“La experiencia como voluntaria me aporta un aprendizaje muy valioso”

Con motivo de la celebración del Día Internacional del Voluntariado el próximo 5 de diciembre, hemos entrevistado a Kathya Adsuar, que colabora como arteterapeuta en el Programa de Intervención con Drogodependientes (PID) gestionado por FSC en el Centro Penitenciario de Barcelona “La Modelo”. Es Diplomada en Terapia Ocupacional por la Universidad Complutense de Madrid y cuenta con un Máster de Arteterapia por la Universidad de Gerona. Actualmente realiza también intervenciones individuales y grupales con mayores con y sin demencias en el ámbito residencial. Cuenta además con experiencia con adolescentes y mujeres en riesgo de exclusión social, así como en talleres de sensibilización de arteterapia y desarrollo personal.

¿En qué consiste tu tarea como voluntaria y cuánto tiempo llevas realizándola? 

Colaboro en el programa PID que se realiza dentro del Centro Penitenciario “La Modelo” de Barcelona, en el que acompaño a participantes del proyecto en un grupo de arteterapia, que es un sistema de trabajo personal en el que se utilizan diferentes lenguajes artísticos (pintura, escritura, música…) como medio de expresión para facilitar la transformación de cualquier persona que desee evolucionar en su propio conocimiento y en el aprendizaje de ser uno mismo. Comencé en 2012, durante mi formación como arteterapeuta. Cuando acabé, sentí que era importante continuar el grupo, que podía aportar algo interesante al programa y, sobre todo, continuar aprendiendo.

¿Qué periodicidad y duración tiene la actividad?

El grupo de arteterapia se lleva a cabo una vez a la semana y tiene una duración de 90 minutos.

¿Por qué decidiste colaborar como voluntaria en este tipo de programas especialmente?

Siempre me ha interesado tanto el ámbito de las drogodependencias como el penitenciario. En la mayoría de casos, se trata de personas con historias vitales muy complejas y duras. Me interesa escuchar esas voces y poder aportar mi experiencia, me resulta muy enriquecedor a nivel profesional y personal.

¿Qué destacarías de tu experiencia de voluntariado?

La experiencia me ha dado una base importantísima en mi formación, y me ha brindado oportunidades enriquecedoras como profesional. En definitiva, me ha aportado un aprendizaje muy valioso. Además, durante este año he podido compartir el trabajo del grupo en las VII Jornadas de Arteterapia Salud y Comunidad, que tuvieron lugar el pasado mes de mayo en Barcelona, y he publicado un artículo en la revista digital de terapias creativas Sublimarte.

El voluntariado que realizo me permite seguir creciendo como profesional de arteterapia y colaborar en el reconocimiento de la profesión al transmitir el valor de este tipo de intervención a otros profesionales y aprender de ellos. Además, me da la oportunidad de participar en una experiencia de trabajo interdisciplinar, que creo que es una herramienta indispensable del trabajo de equipo. En el programa PID siento que este enfoque, desde distintas miradas, está muy presente.

¿Es muy diferente a lo que esperabas?, ¿en qué aspectos?

Nunca había realizado un voluntariado. Me sorprendió sobre todo el cuidado con el que la Fundación Salud y Comunidad acoge a sus voluntarios/as y el reconocimiento que hace de su labor. Creo que esto transmite la importancia que tiene un compromiso serio y responsable, que es bidireccional. El voluntariado se compromete y la fundación también, ambos reconocen el valor de lo que se está haciendo. Me parece además que esto facilita desarrollar competencias éticas que considero imprescindibles en los profesionales que pretenden contribuir en mejorar la calidad de vida de otras personas.

¿Y cuáles son, de acuerdo a tu experiencia, los beneficios más destacados de la actividad en los participantes?

Creo que el grupo de arteterapia propone un lugar diferente dentro del programa. Los participantes pueden crear, jugar y experimentar con el material artístico de una forma muy abierta y libre de juicios. El uso de lenguajes artísticos hace posible discursos distintos a los que habitualmente utilizan, posibilita otras temáticas, más allá del “síntoma” que los trae al programa. A través de este trabajo, pueden ponerse en contacto con emociones diversas, a las que posteriormente tienen la oportunidad de poner palabras y compartir con el resto de participantes. La puesta en común de lo que ocurre en el grupo con el resto del equipo, nos permite también ver a la persona desde otro lugar y seguir pensando cuál es la mejor manera de acompañarla en su proceso.

¿Qué evolución has notado en los participantes de este programa desde que empezaron con la actividad que tú impartes?

El grupo es abierto, por lo que éstos van cambiando y a día de hoy no son los mismos que cuando comenzamos. La principal evolución del espacio tiene que ver con que los participantes pueden entender y dar valor a una propuesta tan abierta en un lugar como el centro penitenciario, en que sus vidas están sometidas a reglas y normas en cualquier actividad. En los inicios del grupo, tanta libertad les resultaba abrumadora, no sabían muy bien cómo tomarla. Poco a poco, han ido valorando ese espacio y ahora se permiten experimentar y se dan cuenta de que pueden conectar con emociones, pueden expresar algo que necesitan, y que esta terapia les proporciona la oportunidad de hacerlo desde otro lugar y de otra manera.

Cuéntanos alguna experiencia en tu labor voluntaria que te haya marcado especialmente.

Hay muchos momentos que podría destacar de estos tres años. Me conmueven especialmente aquellos en los que puedo sentir que el trabajo que hago sirve para algo. Me quedan sobre todo los momentos en que los participantes me dan las gracias por esta labor que realizo.

¿Vas a celebrar el Día Internacional del Voluntariado de alguna forma?

En principio no tengo pensado nada especial para este día. Sin embargo, me parece importante que se celebre, especialmente para visibilizar la labor de tantas personas que hacemos voluntariado.

Para finalizar, ¿te gustaría añadir alguna cosa?

Sí, expresar el profundo agradecimiento que siento hacia la Fundación Salud y Comunidad a través de su Programa de Voluntariado, y al equipo de trabajo con el que colaboro, formado por grandes profesionales, que realizaron una apuesta innovadora al incorporar el grupo de arteterapia en el programa y que confiaron en mí.

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