La Fundación Salud y Comunidad (FSC) ha creado un programa específico de Atención a las Adicciones Comportamentales (SA@C), para dar respuesta a la necesidad social creciente en relación a su abordaje terapéutico, ofreciendo atención especializada a las personas y familias que acuden al servicio, en demanda de este tipo de tratamiento. En este artículo, nuestra compañera Mayte Soler Alcaide, psicóloga sanitaria, terapeuta familiar y especialista en adicciones con sustancias y adicciones comportamentales, reflexiona sobre algunos aspectos vinculados a las adicciones comportamentales.
La encuesta EDADES que elabora el Ministerio de Sanidad, indica que en el último año el 6,7% de la población entre 15 y 64 años jugó dinero en línea y un 63,6% de manera presencial, lo que supone un incremento del 3,5% (en línea) y del 59,5% (presencial) respecto a los dos años anteriores. Además, según estos datos, si nos centramos en jóvenes de entre 14 y 18 años, la encuesta refleja los siguientes datos: el 14,6% jugó dinero online, y un 37,2% lo hizo de forma presencial, en el último año.
Ante esta situación, el pasado mes de diciembre, la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento de Barcelona aprobó un plan especial urbanístico que limita la apertura de nuevos locales de juego y apuestas, decisión que supone la prohibición de la apertura de ningún local más en la ciudad.
Además, para estas salas, el plan fija una distancia mínima de 800 metros de cualquier centro educativo, y de 450 metros respecto a otros equipamientos como centros cívicos, de salud, etc.
La acción del consistorio es del todo bienvenida, puesto que, entre otros motivos, se trata de unas medidas de regulación orientadas a la protección de población vulnerable, como la adolescente y juvenil, en cuanto que limita el número de establecimientos y prohíbe su ubicación en lugares próximos a aquellos en los que se desenvuelven los colectivos citados.
No obstante, a pesar de tratarse de decisiones aplaudidas por necesarias, no son suficientes y no impiden que la oferta sea ya excesivamente preocupante.
En efecto, son medidas requeridas pero insuficientes en lo que al juego presencial se refiere, y con un impacto inexistente sobre el juego online. No olvidemos que, durante el periodo de confinamiento y restricciones, las casas de apuestas se han adaptado a la situación, ofreciendo a sus clientes la posibilidad de darse de alta, al servicio de casino y al de apuestas deportivas durante las 24 horas del día, de forma telemática, sin descuidar el correspondiente bono de gratificación de 10 €.
La actuación y regulación sobre las casas de apuestas es clave para detener esta situación de emergencia social que estamos viviendo, por el aumento del número de casos de ludopatía registrados (y sin registrar), que se detectan especialmente, y como hemos señalado, entre los adolescentes y jóvenes, a priori, más impulsivos y con menor capacidad de contención.
Otro dato importante sobre el que debemos reflexionar, es el que ha aportado recientemente el Ministerio de Consumo que hace referencia al conjunto de España en 2020, según el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ): durante este último año ha crecido un 12,02% el número de personas que pidieron el año su exclusión del juego online.
En España, como consecuencia de las peticiones de las organizaciones como FEJAR (Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados), de diferentes colectivos de profesionales de la salud y de la demanda social creciente, para una mayor protección de la salud pública, y de los menores en particular, el Ministerio de Consumo presentó un decreto gubernamental, aprobado en Consejo de Ministros el pasado 3 de noviembre, que limita la publicidad al sector del juego y las apuestas, empezando así a poner el foco en los riesgos que para la salud mental de la persona supone estar continuamente expuesta a esos inputs tan atractivos y sugerentes.
Pero esta iniciativa legislativa está pendiente de un recurso presentado por la Asociación de Medios e Información (AMI), integrada por más de 80 medios de comunicación nacionales y regionales, que el Tribunal Supremo ha admitido a trámite. De esta manera, la industria del juego, cuya facturación millonaria le ha permitido situarse en el primer puesto del ranking de patrocinadores de los principales equipos de fútbol, deja entrever que no está dispuesta a ceder y a renunciar a su capacidad de influencia sobre la población, para continuar aumentando el número de personas que juegan de forma regular, habitual y abusiva, y de las que ya han desarrollado una dependencia.
La sociedad, principalmente los padres, las madres, los educadores/as y docentes, los y las profesionales de la salud, etc., tienen la responsabilidad de generar un serio debate crítico en torno al bienestar y la salud, y de decir basta a recibir en nuestros móviles y ordenadores anuncios que incitan a jugar (gastar dinero), así como la publicidad de las casas de apuestas y la información de las distintas entidades que conceden créditos. Las instituciones tienen la obligación de proteger, en especial a los colectivos más frágiles, y trabajar intensa y cualitativamente desde la prevención primaria, mediante el establecimiento de límites y normas que regulen el juego, tal y como se ha hecho ya con el tabaco o el alcohol.
También, es importante señalar cómo el tipo de juego guarda relación con los mandatos de género. El estigma social asociado al juego patológico en las mujeres hace que estas lo vivan con mayor culpabilidad o vergüenza, así que el juego presencial es mayoritario en hombres. No obstante, como consecuencia del cambio en el ritual del juego, instalándose el modo del juego online, la prevalencia del juego patológico está en incremento constante, especialmente entre la población más joven. Asimismo, las mujeres muestran preferencias por juegos de azar como es el bingo, con una capacidad adictiva muy considerable (Blanco et al., 2006).
Se ofrecen mensajes en los que se nos presenta el juego como algo inocuo y controlable (la falacia del juego responsable), cuando lo realmente responsable es no jugar, porque cuando hay dinero de por medio, deja de ser un juego para convertirse en un negocio, y porque mantener una relación sensata con un gigante semejante, es totalmente imposible. Un coloso que invierte millones de euros en elaborar los algoritmos idóneos para atrapar nuestra atención, en estímulos apetitosos con todo tipo de diseños, colores, luces, sonidos, etc. que nos cautiven, y que lo hace mediante el uso de personajes públicos (famosos/as, personas con éxito…), que nos invitan a apostar. Apelando a tu habilidad y conocimientos como las herramientas que te harán ganar en algo que, en realidad, es puramente aleatorio y fuera de toda lógica o saber y, por consiguiente, fuera de control.
Una apuesta sumamente atractiva; bonos y dinero gratis; la emocionante experiencia, grupal o individual, de ganar dinero rápido, tan sugestiva para los jóvenes (“con 2 € puedes ganar 500”, nos dicen); el reto de poner en valor tus conocimientos sobre el deporte; la posibilidad de estar conectado/a las 24 horas del día durante los 356 días que tiene el año; la invitación a pasar un rato agradable compitiendo con los amigos/as, etc., y personas susceptibles de actuar impulsiva y compulsivamente para revivir una y otra vez la emoción gratificante que supone esperar al resultado del partido o a la combinación ganadora. La adicción está servida…
Desde la Fundación Salud y Comunidad consideramos que es del todo necesario proteger a nuestros/as jóvenes como parte de nuestra responsabilidad para con ellos/as, como es el cuidado de su bienestar psíquico y emocional. Siendo proactivos a la hora de visibilizar la magnitud de la propuesta adictiva de un juego que se presenta como algo inocuo. Conocedores/as de que la prevención no debe limitarse al control de la oferta, sino que requiere de acciones desde los ámbitos legislativo, educativo, asistencial y social.