Cuando Jorge empezó como auxiliar en uno de los dos pisos tutelados para mayores de edad con problemas de salud mental, que la Fundación Salud y Comunidad (FSC) ha empezado a gestionar en consorcio con el Grupo Lagunduz en Logroño, nunca pensó que alguien llegaría desde una fundación especializada de ámbito estatal (desde Barcelona, Valencia o Bilbao) a gestionar el servicio.
Pero, para este gaditano adoptado por tierras norteñas cubiertas de viñas, convertirse en el coordinador de estos pisos de la Fundación Tutelar del Gobierno de La Rioja, también fue una grata sorpresa, después de haber estudiado Educación Social.
Carmen Esther, auxiliar técnica, a la que le toca el turno de noche, llega saludando uno por uno a todos los usuarios/as que, como es normal estando en su hogar, cocinan, ven la televisión y se preparan para irse a dormir. Se quedará despierta prácticamente toda la noche, velando por la seguridad del piso y de los que habitan en él.
Teresa, auxiliar educativa, se marcha ya, ha acabado su turno y, antes de dar por finalizada su jornada, pone al día a Mayte, también auxiliar educativa, que la empieza. Esta no es una carrera de relevos, más bien, es un “sendero” que requiere paciencia y cuidado. Los usuarios/as saludan con amabilidad a los visitantes, dándoles la mano con un respeto absoluto y la bienvenida a su humilde hogar. “Este es mi compañero de habitación.” – me presentan unos a otros con una sonrisa.
Oficialmente son “tutelados de La Rioja”, personas mayores con trastorno mental, extra-oficialmente son amigos/as, compañeros de piso, personas agradables que siguen sus rutinas. De repente, llega una usuaria de natación y Olga, auxiliar educativa, la ayuda a tender la ropa. Hoy un usuario se encontraba mal y Mari Carmen, educadora, se ha quedado con él toda la mañana, mientras el resto iba al Centro Ocupacional.
Celia, auxiliar educativa, llegará al mediodía para ayudar a la hora de la comida y pasar con ellos la tarde. Iñigo, Itsaso y Alicia, auxiliares educativos, pasarán con ellos días y noches durante el fin de semana realizando actividades de la vida diaria, así como de ocio.
Todos son una gran familia en la que las diferencias tienen cabida. Los profesionales se ayudan mutuamente entre ellos para que los usuarios/as siempre estén atendidos/as. Hay normas y hay límites, pero también hay calidez y paciencia. “¡Gracias por venir!” – dice un usuario al despedirse. Y nosotros, como Fundación Salud y Comunidad, que nos vemos a través de sus ojos como unos recién llegados, como unos extraños, nos sorprendemos de no haber llegado antes a este recurso social, a estas tierras vinícolas y hogareñas, que nos reciben con amabilidad.
El reto será tocar lo justo: tan solo una ligera mejora de los procesos de documentación y tecnológicos. Lo que nos gusta a nosotros, la calidad humana, ya la tienen.
Paula Alcaide
Área de Atención a la Dependencia
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