Esta comunidad abrió sus puertas en el año 2001, tras estar ubicada durante sus primeros 10 años de vida en Marganell, en la provincia de Barcelona, con el nombre de Can Solà de la Vall. Can Coll es una masía catalana, de la que se conoce su origen desde el siglo XVI, situada en el término municipal de Navàs, que cuenta con unos 1800 m2 construidos y 4 hectáreas de terreno en un entorno rural, y que ha tenido diversos usos a lo largo de los siglos, siendo el principal, como casa pairal principal de la zona, productora de vino y aceite. Durante los últimos años, se ha llevado a cabo un proceso de mejora continuada para llevar esta rústica masía al siglo XXI.
Cuando la Fundación Salud y Comunidad (FSC) inició sus actividades en “Can Coll” en el año 2002, se realizaron diversas reformas, con el objetivo de adaptar la estructura de la masía a las necesidades derivadas de la práctica profesional a la que se destinaría, ampliando espacios de uso común, reformando espacios interiores para habilitar habitaciones dobles con baño, y renovando y/o mejorando las instalaciones existentes a nivel de suministros.
Entre estas mejoras, en el año 2010, se decidió implementar un proyecto para conseguir que la casa fuera sostenible a nivel energético, generando el mínimo impacto medioambiental.
Las primeras medidas que se tomaron fueron cambiar la caldera, anteriormente de gasoil, por una de biomasa, en particular una caldera de pellet, que genera menor impacto contaminante, permite el uso de diferentes materiales combustibles, y favorece la limpieza del bajo-bosque, reduciendo los riesgos de incendios forestales de la zona.
Se canalizaron todos los tejados de la masía, contando con una superficie total de 600 m2, con el objetivo de recuperar el agua de la lluvia y destinarla al riego, tanto del huerto ocupacional, como de los amplios jardines. Para ello, se rehabilitó un gran pozo en desuso y se construyó un depósito de hasta 10.000 litros, enterrado, para disminuir el impacto visual, que dieran respuesta a la necesidad de acumulación de este bien tan preciado.
Además, se instaló un estabilizador de intensidad del suministro eléctrico, para garantizar un flujo estable de corriente, que minimiza la inestabilidad en el suministro y protege todas las instalaciones eléctricas de la casa, y a su vez, se cambió toda la iluminación del centro, por bombillas LED, con una reducción muy significativa del gasto energético.
Durante el último año, y en esta misma línea de querer mejorar la sostenibilidad ambiental y, por tanto, el futuro de este centro, se empezó a valorar la posibilidad de ser autosuficientes respecto a la producción de electricidad, usando instalaciones de placas solares, que dieran respuesta a las necesidades del centro, sin depender de la red de suministro eléctrico de la zona.
Durante los últimos meses, se han realizado los estudios energéticos pertinentes, la preparación del terreno donde poder ubicar las placas solares, y el pasado mes de junio, se inició la construcción de las instalaciones necesarias para este uso.
Una vez certificada la instalación, en el mes de septiembre, la comunidad terapéutica “Can Coll” pasó a depender exclusivamente de la energía solar, para dar respuesta a sus necesidades de energía eléctrica, con un probable remanente de producción, que se aboca a la red de suministro, y que revierte económicamente en la reducción de la factura de luz en su totalidad. A este proyecto, gestado durante todo este tiempo desde esta mirada de respeto al medio ambiente, que hoy ya es una realidad, se le ha denominado “Proyecto EcoColl”.
Al estar ubicados en un entorno rural, y dentro del programa de tratamiento de la comunidad terapéutica, todas estas mejoras, nos permiten trabajar con el grupo de personas usuarias del centro la conciencia energética, el buen uso de las instalaciones y suministros, el respeto por la naturaleza y el cuidado del planeta, más aún si se tiene en cuenta el perfil de las personas atendidas en el servicio. Cabe señalar que, en el momento de su ingreso, pocas han podido conocer y conectar con esta necesidad tan urgente de disminuir la emisión de gases contaminantes, así como la reeducación en el buen uso contenido de las energías no renovables.
Con estas inversiones, FSC ha querido apostar por el futuro de la masía Can Coll, tan histórica, simbólica y referente en la zona, dándole la atención y mejoras que merece, para garantizar su continuidad de forma adaptada a los tiempos que vivimos, generando el mínimo impacto medioambiental.