En esta entrevista, Marga Planells, responsable de Administración del Centro Especializado de Atención a Mayores (CEAM) de Altea, de titularidad municipal, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), nos habla de cómo se ha ido adaptando el servicio durante el estado de alarma y el recorrido hasta el momento actual, en el que se han reactivado los servicios de fisioterapia, podología y peluquería con cita previa, así como el de cafetería del centro. Como dato curioso, el centro de atención a personas mayores se habilitó como albergue para acoger a personas sin hogar, mientras duró el confinamiento, con un aforo de 10 personas. Una experiencia inesperada, debido a las circunstancias de la pandemia, que ha aportado un gran aprendizaje y bagaje al equipo profesional del servicio.
– El pasado día 13 de marzo, se suspendieron presencialmente las actuaciones en el CEAM, con motivo del estado de alarma. ¿Qué papel han desempeñado las nuevas tecnologías ante esta nueva situación?
Muy importante. Los distintos profesionales que daban servicio hasta esa fecha, siguieron realizando sus funciones haciendo uso de las nuevas tecnologías, gracias a las cuales se pudieron mantener -con las limitaciones lógicas- las clases de los diferentes talleres: de informática; taichí; de movimiento; de yoga y taller de idiomas.
– ¿De qué forma se organizó la atención a los usuarios/as, haciendo uso de las nuevas tecnologías?
Se crearon un total de 25 grupos de WhatsApp para cada una de las actividades (fisioterapia, podólogo, yoga, taichí, pintura, cerámica, bolillos, lectura, inglés, español, mente activa, costura, poesía, gimnasia, pilates, hidroterapia…), a través de los cuales se remitieron vídeos de actividades y ejercicios de fisioterapia.
Estos vídeos se han ido subiendo a la web de la Fundación Salud y Comunidad, concretamente se pueden ver en el enlace https://www.fsyc.org/ceam-altea/, de forma que todas las personas mayores y sus familiares pudieran verlos, durante el confinamiento en casa.
Paralelamente a estas actuaciones, los monitores/as mantenían contacto telefónico con los usuarios/as. Se procedió a llamar semanalmente a todos aquellos/as que no tuvieran WhatsApp, para estar en contacto con ellos/as y que no se sintieran solos, transmitiéndoles la información necesaria, tranquilidad, e interesándonos por su estado físico y psíquico.
– La comunicación en esos momentos era muy necesaria…
Sin duda, nuestro objetivo era estar en contacto de una forma u otra con cada uno de ellos/as, sobre todo con las personas que sabemos que no disponen de redes de apoyo familiar, para así ayudarles a resolver cualquier incidencia que les pudiera surgir, canalizándolas hacia el servicio que fuera necesario.
Por otra parte, también ha sido importante, la comunicación con el Departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Altea, al que se ha informado de las distintas actividades que se han ido realizando, y con el que seguimos manteniendo un estrecho contacto.
– ¿Qué destacarías además de estos meses, en los que habéis tenido que adaptar la actividad del CEAM de Altea?
A partir del día 2 de abril, compartimos esta actividad con la apertura del ALBERGUE TEMPORAL ALTEA para personas sin hogar, siguiendo instrucciones de los Servicios Sociales, servicio que estuvo abierto hasta el 15 de junio, coincidiendo con la entrada en la Fase 3 de la Comunidad Valenciana.
Desde este momento, las funciones del personal asalariado del CEAM cambiaron, ya que el servicio tuvo que ofrecer atención presencial durante las 24 horas. Para ello, se establecieron tres turnos rotativos diariamente (de 08:00 a 15 horas; de 15:00 a 22:00 horas y de 22:00 a 08:00 horas). Los dos primeros con personal del CEAM y el turno último, de noche, con personal del servicio de ambulancias DYA de Altea.
Para ello, se gestionó y coordinó con los Servicios Sociales cada una de las necesidades puntuales, tales como llamadas a centros de salud, consultas médicas, medicación, farmacia, Unidad de Conductas Adictivas (UCA), etc.
– ¿Qué servicios se ofrecieron a los usuarios/as?
Los usuarios/as del albergue contaron con servicio de camas, tres comidas programadas al día; zona de higiene personal; zona de recreo al aire libre; lavandería; televisión y WiFi.
Además, pusimos a disposición de los usuarios/as del albergue juegos de mesa, tales como parchís, ajedrez, puzles, cartas… para que ocuparan su tiempo.
Por otra parte, se les proporcionó pintura para que pintaran la parte inferior de las paredes de la parte externa de la terraza del servicio y las paredes interiores de la cafetería, y estuvieron ayudando en la limpieza de los espacios habilitados para el descanso y las comidas, tareas, todas ellas, que realizaron con buena actitud y disposición.
– Con el paso a la Fase 1 de la desescalada el pasado 18 de mayo, ¿de qué forma se empezó a reactivar el servicio del CEAM?
A partir de esa fecha, se reanudó el servicio individual con cita previa en la peluquería y el podólogo, por las mañanas. Por otra parte, también el servicio de fisioterapia, ofreciendo diversos horarios, los mismos que se establecieron en el servicio de cafetería.
– ¿Y cuál es la situación actual?
Desde el mes de julio, el horario de verano es de 08:00 a 15 horas. Seguimos trabajando con cita previa, atendiendo a los usuarios/as en los servicios de fisioterapia, podología y peluquería, y con el servicio de cafetería abierto en los horarios determinados. Ello ha requerido reorganizar los turnos de trabajo, para poder atender correctamente a los usuarios/as.
Por otra parte, los talleres permanecen cerrados presencialmente al igual que la piscina.
– Con la reanudación del servicio, ¿qué medidas más específicas se han tomado para garantizar la seguridad de las personas mayores y del equipo de profesionales que trabaja en el centro?
Siguiendo los protocolos establecidos, se han implementado diferentes medidas para evitar posibles contagios, las que se vienen realizando en todos los centros de día de atención a personas mayores en la Fundación Salud y Comunidad.
Por otra parte, se ha confeccionado un plan de contingencias y un protocolo de limpieza, que ha sido seguido con rigurosidad y que han sido entregados a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Altea.
– Llegado este punto, ¿cómo resumirías “el sentir” del servicio y de sus profesionales en el momento actual?
De mayor tranquilidad. Las experiencias vividas, a raíz de la pandemia, nos han aportado mucho. Hemos crecido como personas y profesionales, sobre todo teniendo en cuenta la experiencia vivida en el albergue con un colectivo, el de las personas sin hogar, con el que no habíamos trabajado anteriormente, al tratarse nuestro centro de un servicio de atención a personas mayores.
Un colectivo, el de las personas sin hogar, que, en un principio, por desconocimiento, nos infundía ciertos miedos e inseguridades.
Lo bonito de la experiencia ha sido ver cómo íbamos ganando terreno a nuestros miedos con la convivencia y el trato diario, dándonos cuenta de que todos somos personas y lo importante es el respeto, si bien también ha habido momentos delicados que hemos sabido afrontar. Por tanto, ha habido mucho aprendizaje y enriquecimiento personal y profesional en todo ello.
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