Mª Ángeles Gutiérrez empezó a trabajar hace 18 años en la Fundación Salud y Comunidad (FSC). Concretamente, en el Centro de Asistencia de Reducción del Daño de Barranquillas, más conocido como “narcosala”. Desde entonces, su trayectoria profesional se ha desarrollado en el ámbito de atención a personas en situación de drogodependencias, tanto en entorno de consumo, como en piso de tratamiento, unidades móviles y centros penitenciarios. Actualmente, y desde hace 3 años, es la directora del Centro de Reducción del Daño de La Cañada Real, servicio dependiente de la Subdirección General de Adicciones del Organismo Autónomo Madrid Salud del Ayuntamiento de Madrid, gestionado y dirigido por FSC. En este centro, también realiza funciones como trabajadora social.

– ¿Qué significa para ti ocupar el puesto de dirección en el Centro de Reducción del Daño (CRD) de La Cañada Real?

Me siento muy afortunada de estar donde estoy, dirigiendo un centro con unas características tan peculiares como es el CRD y en el entorno de La Cañada, con sus rasgos intrínsecos, a veces difíciles de manejar, pero que te ofrecen la oportunidad de conocer a las personas desde una perspectiva que no te permiten otros centros ni contextos profesionales.

Sin duda, para mí, después de casi 9 años fuera del trabajo en poblados, este reto profesional como directora supone una oportunidad de aprendizaje y de conocimiento personal en áreas en las que, anteriormente, no había profundizado como lo estoy haciendo ahora.

– Además, en el CRD de La Cañada Real realizas funciones de trabajadora social… Nos gustaría que nos explicaras qué trabajo realizas desde cada posición.

Sí, en mi trabajo, ocupo el puesto de directora y también, soy trabajadora social en este centro, cuyo objetivo es dar cobertura a las necesidades básicas de las personas en consumo activo de sustancias que residen en La Cañada Real.

Desde mi puesto como directora, las funciones que realizo son: dirección y supervisión del equipo, implementación y seguimiento técnico de proyectos del alumnado en prácticas y de personas voluntarias; dirigir en la realización de las tareas desde las diferentes áreas; realizar procesos de selección, coordinación con las diferentes administraciones, garantizar el mejor funcionamiento del centro, relación con proveedores y trabajo burocrático.

Asimismo, ofrecer atención a los usuarios/as del centro. En este sentido, trato de garantizar que la atención, acompañamiento y soporte que ofrecemos sea de calidad y cercano. Ya fuera del centro, la asistencia a actos y espacios de formación y trabajo, así como la coordinación constante con la Administración y otras entidades que forman parte importante de mi día a día en el ámbito profesional.

Como trabajadora social, mis funciones se basan en el acompañamiento en los procesos vitales de cada persona e intervención con las personas usuarias que acuden al centro con un enfoque de reducción de daños y basándonos en un modelo biopsicosocial: acompañamiento social y soporte emocional, tramitación de documentación, asesoramiento y acompañamiento para realizar trámites administrativos (empadronamientos, tarjeta sanitaria, DNI, solicitud de prestaciones, apertura de cuentas bancarias…), derivación a centros de acogida y centros de tratamiento, elaboración de informes sociales, atención familiar, solicitud de citas, así como coordinación con los diferentes recursos de la red de adicciones y personas sin hogar.

– Especialmente, ¿qué te aporta el trabajo social?

Me aporta mucho. Para mí, el trabajo social es una labor privilegiada porque te permite conocer vivencias, procesos vitales, traumas de cada persona; la persona confía en ti, en que la puedas acompañar en esos procesos, y para mí, eso es un regalo en lo que a la intervención se refiere.

Desde la posición de trabajadora social, tienes que posicionarte desde la empatía, pero también desde los límites, ya que, en algunas situaciones, te ves sometida a chantaje emocional y manipulación y debes saber manejar esas situaciones.

– ¿Cuántas personas realizáis funciones como trabajadoras sociales en el centro?

 Somos dos trabajadoras sociales.

– ¿Con qué otros perfiles profesionales contáis en el servicio?

Además, el equipo profesional está integrado por un psicólogo y cuatro monitoras.

– Volviendo a tus funciones como directora del centro, ¿qué es lo que dirías que más te satisface?

El trabajo de dirección en La Cañada Real es un trabajo muy del “aquí y ahora”; existe, por supuesto, una planificación de tareas desde la dirección que ocupo, pero el grueso del trabajo es intervenir en las situaciones diarias que se plantean: intervención en crisis, demandas concretas, asesoramiento, resolución de conflictos, dudas, coordinaciones, intervención en situaciones de violencia, medicación con otros agentes sociales del entorno, etc.

Estas particularidades e imprevistos me permiten seguir aprendiendo y manejarme en situaciones de urgencia, a la vez que requieren de una revisión técnica permanente que realizo para asegurar el rigor metodológico de las intervenciones.

– ¿Cuál ha sido la situación más difícil a la que te has enfrentado desde que ocupas el puesto de dirección?

Desde que empecé a trabajar con personas que tienen un consumo por abuso de sustancias, la gestión más compleja es la dureza y complejidad de las historias de vida que traen consigo, sostener esos “niveles” de sufrimiento es exigente, profesionalmente hablando.

Asimismo, situaciones de especial dureza vividas en el poblado, como es la situación de mujeres embarazadas, en las que se efectúa una retirada del menor.

Por otra parte, lo relacionado con el fallecimiento de alguna persona usuaria. El hecho de tener que comunicárselo a su familia, ha sido muy doloroso.

– ¿Cómo te organizas para hacer compatibles tus tareas de dirección, junto con las de trabajadora social?

Recuerdo que, cuando empecé a trabajar como directora y trabajadora social en el CRD, no quería que se me quedase nada pendiente para el siguiente día. Al principio, la sensación es que no llegas, te cuestionas si lo estarás haciendo bien porque, al fin y al cabo, estás aprendiendo a funcionar en un puesto nuevo para ti.

Con el tiempo, vas aprendiendo a priorizar las tareas que es imprescindible hacer cada día, delegas y pospones cosas que no son tan prioritarias. Aun así, me gustaría poder tener más tiempo para dedicar a las personas que atendemos. Siempre que tengo algún día o rato más distendido, me gusta mucho compartir un café con una charla e intervenir desde ahí, sin prisas y sin tener que controlar tanto los tiempos para que me dé tiempo a hacer todo lo demás.

Cuéntanos un día en tu trabajo.

Nuestro centro está ubicado en lo que se conoce como la explanada de Valdemingómez, donde llegamos con un vehículo de Madrid Salud. El centro se abre a las 10:00 horas, pero desde un rato antes, ponemos todo a punto para la apertura.

Normalmente, estoy con otro compañero en el puesto de la puerta, atendiendo a todas las personas que vienen y dándoles acceso al servicio que requieren o atención en la puerta, en el caso de aquellas personas que no son perfil de la labor que se realiza en el centro; combino esta tarea con el trabajo de despacho que me ocupa gran parte de la jornada (llamadas telefónicas, papeleo, reuniones online…). A ratitos, doy soporte en el comedor, patio, lavandería y sala morada para hacer intervenciones in situ; y, cuando es necesario o posible, salgo a la explanada para hacer intervenciones en calle.

Mi despacho siempre está abierto para que las personas me sientan cercana y con confianza de poder plantearme cualquier duda, propuesta o queja. Desde esta posición, tengo el privilegio de que otras personas compartan conmigo sus procesos vitales y me hagan partícipes de los mismos.

– Para finalizar la entrevista, ¿qué percepción crees que tiene la sociedad de vuestro trabajo en reducción del daño?

 En general, la sociedad tiene una imagen muy negativa del colectivo de personas drogodependientes en situación de calle, ya que suele estar asociado a delincuencia y otras problemáticas sociales. Creo, además, que una gran parte de la sociedad que no trabaja con este colectivo, no termina de entender lo que es la reducción de daños.

Muchas personas me han llegado a decir que “les ayudamos a drogarse”, que no habría que ayudar a estas personas, que si no me da miedo mi trabajo, etc. Otras personas tienen una visión desde la pena… Siempre ha sido un colectivo muy cuestionado y prejuzgado porque la sociedad se centra en las consecuencias sociales derivadas del consumo, pero no se para a entender el porqué de las adicciones, no conoce las historias de vida que dan muchas respuestas a la aparición y mantenimiento de la adicción. Guste o no, las drogas existen y existirán, forman parte de la sociedad y tenemos obligación de dar respuesta a las necesidades de las personas adictas.