La Fundación Salud y Comunidad (FSC) celebró el pasado día 4 de abril la jornada de acción social “Exclusión residencial, drogas y convivencia comunitaria” en la Universidad Jaume I (UJI) de Castellón, contando para ello con la intervención de diferentes profesionales de la entidad, tal y como anunciábamos en una noticia anterior. El encuentro contó con una gran asistencia de profesionales, directores/as y coordinadores/as de servicios, así como de responsables políticos del ámbito de las drogodependencias, de la reducción de daños, y del ámbito social y asistencial.

Durante la jornada, nuestro compañero Roger Ferrer, coordinador de proyectos europeos en FSC,  presentó el programa “Street Support” (SSP), financiado por la línea Erasmus+ de la Unión Europea, en el que FSC participa junto a otras entidades europeas.

Entre otros aspectos, se refirió a las conclusiones y recomendaciones para mejorar las prácticas en este ámbito, incluidas en el “Informe Nacional de la situación de personas en exclusión residencial, uso de drogas y problemas”, en el que ha trabajado nuestra entidad.

De acuerdo con el mismo, entre los años 2008 y 2013 se produjo un gran aumento del número de personas sin hogar en algunas ciudades españolas, como es el caso de Barcelona, ​​y, a pesar de una ligera estabilización de las cifras entre 2013 y 2015, el fenómeno está aumentando nuevamente.

Debido a la falta de alquileres asequibles, se está prolongando el tiempo de estancia en los centros de atención para personas sin hogar y se han congelado las listas de espera. Según se refleja en este informe, las personas que reciben atención en los centros y apartamentos han de seguir recurriendo a estos servicios porque no tienen acceso a una vivienda, debido a los altos precios de alquiler. Al mismo tiempo, las personas que deberían ser atendidas en estos centros siguen esperando a poder entrar, lo que aumenta el número de personas en una situación de grave exclusión residencial.

En lo que respecta a los programas de implementación para personas sin hogar, el modelo de prioridad a la vivienda (“Housing first”) se está implementando cada vez más en España, si bien no está aún muy extendido. Algunas organizaciones han comenzado a implementarlo, en lugar de usar el modelo de progresión por etapas más tradicional. Cabe señalar también que está siendo probada la implementación de este modelo y se están evaluando los resultados.

En cuanto al uso de espacios públicos en las ciudades españolas, según se destaca en el informe, la forma de erradicar a los «usuarios inapropiados» en la mayoría de las mismas consiste en una combinación de estrategias: proyectos de reconversión urbana, represión de las estrategias de supervivencia para quienes viven en la calle, junto a un mayor control policial.

Con este control, se intenta reducir la visibilidad pública de las personas sin hogar y su interacción con el resto de la comunidad. Estas estrategias se expresan de diversas maneras: arrestos, confiscación de sus pertenencias, traslado a otra área geográfica, y persecución de la mendicidad y del consumo de drogas en las calles.

Frente a todas estas medidas para «erradicar» la presencia de grupos marginados y las molestias para la ciudadanía en las calles españolas, se ofrecen varias respuestas con el fin de ofrecerles servicios adecuados. Cabe destacar que la mayoría de las competencias para la intervención social pertenecen a las comunidades autónomas, y algunas a los gobiernos locales. A nivel local, se han establecido algunos programas de contacto que brindan asistencia social, información y evaluación, búsqueda y derivación a recursos, y cooperan en la supervisión de la salud y el control de medicamentos, basados ​​en las rutas diarias para localizar a las personas que viven en la calle.

Otros programas también intentan contribuir a reducir el consumo de drogas en lugares públicos y la presencia de jeringuillas desechadas, así como otros problemas de orden público relacionados con esta cuestión.

En este sentido, los servicios de bajo umbral (servicios de fácil acceso) son un medio bien establecido para intervenir con los clientes marginales consumidores de drogas. A nivel de ciudad, se trata de una de las principales modalidades para responder a los “escenarios abiertos” de drogas (espacios conocidos de consumo público). Estos servicios de bajo umbral a veces proveen alojamiento de emergencia, ropa y comida.

En cuanto a propuestas de buenas prácticas, en el informe se señala que, en relación con los programas de tratamiento de la adicción, debería haber alguna mejora en el campo de la reducción del consumo de drogas, aunque los resultados de los programas de vivienda son alentadores. Algunas propuestas podrían ser la creación de programas para facilitar la integración en la comunidad de los usuarios/as de drogas sin hogar, de modo que tuvieran menos modelos negativos que podrían llevarlos a recaídas.

Por otra parte, según se señala en el “Informe Nacional de la situación de personas en exclusión residencial, uso de drogas y problemas”, en el que ha trabajado nuestra entidad, en España existen cinco desafíos principales que deben afrontarse respecto a la intervención con los usuarios/as de drogas sin hogar que viven en las calles:

  1. No hay viviendas públicas disponibles.
  2. Acceso al mercado laboral.
  3. Mejora de la coordinación entre los proveedores de atención (para personas sin hogar)
  4. Formación de profesionales en los ámbitos de la salud y la falta de vivienda.
  5. Sensibilización social (campañas, talleres, presentaciones…).

Por último, existe un importante desafío en cuanto a crear conciencia sobre la situación de este colectivo para cambiar su imagen estereotipada de personas que no han podido manejar sus propias vidas. Sin ir más lejos, en España, la explosión de la burbuja inmobiliaria es una de las causas por las que estas personas duermen en las calles.

En este sentido, se propone reemplazar el término «personas sin hogar» por «personas en situación de exclusión residencial», ya que la palabra personas sin hogar se considera que es estigmatizante. La clave para una buena comunicación sensibilizadora implica además que las personas sin hogar se conviertan en protagonistas de estas informaciones, explicando de primer mano su experiencia, tal y como se está desarrollando ya a través de alguna acción concreta.