Durante el periodo comprendido entre febrero y agosto del presente año, tuve la oportunidad de realizar parte de las funciones de dirección que se desempeñan en una comunidad terapéutica, concretamente, en «Riera Major», servicio residencial para el tratamiento de las adicciones de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Cataluña. Me refiero a parte de las funciones, porque compartí ese periodo en codirección con otra compañera que ya trabajaba en el recurso, Laura Arjona, que es psicóloga.
La codirección se planteó como estrategia para poder integrar, por una parte, la experiencia y el «know how» («saber hacer») de mi compañera, Laura Arjona, en cuanto a la coordinación del equipo y toma de decisiones de ámbito educativo y terapéutico y, simultáneamente, para implementar algunos aspectos más estructurales, relacionados con la organización del equipo, coberturas de horarios, elaboración y revisión de protocolos, gestiones presupuestarias, selección de nuevo personal, entre otros.
Lo que nadie me explicó es cómo de complicado resulta gestionar un recurso, en el que el contacto con las personas usuarias es primordial y directo, tan directo que compartíamos el día a día con ellas. De modo que el tratamiento, aunque está centrado en la persona usuaria, acaba siendo parte también del personal que trabaja en el recurso. Esto puede sonar muy abstracto, pero la realidad es que desde el servicio se comparten muchos momentos con las personas usuarias, que van desde la hora de la comida, las devoluciones que se hacen semanalmente tras las reuniones de equipo, hasta el pase de fase, que resulta especialmente emotivo, al hacer una despedida conjunta (con música, abrazos y alguna que otra lágrima) a la persona que deja la comunidad para avanzar en su proceso.
La combinación de dos profesionales de ámbitos muy distintos (Laura, como psicóloga y yo, como abogada y economista), con diferentes perspectivas en cuanto a la toma de decisiones, fue muy positiva y nos permitió rediseñar algunos protocolos e implementar nuevas formas de intervención, gestión y resolución de situaciones del día a día del servicio.
Si bien es cierto que la experiencia resultó muy enriquecedora, la necesidad de la comunidad en cuanto a la presencia de una dirección visible a diario, supuso la búsqueda de una profesional con esa disponibilidad horaria, hecho por el que finalmente se valoró la incorporación de una sola profesional que tuvo la oportunidad de integrar ambas perspectivas para el desarrollo de su tarea y que, desde mi opinión personal, dispone de dos visiones de intervención que permitirán que desempeñe su cometido con mayor diligencia y responsabilidad.
Como conclusión, solo puedo dar las gracias. Me siento especialmente agradecida por la experiencia, el aprendizaje y la suerte de haber coincidido con un equipo profesional que tiene mucha calidad y muy buen gusto al escoger plantas…
Miriam Ovejero Lopera