Recientemente, D. Carlos Gómez Bahillo, Catedrático de Sociología de la Universidad de Zaragoza, ha realizado una exitosa ponencia en el Hogar y Centro de Día “San José” del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), titulada “Sociología de la Soledad: presente y futuro. Déficit Institucional de previsiones a futuro”. Su intervención se enmarca en el programa de actividades del proyecto “Abandonando la Soledad”, iniciado tras un convenio firmado entre el IASS y el Consejo Aragonés de las Personas Mayores (COAPEMA). El proyecto está dirigido a informar y concienciar sobre la soledad en el colectivo de personas mayores, de cómo detectarla y prevenirla. A continuación, ofrecemos un artículo de D. Carlos Gómez, elaborado para nuestro boletín de noticias.
CAUSAS DEL AUMENTO DEL NÚMERO DE PERSONAS MAYORES QUE VIVEN SOLAS
Cada vez hay más personas mayores, por el envejecimiento de la población –la esperanza de vida al nacer es más elevada- y como consecuencia de ello, hay más personas viviendo solas. Además, hay otros dos determinantes que contribuyen a ello: 1º) Sociodemográfico, descenso del número de hijos por familia, que actualmente se sitúa en torno a 1,4 hijos. Y 2º) Sociolaboral, la crisis del mercado laboral que afecta a la población más joven, le obliga a salir de su lugar habitual de residencia en busca de empleo. En el futuro también repercutirá en ese incremento de hogares unipersonales de personas mayores, por una parte, el hecho de que personas jóvenes han decidido vivir solas, y no se planteen la vida de pareja y, por otra, el crecimiento de situaciones de ruptura matrimonial que lleva a cada miembro de la pareja a vivir solo.
Por otra parte, las posibilidades de conseguir plaza en una residencia de tercera edad son cada vez más difíciles, y únicamente tienen acceso a ellas los que disponen de elevados recursos, que lo consiguen en las privadas, y los que apenas los tienen que pueden optar a una plaza en una residencia pública de carácter asistencial. Esta situación va a incrementarse en los próximos años, de ahí que desde los Servicios Sociales se estén buscando otras alternativas, como es la asistencia domiciliaria y los centros de día, club de pensionistas, etc. a fin de prolongar el tiempo posible que las personas solas pueden permanecer en su propio domicilio.
PROBLEMAS QUE SE PUEDEN OCASIONAR TANTO A NIVEL SOCIAL COMO COLECTIVO
La autentica soledad es la de aquellos que se encuentran con escasos recursos, que no pueden satisfacer sus necesidades básicas, que están enfermos y a los que la propia enfermedad les impide relacionarse socialmente y poder salir de casa. Personas que en muchos momentos tienen como única compañera a la televisión. Personas que precisan de ayuda a la dependencia, y que no disponen de ella.
La soledad es mala compañera, especialmente entre las personas mayores por las sensaciones y sentimientos de inseguridad que produce, y miedo a no poder afrontar el futuro de manera autónoma. Estos temores facilitan el desarrollo de enfermedades, especialmente de carácter psicológico y mental, y contribuyen a un deterioro del bienestar y calidad de vida. Hay que tener en cuenta que la edad avanzada lleva consigo, en la mayoría de las ocasiones, un deterioro biológico, y que hay personas que no puedan ser autónomas en sus necesidades básicas, y tampoco disponen de recursos propios para poder tener ayuda.
La sensación de soledad suele ser más frecuente en la gran ciudad, en donde el ritmo de vida y las distancias hacen que se disponga de menor tiempo para visitar y atender a personas mayores. El nivel de relación vecinal suele ser, en muchas ocasiones, poco frecuente. Por el contrario, en el medio rural existen mayores relaciones de vecindad y vida social cotidiana –la gente sale a la calle, habla con el vecino, se junta en la plaza, sale a la puerta de la casa, etc. -, y se conocen, de manera que de alguna manera unos están pendiente de los otros, y por ello, esa sensación de soledad o sentimiento de abandono resulta mucho menor.
¿EXISTE UN ABANDONO SOCIAL DE LAS PERSONAS MAYORES?
De alguna manera sí. Estamos en una sociedad muy competitiva, en donde lo económico y la capacidad productiva de la persona se valoran de una manera superdimensionada. Diferenciamos entre los que producen y los que no lo hacen, es decir, los que trabajan y tienen un empleo y el resto (jubilados, parados, demandantes de primer empleo, etc.).
Las personas mayores tienen menos capacidad reivindicativa, y lo único que les interesa a muchos partidos políticos es su voto. Y cuando se acercan las elecciones se acuerdan de ellos, y empiezan a prometer algo que todos sabemos que no van a cumplir, y ni siquiera tienen la intención de hacerlo. Un ejemplo de ello es la actual política de revalorización de las pensiones.
Además, muchos de ellos, tienen menos capacidad de respuesta para resolver las situaciones de cada día. A veces, la misma sociedad y el quehacer de cada día les resultan muy complejos. Y cualquier problema que para una persona joven no tiene importancia para ellos, si están solos, se les hace una montaña.
Este es un problema social que cada vez se está haciendo más grande y al que se le está dando una respuesta tímida desde la política social del Estado. Las comunidades autónomas o las administraciones locales, dentro de sus posibilidades, dan solución a los casos más extremos y puntuales. Pero el envejecimiento de la población española requiere medidas políticas que deben producirse a nivel de Estado, y que contemplen previsiones de futuro.
La formación a lo largo de la vida constituye una alternativa muy valiosa para las personas mayores, no solo para que se relacionen entre sí y aumenten su red social, sino que es un recurso muy válido para aumentar sus conocimientos, y aprender a hacer frente, a los problemas y situaciones de cada día. El aprendizaje les permite adquirir seguridad en sí mismos y poder afrontar con mayor facilidad las dificultades con las que se pueden encontrar. No olvidemos que el conocimiento y el saber proporcionan seguridad personal y colectiva.
Carlos Gómez Bahillo. Catedrático de Sociología. Universidad de Zaragoza
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