La Dra. Roser Garcia Guasch dedica parte de su tiempo libre al voluntariado penitenciario. Forma parte de los Círculos de Apoyo y Responsabilidad – CerclesCat, programa que gestiona el Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña en colaboración con la Fundación Salud y Comunidad (FSC) y que se dirige a personas que han cometido un delito sexual, que se encuentran en el momento previo a la libertad definitiva, y se comprometen con el objetivo del proyecto “no más víctimas”. Los voluntarios/as trabajan en el mismo asesorados por profesionales que observan y acompañan a los participantes para facilitar su reinserción social y prevenir la reincidencia.
CerclesCat es un programa impulsado por el Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña. Nació en Canadá en 1998 y se ha ido extendiendo por Europa. En Cataluña, se implementó en 2013 y hasta la fecha de hoy, 21 reclusos se han podido acoger al mismo. El programa funciona a través de círculos construidos por capas, como una cebolla. El recluso es el Miembro Central (este es el nombre que recibe durante la experiencia) y a su alrededor se crea un Círculo con voluntarios/as que lo acompañan durante el tiempo que dura el programa. Alrededor de este, se crea otro Círculo formado por profesionales que apoyan y asesora al voluntariado y que evalúa el desarrollo global y el estado del recluso.
Cuando este consigue la libertad, el programa continúa. Escoge a uno de los voluntarios/as que lo han seguido para que sea su mentor y continúe con él algo más de tiempo. Roser Garcia Guasch ha formado parte de dos círculos como voluntaria y ha sido la mentora de uno.
¿Qué destacarías del programa CerclesCat?
CerclesCat tiene dos principios básicos: “No más víctimas” y “No secretos”. Esta es la base de su funcionamiento. Tiene que haber una relación de confianza entre el Miembro Central y los voluntarios y voluntarias, y también entre todos nosotros/as. Se crea un vínculo con el recluso y se establece una relación emocional que lo hace sentir seguro porque ve que hay gente que se preocupa por él. Sencillamente hablamos y le hacemos sentir que es alguien. Acostumbran a ser gente muy desvinculada de las relaciones sociales. Se sienten muy solo, no tienen amistades… Intentamos ayudarles a recuperar aficiones que tenían o a encontrar cosas que les puedan interesar.
¿Cómo les puede ayudar este programa?
La función del Círculo, de hecho, puede ser muy variada. Recuerdo un caso en que él era analfabeto y lo llevamos a un centro cívico donde se apuntó a un programa de alfabetización. ¡Estaba encantado! Nosotros/as vamos hablando con él, con la idea de que se pueda valer por sí solo y que cree su propia red social. Somos un puente que le ayuda a la reinserción a la sociedad.
¿Cómo pueden acceder los reclusos al programa?
Los equipos de tratamiento de los centros penitenciarios escogen y proponen algunos reclusos determinados. La participación es voluntaria. Evidentemente, tiene que tener voluntad de cambio. Uno de los requisitos es haber hecho el programa SAC (programa de tratamiento psicológico para el control de la agresión sexual), un curso específico para delitos sexuales que se hace dentro del sistema penitenciario.
¿Qué aporta CerclesCat a la sociedad?
Este programa aporta mucha tranquilidad a la sociedad. CercleCat trabaja el “no más víctimas” y este es su objetivo principal, además de ayudar a los reclusos a reinsertarse en la sociedad. Si la persona se siente segura y aceptada, el riesgo de reincidencia es menor. Este riesgo es muy alto cuando la persona está aislada, ya se han visto casos. Lo que hacemos es que disminuyan las probabilidades de reincidencia.
¿Cómo funcionan los círculos?
Empezamos por crear un vínculo con el Miembro Central. El día que nos conocemos, o durante las primeras sesiones, él nos tiene que explicar el delito. Esto nos da pie a decirle que rechazamos lo que ha hecho, pero que no lo rechazamos a él como persona.
Este es, quizás, el punto de inflexión a través del cual nosotros establecemos este vínculo. Hay un Círculo inicial, que somos nosotros con el Miembro Central adentro. La coordinación y toda la red exterior (Justicia, servicios sociales, el equipo de tratamiento del interior del centro penitenciario) hace de envoltorio.
Las etapas van evolucionando. Una vez los reclusos salen en libertad definitiva o en tercer grado, los acompañamos. Al principio es una vez por semana y participamos cinco voluntarios y voluntarias con la supervisión de un coordinador, que establece el vínculo entre el equipo de tratamiento, los profesionales del centro y el Departamento de Justicia. Entre todos creamos el Círculo.
Se hacen actas de cada sesión, de cada encuentro y de cada llamada telefónica para que lo vea el coordinador y el Departamento de Justicia y analicen los factores de riesgo que pueda haber. Cuando el Círculo ya llega al final, el Miembro Central escoge entre los voluntarios/as un mentor que lo seguirá y acompañará durante seis meses más. Yo fui mentora del primer Círculo en el que participé y ahora estoy en un segundo.
¿Cuáles son los requisitos para ser voluntario/a?
Hay que ser mayor de edad, tener ganas y te tienes que haber formado. Se tiene que hacer un curso específico de CerclesCat y has de tener el compromiso de dedicar ciertas horas a la semana. El tiempo de duración del acompañamiento suele ser de un año o año y medio, pero depende de cómo evolucione cada Círculo.
¿Cómo ha sido tu experiencia personal como voluntaria?, ¿qué te ha reportado?
Yo ya había hecho algún intento de hacer voluntariado penitenciario, pero cuando me jubilé, en 2014, hice un curso y en septiembre de 2015 hice el específico del programa CerclesCat y me incorporé.
Tengo que decir que he aprendido mucho. Para mí, era un mundo absolutamente desconocido. Solo conocía a mis amigos que habían estado a La Modelo como presos políticos. Viví la situación de la COPEL (la coordinadora de presos españoles en lucha que se creó el 1977).
He aprendido todo un mundo dentro del servicio penitenciario, que no se conoce fuera. He visto unos grandes profesionales que forman los equipos de tratamiento que trabajan con mucha ilusión. Esto me hacía pensar en nuestra situación (la de los médicos). Como nosotros/as que trabajábamos en condiciones precarias, con un mal salario y condiciones muy difíciles, y aun así aguantábamos la medicina pública.
Somos los profesionales los que hemos aguantado las estructuras sanitarias. En las prisiones, veo algo parecido. Son ellos los que aguantan un sistema que realmente necesita muchos recursos que muchas veces no tienen. También he aprendido que en nuestra sociedad hay mucha gente vulnerable con riesgo de exclusión social. Hay mucha gente estigmatizada. Y también he aprendido que por grave que nos parezca el delito que ha cometido una persona, tiene todo el derecho a ser ayudado y rehabilitado dentro la sociedad.
¿Qué aporta al programa tu experiencia como médico?
Los médicos somos un buen perfil para participar como voluntarios/as. Además de la madurez mental, también ha de haber un cierto equilibrio emocional. Los médicos estamos muy acostumbrados a tratar con desvalidos, con gente desprotegida… Hemos vivido muchas situaciones límite con gente que vive con riesgo de exclusión social.
Dicho esto, pienso que la pérdida de libertad es todavía peor que la pérdida de salud. Quien pierde la salud siempre es cuidado, en último término. Es compadecido y, cuando menos, si está solo, siempre encontrará la mano de un médico, de una enfermera, de un auxiliar… de un profesional sanitario que lo ayude.
La persona que está en la prisión, por el delito que haya cometido, está marginado, excluido y estigmatizado. Y se siente todavía mucho más solo que la que está enferma. Este es un colectivo muy vulnerable, al cual yo creo que nos tenemos que dedicar.
Hay que tener en cuenta que están en la sociedad. No es que se les tenga que insertar. Están. Animo a todos los médicos, sobre todo los que ya se han jubilado, a que dediquen unas horas a hacer este tipo de acompañamiento. Servirá para ellos (los reclusos), para la sociedad en general y también para nosotros/as mismos/as, porque nos enriquece muchísimo.
Fuente: Colegio de Médicos de Barcelona.
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