En el marco del 49 Congreso Internacional del Hígado (EASL 2014), celebrado a mediados de abril en Londres (Reino Unido), se presentaron las directrices mundiales para el tratamiento de la hepatitis C de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El documento recomienda encarecidamente el uso de los nuevos antivirales de acción directa (DAA, en sus siglas en ingles) sofosbuvir (Sovaldi®) en combinación con ribavirina para los genotipos 1, 2, 3 y 4 del virus de la hepatitis C (VHC), o simeprevir (Olysio™) junto con interferón pegilado y ribavirina para el genotipo 1.

Además, las directrices recomiendan de forma insistente el ofrecer la prueba de detección del VHC a cualquier persona que forme parte de una población con una alta prevalencia de hepatitis C, así como también a todos aquellas personas que hayan podido tener una exposición de riesgo a este virus hepático.

Se calcula que aproximadamente entre 150 y 180 millones de personas tienen hepatitis C en todo el mundo. La mayoría viven en Asia y África donde el acceso a los nuevos fármacos para el tratamiento de la hepatitis C, así como a las prueba diagnósticas y de control, continúa siendo extremadamente limitado como consecuencia de su coste.

Las nuevas directrices, que han sido desarrolladas tras revisar la evidencia científica procedente de ensayos clínicos y estudios observacionales recomiendan que se utilice siempre que sea necesario la terapia triple basada en sofosbuvir o simeprevir en lugar de la biterapia sola (interferón pegilado y ribavirina).

En el caso de los pacientes con genotipo 1a del VHC, los expertos desaconsejan el uso de simeprevir en pacientes con la mutación de resistencia Q80K dado que reduce la eficacia antiviral de dicho inhibidor de la proteasa. No hay restricciones para el uso de simeprevir para pacientes con genotipo 1a sin dicha mutación de resistencia o para pacientes con genotipo 1b.

Respecto a la terapia triple basada en uno de los dos antivirales de acción directa de primera generación (telaprevir [Incivo®] y boceprevir [Victrelis®]), las directrices de la OMS sugieren que sería preferible su uso al de la biterapia sola, a diferencia de las guías estadounidenses del tratamiento de la hepatitis C que desaconsejan totalmente la terapia tripe basada en telaprevir o boceprevir. Con todo, el documento de la OMS advierte de que estos fármacos sólo tienen actividad frente al genotipo 1 y que su uso está asociado con un aumento del riesgo de efectos secundarios.

La OMS concluyó el trabajo de elaboración de estas guías de tratamiento antes de que se diera a conocer la política de precios de sofosbuvir en países de ingresos medios y bajos. Gilead Sciences, propietaria de sofosbuvir, ha negociado recientemente con el gobierno egipcio un precio de aproximadamente 1.200 dólares para el tratamiento de 12 semanas con este antiviral, y está intentando negociar licencias voluntarias con compañías farmacéuticas indias de medicamentos genéricos que les permitirán fabricar y vender sofosbuvir en aproximadamente 60 países de ingresos bajos de África y Asia por 2.000 dólares 12 semanas de tratamiento.

Aunque la reducción del precio es sustancial si se tiene en cuenta los 84.000 dólares que cuesta sofosbuvir administrado durante 12 semanas en EE UU, la cantidad probablemente continúe siendo inalcanzable para dichos países.

Con todo, un análisis realizado por la Universidad de Liverpool acerca del impacto que podría tener la producción de genéricos sobre el gasto farmacéutico relacionado con la hepatitis C llegó a la conclusión de que una combinación de licencias a fabricantes indios y de compras a gran escala permitiría curar dentro de unos años la hepatitis C con una terapia combinada de dos antivirales de acción directa y ribavirina administrada durante 12 semanas, con un coste de entre 100 y 200 dólares.

El tratamiento a ese precio sí que permitiría ampliar a gran escala el tratamiento de la hepatitis C en muchos países si los gobiernos están dispuestos a comprometerse con recursos para pagarlo. La alternativa sería una carga creciente de cáncer hepático y otras formas de enfermedad hepática, así como altos niveles no controlados de transmisión de la hepatitis C.

La Organización Mundial de la Salud adaptará de forma regular sus recomendaciones de tratamiento tan pronto se aprueben nuevos fármacos.

Por lo que respecta al seguimiento de los pacientes con hepatitis C, la OMS recomienda evaluar el uso de alcohol en todos los pacientes diagnosticados de hepatitis C y sugiere que a aquellos con un consumo de moderado a elevado se les ofrezca una intervención conductual dirigida a reducir el consumo de alcohol con el objetivo de minimizar la aceleración del daño hepático propiciada por el alcohol en personas con hepatitis C.

Las directrices no explicitan quién debería recibir de forma prioritaria tratamiento para la hepatitis C. Con todo, con el fin de evaluar el daño hepático, las directrices recomiendan que en los contextos de recursos limitado, se utilice la escala APRI (índice que relaciona el nivel de aspartato aminotransferasa [AST] con el de plaquetas) o el índice FIB-4 (que relaciona los niveles de alanina aminotransferasa [ALT], niveles de aspartato aminotransferasa [AST], recuento de plaquetas y edad) para la evaluación de la fibrosis hepática en lugar de otras pruebas diagnosticas no invasivas que requerían de una tecnología más cara como la elastometría transitoria (FibroScan®) o el índice Fibrotest.

Pueden descargarse las directrices de la OMS en inglés en el siguiente enlace: Recomendaciones para el cribado, atención y tratamiento de las personas con hepatitis C.

Fuentes: Hivandhepatitis / gTt-VIH.
Referencia: World Health Organization. Guidelines for the screening, care and treatment of persons with hepatitis C infection. April 2014.