• El riesgo crece cuando el consumo se ha iniciado en la adolescencia.
  • Analizar el perfil neuropsicológico de cada adicción, clave para la terapia.
Los psiquiatras Guillermo Ponce y Francisco Arias. (Fotografía: Pilar Laguna)

El consumo crónico de cannabis tiene efectos profundos sobre el sistema cannabinoide. «La dependencia de cannabis es un determinante mayor en la probabilidad de desarrollar psicosis por cocaína y el inicio del consumo de cannabis en la adolescencia aumenta la probabilidad de episodios psicóticos en dependientes de cocaína», según Guillermo Ponce, psiquiatra del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, que intervino en las XL Jornadas Nacionales de Socidrogalcohol que se están celebrando en Murcia para explicar el pa pel del sistema cannabinoide en las sensibilización do paminérgica al propio cannabis y a otras drogas.

Ponce, que ha recalcado la mayor intensidad de la sensibilización cruzada -cuando se consumen distintas sustancias-, ha explicado que en adicción se asocia con las recaídas relacionadas con el tiempo de consumo, las conductas de búsqueda y la similitud de circuitos implicados, pero también puede inducirse por la propia droga y otras sustancias adictivas, por estímulos asociados, e incluso por estrés.

«La sensibilización se asocia a psicosis en consumidores crónicos de anfetaminas y también se ha visto en pacientes esquizofrénicos que pueden sensibilizarse al efecto sobre el sistema dopaminérgico del estrés, con una mayor producción de dopamina y más síntomas psicóticos si consumen anfetaminas».

Agonistas

Diversos trabajos han mostrado que los agonistas cannabinoides aumentan la actividad de las neuronas dopaminérgicas y también la liberación de dopamina en el núcleo accumbens y otras áreas del sistema dopaminérgico, aunque Guillermo Ponce advierte que estos hallazgos en ratones son difíciles de trasladar a los pacientes psiquiátricos. En la adicción a nicotina, alcohol y opiáceos se ha visto que los agonistas aumentarían las conductas relacionadas con el consumo, mientras que los antagonistas cannabinoides las frenarían. Pero este sistema tendría un efecto más variable con los psicoestimulantes, ya que en este caso los agonistas pueden inducir reinstauración del consumo tras la abstinencia y promover el mantenimiento de la conducta de búsqueda del psicoestimulante.

Laura Blanco, psicóloga clínica del Hospital Benito Menni, de Sant Boi de Llobregat, ha subrayado la falta de estudios sobre los efectos de la cocaína en las funciones cognitivas, aunque se conocen alteraciones de las funciones ejecutivas (en memoria del trabajo y en toma de decisiones) y en procesamiento emocional.

En su centro se ha iniciado una investigación para determinar si existe un perfil neuropsicológico en consumidores de alcohol y cocaína a la vez. Aunque los datos son muy preliminares, se ha visto que no aparecen alteraciones visoespaciales. «Conocer el perfil neuropsicológico de cada tipo de adicción sería muy útil para diseñar programas terapéuticos», señala.

En el mismo hospital se utilizan técnicas de neuroimagen para estudiar los cambios cerebrales que produce el consumo de cannabis. La investigadora Anna Moreno ha afirmado que los cambios neurotóxicos observados en animales, sobre todo en el hipocampo, dañan la memoria y en humanos devienen en problemas cognitivos. «Algún estudio apunta a pérdidas de inteligencia y estado amotivacional tras un consumo prolongado».

Fuente: Diario Médico