Exusuarios/as del Centro Terapéutico “Riera Major” de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) hacen visitas a la comunidad terapéutica para compartir su experiencia en el tiempo que llevan de abstinencia, una vez finalizado el proceso residencial. Suelen ser días llenos de emociones, tanto para los habitantes actuales de la casa, como para los/las exusuarios/as y profesionales.
Cinco fueron las personas que durante la última visita acudieron a la hora del almuerzo, realizado en el exterior, disfrutando así del entorno, de manera que exusuarios/as y usuarios/as actuales se fueron conociendo de manera informal. Posteriormente, se organizaron varios grupos, de forma que exusuarios/as fueran rotando por cada uno de ellos abordando los diferentes temas de interés que se habían planteado previamente.
Los visitantes, en este caso, han continuado su andadura con periodos que van desde los 15 meses de abstinencia desde que abandonaron la comunidad terapéutica, hasta los 26 meses.
En esta ocasión, los temas elegidos en los grupos fueron:
La comida posterior dio paso, después de una buena sobremesa, al abordaje de una nueva dinámica grupal, en este caso ya de forma conjunta y sin que hubiera un guión en relación a los temas a tratar.
Estas charlas permitieron a los usuarios/as actuales entender que hay que estar muy alerta, que hay muchas cuestiones y que, para poder abordarlas, van a necesitar tiempo. Asimismo, les trasladaron que es importante la continuidad del tratamiento, que estar en comunidad es solo el principio.
Ello les lleva a preguntar y compartir qué estrategias pueden ser útiles en estas situaciones. La idea que prevalece es que si se produce una recaída es especialmente importante no dejarse llevar, poder hablarlo y pedir ayuda a los/las profesionales, a los familiares, con el objetivo de pararlo de la forma más rápida y menos dañina posible.
Recalcan la importancia de que las familias van entendiendo la adicción a partir del trabajo que realizan, tanto en las sesiones grupales semanales como en las terapias unifamiliares, aunque son muy conscientes de que ellos han obtenido mucha mayor preparación. Una idea muy clara que prevalece es la necesidad de comunicación con las personas más cercanas (pareja, padres, hermanos, etc.).
El mensaje que queda en la casa y en los habitantes es un mensaje optimista y de esperanza: “hay vida fuera en abstinencia”. Si trabajas y pones el esfuerzo puedes salir de esto, hay que ser constante, encontrar cosas que te motiven, vivir el día a día.
Para los profesionales que compartimos un día más con ellos fue gratificante y motivador después de haberlos acompañado en su recorrido, al haberlos visto sufrir y pelearse con ellos mismos durante el proceso, haberlo pasado mal, haber llorado y reído, y habernos emocionado con ellos/as… Ahora, tiempo después, observamos cómo los cambios que se han ido iniciando aquí han tenido una continuidad y han permitido proseguir hacia una mejora y avance de su estado personal.
Este año, las Viviendas con Servicios “Gran Vía” de Barcelona, gestionadas y dirigidas por la…
Me llamo Joan Salas, he nacido en Barcelona y tengo 68 años, actualmente estoy de…
Jesús tiene casi 50 años y es usuario desde hace 20 de la Residencia de…
Sofía Enrique trabaja como educadora social en la Comunidad Terapéutica “Can Coll” de la Fundación…
Sílvia Gómez lleva casi 16 años trabajando en el proyecto “En Plenas Facultades” (EPF) de…
Nacha de Alfonso Martínez es voluntaria desde hace algo más de un año del programa…