades que emergen en el diseño de los circuitos de actuación de los protocolos y que son fuente de debates en los que cabe ahondar: los límites respecto a la “expulsión” de los agresores, y el abordaje en los casos de agredidas menores de edad.
Además, las carencias que pueden mostrar los protocolos respecto al abordaje de las violencias dirigidas a las personas LGTBIQ+, la aún incipiente corresponsabilidad de los locales privados de ocio nocturno y la falta de procesos de evaluación sobre resultados e impactos de este tipo de instrumentos.
Con todo ello, desde la Fundación Salud y Comunidad queremos poner de manifiesto que la elaboración de protocolos de prevención y actuación frente a las violencias sexuales en espacios de ocio requiere una constante revisión de metodologías orientada a la mejora de la capacidad de incidencia respecto a los cuatro ejes de actuación, en especial el de prevención, y en esa línea continuaremos trabajando.
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