La evaluación es mucho más que medir el nivel de satisfacción, ésta es una parte del proceso y debe complementarse con otras modalidades de evaluación que nos aporten información sobre el proceso, la posición del usuario/a dentro de la propia evaluación, las expectativas, el impacto generado, etc.
La Fundación Salud y Comunidad (FSC), como entidad del Tercer Sector dedicada a la mejora de las condiciones de vida de las personas, tiene un compromiso claro con la búsqueda de la optimización de sus servicios y la calidad de la atención ofrecida. La formación continua de sus profesionales y la evaluación de todos sus servicios, es fundamental para mantener este compromiso.
En este sentido, cabe preguntarnos qué significado le atribuimos al término “evaluar”. Según el modelo teórico desde el cual nos aproximemos, evaluar puede equipararse a medir, cuantificar, es decir, contrastar resultados obtenidos y objetivos previstos. Desde un paradigma más amplio y complejo, evaluar adquiere muchos otros significados que complementan esta parte cuantitativa. El análisis de los procesos, cuestionarse sobre la tarea que desempeñamos y su sentido, y valorar el impacto y los cambios que genera nuestra intervención es igualmente importante para conseguir el objetivo que persigue toda evaluación: la mejora.
La evaluación provoca cambios y permite crecer, individualmente, como equipos y también como organización. Si no la entendemos así, pierde su sentido y se convierte en una parte aburrida y monótona de nuestro trabajo, de la cual no entendemos su razón de ser y vivimos como un obstáculo o una imposición.
En materia de evaluación de la formación, nos encontramos ante un panorama bastante desolador. La imagen del cuestionario sobre el nivel de satisfacción nos viene fácilmente a la mente: lamentablemente es la única reminiscencia de una herramienta de evaluación, lo que nos da cuentas sobre cómo se ha distorsionado el concepto de evaluar.
El panorama europeo nos ofrece en este sentido nuevas herramientas y modelos de evaluación que nos ayudan a repensar el concepto y su aplicación. El proyecto Expero4care, en el cual FSC participa desde 2012, es un buen ejemplo de modelo innovador que nos permite realizar un análisis profundo de las formaciones internas promovidas por la organización. A través de la aplicación del modelo creado a tal efecto, podemos determinar indicadores de éxito, medir la aplicación y la capacidad de transferencia de los contenidos de la formación al puesto de trabajo. Sin embargo, conocer los cambios que genera la formación en la organización no es una tarea exenta de dificultades, sino que requiere la participación e implicación de todos los actores implicados.
Nuestra experiencia en el proyecto Expero4care nos habla de la necesidad de contar con agentes externos a los participantes y formadores. El área directiva, profesionales del ámbito externos a la entidad y compañeros de trabajo, nos aportan una visión externa fundamental para entender qué repercusión tiene la formación en nuestra intervención diaria y cómo se percibe desde diferentes puntos de vista. En este sentido, señalar la riqueza que se desprende de la colaboración entre diferentes agentes comunitarios para poder conectar investigación y acción. Este sentido de la evaluación es el que nos mantiene en permanente crecimiento.
En un contexto subyugado al mercado y las políticas económicas, no podemos olvidarnos de la rentabilidad y la eficiencia. El modelo SROI de medición de impacto en términos económicos, nos permite analizar y contabilizar el valor que generan nuestras acciones. Sería interesante incluir este enfoque también en la evaluación de la formación para conocer los costes y beneficios que ésta reporta a la organización en múltiples dimensiones: económica, pero también en términos de aprendizaje, transferencia y cambio.
Elena Guerrero, educadora del Centro de día de Adicciones.
Técnica participante en el programa Expero4care