El pasado 30 de diciembre, la edición en Cataluña del diario El País se hacía eco de la puesta en marcha del programa “Cercles de Suport i Responsabilitat”, un proyecto que consiste en acompañar y supervisar a delincuentes sexuales de alto riesgo en el periodo previo a la libertad definitiva, facilitando así su inserción en la sociedad y evitando, en la medida de lo posible, que cometan un nuevo delito.
Por una parte, el concepto “violador” pone el énfasis en la dimensión delictiva, ciñéndose únicamente al delito cometido (y, con ello, no pretendemos menoscabar la gravedad del mismo), sin contemplar la dimensión de la persona desde el punto de vista de cumplimiento de deberes, pero también de derechos. Se trata de una persona responsable de sus acciones, así como de sus elecciones, y ésta es una cuestión elemental para participar en Cercles: el usuario/a penado/a debe reconocer la responsabilidad de sus acciones, y, en caso de participar en el proyecto, lo hace de forma voluntaria y altamente comprometida con el objetivo de evitar nuevas víctimas.
Por otra parte, el artículo de El País versa casi exclusivamente en torno al eje del control social que sobre el agresor sexual ejerce el programa “Cercles de Suport i Responsabilitat”. Si bien es cierto que existe la dimensión del control y los factores de riesgo de reincidencia, también es clave la dimensión del soporte y el acompañamiento, así como la promoción de la inserción social de la persona penada, seguimiento necesario para evitar que cometa un nuevo delito y facilitar así su inserción en la sociedad.
Por último, cabe mencionar el relevante papel de los/las profesionales que participan en dicho proyecto, profesionales del Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya, y profesionales de entidades del Tercer Sector que velan por el buen funcionamiento de Cercles, siguiendo de forma exhaustiva los protocolos de funcionamiento europeos, garantizando así un nivel de calidad óptimo, tanto en la atención brindada a la persona penada y a los/as voluntarios/as, como en la obtención de resultados.
En definitiva, desde la Fundación Salud y Comunidad (entidad que participa en el programa Cercles) pensamos que es fundamental señalar de nuevo la importancia de la participación ciudadana para el desarrollo de círculos. La participación altruista y voluntaria de personas de la calle, que no se dedican al ámbito jurídico, psicológico o social, es más que un valor añadido.
En este caso, es condición indispensable para la ejecución del proyecto, ya que sin ellos/as Cercles no sería posible. El hecho de que el grupo de voluntarios/as se erija como el entorno social inmediato de la persona penada, favoreciendo un vínculo de confianza y respeto, pero también sincero y directo en todo aquello que guarda relación con la prevención de la reincidencia, es el punto clave en el cual pivota el proyecto. Desde el lema de la transparencia, y el “no hay secretos”, se crea el vínculo que, de alguna forma, garantiza el éxito de Cercles. Gracias a la participación de personas desinteresadas pero altamente comprometidas con el objetivo del proyecto, la magia del círculo es posible.
Patricia Bosch
Coordinadora del Circuito de Inserción
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