Con motivo de esta celebración, queremos rendir un homenaje especial a todos los voluntarios/as de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) por la labor que vienen realizando durante todo el año en nuestra entidad. En esta ocasión, hemos entrevistado a una voluntaria del Área de Atención a la Dependencia, Infancia y Adolescencia. Se trata de Raquel Fraga, graduada en Lengua y Literatura Española, voluntaria en el Centro Integral de Mayores (CIM) de Altea, en Alicante, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) y el Grupo Lagunduz, cuya titularidad depende del Ayuntamiento de Altea. Raquel nos cuenta, a través de esta entrevista, su experiencia como voluntaria.

– Estamos a unos días de la celebración del Día Internacional del Voluntariado, el próximo 5 de diciembre. ¿Qué significado tiene este día para ti?

 Para mí, es una oportunidad para visibilizar el  impacto que tiene el trabajo desinteresado de tantas personas en nuestra sociedad. Es un recordatorio de que el voluntariado, no solo transforma a quienes reciben la ayuda, sino  también a quienes la ofrecen. Es un día para valorar el esfuerzo colectivo, compartir experiencias y agradecer la solidaridad que nos une.

–  ¿Por qué decidiste hacer voluntariado en el CIM de Altea?

Fue un poco por la necesidad y el deseo de compartir mi pasión por la poesía con personas que pudieran disfrutar y enriquecerse con ella. Siempre quise formar un grupo, en el que todas las personas pudiéramos aportar algo, y este servicio me pareció el lugar ideal para llevar a cabo este proyecto. La calidez del centro y el interés de sus usuarios/as hicieron que la decisión fuera aún más acertada.

– ¿Habías hecho con anterioridad alguna otra actividad de voluntariado?

Si, suelo hacer voluntariado durante mis vacaciones en Asturias y Galicia, si bien de forma esporádica

– ¿En qué consiste, a grandes rasgos, tu labor como voluntaria en FSC?

Mi tarea como voluntaria consiste en enseñar a mis alumnos/as a escribir, leer e intentar interpretar un poema. Intento que descubran las emociones y los matices que hay detrás de las palabras, fomentando tanto la expresión personal como la capacidad de apreciar el trabajo de otras personas. También, promovemos un espacio donde compartir y debatir, siempre desde el respeto y la creatividad.

– ¿Desde cuándo vienes realizando esta tarea como voluntaria y con qué periodicidad acudes al centro?

Comencé en el año 2018 y, desde entonces, he mantenido una periodicidad de una vez por semana durante el curso lectivo. Cada clase es un momento especial lleno de disfrute y risas, en el que no solo enseño, sino que también aprendo de mis alumnos/as.

–  ¿Qué te aporta, en especial, este voluntariado?

Me aporta una inmensa satisfacción personal. Ver cómo las personas descubren su voz poética, se abren a nuevas experiencias y comparten sus emociones, es muy gratificante para mí. También, me ha permitido crecer como persona, aprender de mis alumnos/as y reafirmar mi amor por la poesía y la enseñanza.

– ¿Cómo consideras que beneficia tu actividad a las personas usuarias del servicio?

 La poesía es una forma de expresión muy poderosa, y creo que mi actividad les ofrece un espacio para reflexionar, conectar con sus emociones y compartirlas. Además, fomenta la creatividad, la autoestima y el trabajo en grupo. Muchos de ellos/as han descubierto talentos que no sabían que tenían, y esto les da mucha alegría y motivación.

– ¿Qué vivencias recuerdas con más cariño de tu actividad como voluntaria?

 He tenido muchos momentos, y muy bonitos, pero, por ejemplo, uno de los mejores momentos es cuando se organizan eventos en el centro y hacemos recitales. Ver a mis alumnos/as declamar sus creaciones frente a los demás, emocionados y orgullosos, es algo inolvidable. Un instante que resume todo el esfuerzo, la creatividad y el compañerismo que hemos construido juntos.

– Hay personas que valoran hacer un voluntariado, pero no se acaban de decidir. ¿Qué les dirías a estas personas más indecisas?

 En ese sentido, quisiera animar a otras personas a hacer voluntariado en el CIM de Altea o en cualquier otra entidad. Como he comentado anteriormente, es una experiencia que transforma tanto a quienes la reciben como a quienes la ofrecen. No importa cuál sea tu habilidad o pasión; siempre hay una forma de compartirla y hacer una diferencia en la vida de otras personas. Además, el CIM de Altea es un lugar maravilloso donde reina la acogida y el entusiasmo.