Historia de superación de Julio, atendido en el Servicio Acompañamiento Itinerarios Inserción Laboral (SAIIL) de FSC en Alicante

Comienzo mi historia desde los 14 años que empecé a trabajar en el campo, cortando uva. A partir de aquí, me dejé los estudios con 15 años (auxiliar administrativo) y fue el comienzo de mi vida laboral.

Tuve mucha facilidad para encontrar trabajo y lograba trabajar en donde me proponía, cambiando incluso de trabajo. Trabajé como operario, carpintero, comercial, camarero, celador y muchos trabajos más, pero al final no tenía ninguna profesión adquirida, trabajaba siempre como peón.

Después de una vida laboral con muchos altibajos y sin saber realmente qué profesión era la mía, me propuse conseguir tener una profesión y me hice vigilante de seguridad.

Este trabajo me lo tomé muy en serio y fui progresando hasta ser personal laboral fijo en el Aeropuerto de Alicante, como vigilante de seguridad.

Realizaba todas las formaciones necesarias para estar lo más actualizado posible, incluso recibí alguna que otra mención honorifica por el trabajo realizado. Todo me iba muy bien, estaba fijo en el Aeropuerto de Alicante y conseguí una buena estabilidad personal y familiar, era feliz.

En 2013, EULEN, la empresa de seguridad para la que yo trabajaba, hizo un ERE para despedir a 30 personas y, aunque no me correspondía estar entre ellas, me metieron en el listado y fui despedido con 42 años…

Me dieron una indemnización de 6.000 euros y a cobrar el paro. En un principio, no me preocupó mucho ya que, por mi experiencia y trayectoria laboral, pensé que no tardaría en encontrar trabajo.

Empecé a enviar currículums a todas las empresas de seguridad que conocía y no me llamaban de ninguna, necesitaban personal, pero querían trabajadores recién salidos de la academia…

Tras esta decepción, después de 10 años como vigilante de seguridad, y con el dinero de la  indemnización, decidí montar un taller de serigrafía, que no funcionó, ya que la crisis de ese momento fue para todos.

Después de 5 años con mi vida sentimental, familiar y económica destrozada, mientras cobraba el paro, y después la Renta Activa de Inserción (RAI), estuve realizando hasta 5 certificados de profesionalidad, en busca de la inserción laboral que no conseguía y que cada vez era más complicada, ya que cumplía más edad.

Psicológicamente destrozado y con la autoestima por los suelos, con algo de depresión y sin ingresos de ningún tipo, solicité la Renta Valenciana de Inclusión Social y me dieron cita para 2 meses con la trabajadora social que me correspondía.

En este estado de desesperación, solicité mi certificado digital y yo mismo hice la solicitud en la sede electrónica de la Generalitat Valenciana, entrando en vigor desde esa fecha.

A los 2 meses, acudía a mi cita con la trabajadora social, a la que le pedí que me ayudara, que ya no sabía a quién pedirle dinero.

Gracias a Dios, me dieron una ayuda del ayuntamiento de 360 euros y me remitieron al Centro Social “Virgen del Carmen” a realizar un curso de inserción laboral, donde conocí a las profesionales del Servicio Acompañamiento Itinerarios Inserción Laboral (SAIIL), dirigido y gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Alicante. Me agarré a una de ellas, por su humanidad y comprensión, como el que se “agarra a un flotador en medio del océano”…

En ese momento, estaba muy hundido psicológicamente, ya hacía más de seis meses que había solicitado la Renta Valenciana de Inclusión Social y aún no había recibido nada, ni una contestación, por lo que emprendí acciones legales contra la Generalitat Valenciana por el incumplimiento del expediente, recurriendo al Defensor del Pueblo (Síndic de Greuges).

Llegó el COVID-19 y se me acabó la ayuda de 360 euros del ayuntamiento, vendí todo lo que tenía -hasta la bicicleta- y la Renta Valenciana de inclusión social no llegaba, ni contestaban y trabajo tampoco conseguía, por lo que me encontraba en una profunda depresión.

Quiero agradecer a M., profesional del SAIIL, que siempre estuvo ahí cuando la llamaba desesperado y siempre me echaba ese “flotador para que no me ahogara”, remitiéndome al Banco de Alimentos, o facilitándome una tarjeta de transporte para que pudiera desplazarme.

No podía estar más agradecido en esos momentos tan desesperados y en confinamiento, cuando llenaba la nevera de alimentos. Gracias “Acompañante del SAIIL”.

Después de un año y medio de solicitar la renta valenciana de inclusión social, la recibí y eso hizo que mi situación económica se normalizara un poco, mi autoestima y motivación aumentó. En ese momento, decidí prepararme las oposiciones para conserje de la Generalitat Valenciana y las aprobé, esperando a que me llamaran de otras oposiciones. Hoy en día, con 52 años, soy funcionario interino en la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Alicante como conserje.

Doy gracias a Dios, y a profesionales como M. del SAIIL que consiguió motivarme cuando ya estaba hundido y me había rendido. Ahora sé que tenía que pasar por todo ello para ser lo que soy hoy y ser feliz con mi trabajo de conserje, aunque la experiencia me ha dejado miedos que voy superando poco a poco.


Julio, persona atendida en el Servicio Acompañamiento Itinerarios Inserción Laboral (SAIIL) de FSC en Alicante.


"El voluntariado en 'Can Coll' ha sido clave para mi sana recuperación emocional y para sentirme motivada de nuevo"

Joana Vidal, de 69 años, ha formado parte durante 15 años del equipo profesional de la Comunidad Terapéutica “Can Coll”, gestionada y dirigida por la Fundación Salud y Comunidad (FSC). Concretamente, hasta su jubilación. En esta entrevista, conoceremos cómo se encuentra en este momento de la vida, así como sus tareas de voluntariado en esta misma comunidad. Además, hemos entrevistado previamente a Jordi Morillo, director del servicio, para que nos ponga en antecedentes sobre el trabajo profesional realizado por Joana en “Can Coll” y su actividad de voluntariado actual.

 - Jordi, cuéntanos qué tareas ha realizado Joana en el centro en su etapa profesional.

Sí. Joana formó parte del equipo de la comunidad terapéutica “Can Coll” desde el año 2004, hasta su merecida jubilación en 2019.

Se hizo cargo de las funciones de monitora de cocina, un espacio donde la intervención directa con la persona usuaria del tratamiento es constante, y donde, desde su rol, pudo ayudar al resto de compañeras y compañeros a consolidar los cambios necesarios durante el proceso, para dotar de los conocimientos, técnica y actitud para el aprendizaje de herramientas necesarias para la vida cotidiana.

A lo largo de los años, se fue formando, y pudo participar de espacios terapéuticos concretos, como es el Programa de Perspectiva de Género y las dinámicas dirigidas exclusivamente a las mujeres.

- ¿Cómo describirías a Joana como persona y cuál dirías que ha sido y es su aportación al servicio?

Con su carácter firme, pero acogedora, se ha ganado, a lo largo de los años, el cariño, respeto y consideración, tanto de las personas usuarias (que la recuerdan con afecto y agradecimiento), como del resto del equipo técnico, aportando desde un punto de vista natural y desde el sentido común, una visión “doméstica” que ha servido para preparar mejor a las personas en tratamiento, a su salida del servicio.

- ¿Cómo sucedió el hecho de pasar a ser voluntaria en esta nueva etapa de la vida en la que se encuentra?

Cuando se jubiló, aceptó mi propuesta de seguir vinculada a “Can Coll”, llevando a cabo un voluntariado y de esta forma, hemos podido seguir manteniendo esta figura de gran valor en el centro.

- Vamos a hablar ahora con Joana.

Muy bien.

- Joana, ¿qué te motivó a realizar este voluntariado?

Cuando me jubilé como trabajadora de “Can Coll”, tuve que hacerme cargo del cuidado de mi marido, que sufría una enfermedad crónica. Cuando desgraciadamente falleció, decidí que no podía estar sola en casa durante todo el día y, además de vincularme a un centro deportivo, quise hacerme voluntaria de la Fundación Salud y Comunidad, pensando que iba a ser una buena opción.

En este sentido, el voluntariado en “Can Coll” ha sido clave para mi sana recuperación emocional y para sentirme motivada de nuevo.

- ¿De qué forma te ha valido tu experiencia laboral en “Can Coll” a la hora de realizar este voluntariado?

Me ha valido de mucho. Todo lo que sé respecto al paciente con problemas de adicción, lo aprendí en “Can Coll”, trabajando con personas muy profesionales y con un nivel de conocimiento enorme.

También, mi experiencia laboral en el centro durante muchos años, con la formación específica, me ha permitido no “meter la pata” e ir comprendiendo mejor, lo difícil que es dejar una adicción.

- Concretamente, ¿en qué consisten tus tareas como voluntaria?

Los jueves acompaño a la educadora responsable del Programa de Perspectiva de Género. Concretamente, en las dinámicas semanales que se llevan a cabo, aportando un punto de vista, quizás menos técnico, pero sí intuitivo.

Los viernes por la tarde, llevo a cabo un taller de costura, en el que ayudo y enseño a las personas usuarias a poder hacer remiendos básicos, coser bolsos, reciclar ropa vieja y darle un nuevo uso, en forma de carteras, bolsas de playa, etc. así como a aprender lo más básico como coser un botón, hacer un bajo de un pantalón, cortinas…

Además, asisto a la reunión de equipo semanal que se lleva a cabo en “Can Coll” los martes.

- ¿Qué es lo que más te gusta de tu labor de voluntariado?

Seguir en contacto con “Can Coll”, con mis compañeras y compañeros, y poder seguir aportando algo de conocimiento que permita a personas en tratamiento salir del centro mejor preparadas, incluso a niveles tan básicos como la costura, ya que es algo que les aporta autonomía.

- ¿Cómo es el ambiente de trabajo con el equipo profesional de la comunidad terapéutica?

Son mi familia, hemos compartido muchísimos años, nos queremos y sufrimos juntos, pero también nos cuidamos emocionalmente y nos tenemos en cuenta los unos a las otros.

- ¿Qué te aporta la experiencia de voluntariado en esta etapa de jubilación?

Me da vida, siempre dije que conocer “Can Coll” y entrar a trabajar en este servicio, era algo que el destino me tenía preparado, porque hasta ese momento, te puedo asegurar que no conocí la plenitud en el trabajo, la satisfacción personal por la tarea de ayuda que se lleva a cabo, así como el valor de la convivencia con un equipo joven, dinámico y multidisciplinar.

- ¿Con qué recuerdo te quedas del voluntariado que llevas haciendo hasta el momento?

Me da especial alegría ver como las personas que inician el tratamiento, llegan en condiciones precarias, y que cuando finalizan, están mucho mejor preparadas para mantener una vida abstinente.

En cuanto a mis tareas, es divertido ver cómo se cosen sus bolsos de playa, te enseñan un remiendo bien hecho, o te comentan alguna dificultad en la técnica del cosido y adquieren conocimientos nuevos. No espero más...

- ¿Recomiendas la experiencia del voluntariado a las personas mayores, en su etapa de jubilación?

Sí, en mi caso, fui muy feliz y viví plenamente mi relación profesional con la comunidad terapéutica, por lo que el continuar desde un voluntariado en esta nueva etapa, me ha proporcionado, y me sigue proporcionando, mayor satisfacción.

- Por lo que comentas, el voluntariado te está sentando muy bien…

Sí, me está sentando fenomenal. Definitivamente, la jubilación es un momento de la vida, en el que nos tenemos que reinventar, ocupar el tiempo de forma satisfactoria, y aprovechar nuestro conocimiento para poder aportar algo a la sociedad.

- Para finalizar la entrevista, ¿quieres aprovechar para comentar alguna otra cuestión?

Sí, me gustaría agradecer a la Fundación Salud y Comunidad, a su gerente, con el que he tenido siempre una relación muy afectuosa y cercana, al equipo de “Can Coll”, que son familia, poder haber formado parte de este proyecto durante tantos años, aportando desde mi posición, un granito de arena a la mejoría de las personas con problemas de adicción, a la vez que me ha permitido crecer personalmente, ser mejor persona, y darle sentido a mi vida en los últimos 20 años. Gracias.


El Programa de Inclusión de Mujeres Mediante Acompañamiento (IMMA) de FSC finaliza el 2022 con destacados logros

El programa IMMA de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), desarrollado en Castellón, comenzó como programa piloto en 2013. Fue financiado por primera vez por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana en 2016. Durante el pasado año, obtuvimos muy buenos resultados. Entre ellos, el incremento de un 5,8% más de mujeres atendidas, el aumento de acompañamientos y visitas domiciliarias o el incremento de la continuidad y profundidad de las intervenciones, con mayor incidencia. Este año, se cumplen 10 años en el que acompañamos a mujeres en contextos de prostitución para favorecer su proceso de salida, prioritariamente a víctimas de trata con fines de explotación sexual.

El proyecto IMMA de la Fundación Salud y Comunidad tiene diferentes objetivos: promover el acceso a los derechos de ciudadanía y recursos en condiciones de igualdad de las beneficiarias y generar un dispositivo de referencia para las víctimas de trata con fines de explotación sexual y el resto de mujeres que sufren explotación sexual en el territorio.

Por otra parte, promover la salud y la mejora en la calidad de vida de las participantes y facilitar a las víctimas de trata con fines de explotación sexual la coordinación para la denuncia y persecución de mafias que las explotan y extorsionan.

A la vista de la evaluación de la actividad realizada durante el pasado año, encontramos muy buenos resultados en el acceso a los sistemas de protección sociales y sanitarios, mejorando incluso los indicadores del pasado año. En este sentido, se ha reconocido el derecho a recibir atención sanitaria y servicios sociales a mujeres que, pese a su situación de alta vulnerabilidad, no estaban recibiendo estos servicios.

Destacamos también la atención psicosocial y sanitaria especializada en las situaciones de explotación sexual y prostitución que realizamos, con una gran profundidad y calado en las intervenciones, que incrementa la incidencia positiva a medio y largo plazo.

Se ha intervenido tanto en el centro, como sobre el terreno, y a través del teléfono móvil, adaptando el programa a las necesidades emergentes que presentaban las participantes.  Asimismo, se han podido iniciar intervenciones en pequeño grupo, incrementándose los acompañamientos.

A continuación, señalamos algunos de los logros más destacados:

  • Incremento de un 5,8% más de mujeres atendidas.
  • Aumento de la continuidad y profundidad de las intervenciones, con mayor incidencia de estas.
  • Importante incremento de la participación de las mujeres debido a la confianza que van depositando en el equipo profesional.
  • Incremento en las asistencias en centro fijo, tanto a nivel social como psicológico y sanitario.
  •  Aumento de acompañamientos y visitas domiciliarias.
  • Incremento de las demandas de atención psicológica continuada en el centro.
  • Aumento de las mujeres que expresan haber sufrido Trata de Seres Humanos (TSH) con fines de explotación sexual en el pasado (22 mujeres) y mujeres que manifiestan estar sufriendo TSH con fines de explotación sexual en la actualidad (3 mujeres).
  • Acompañamiento a víctimas de trata de seres humanos en el proceso de denuncia de la situación (2 mujeres). Este proceso es complejo y altamente delicado. Se ha realizado en colaboración con la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) y Fiscalía, realizando una importante coordinación.
  • Un 18,6% (55 personas) de mujeres minimizan las horas que ocupan en la prostitución y/o la abandonan.
  • Obtención del Premio Meninas 2022: un galardón vinculado al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, reconociendo nuestra especial implicación en la lucha contra la violencia machista y la protección de sus víctimas.
  • La percepción del servicio recibido por parte de las usuarias es muy positiva (media de 4,9 sobre 5). Este hecho es un indicador de un pronóstico favorable de los objetivos del programa.

Por otra parte, entre los retos y propuestas de mejora para este 2023, el equipo profesional del proyecto destaca los siguientes:

  • Ampliar la detección de mujeres víctimas de TSH con fines de explotación sexual.
  • Incrementar la presencia del programa en clubs y pisos clandestinos.
  • Generar recursos que den respuesta a hombres que sufren situaciones de TSH con fines de explotación sexual, dentro del objetivo “Lucha contra la trata y la explotación sexual de seres humanos”, dado que también hay niños y hombres jóvenes afectados por esta problemática.

El proyecto IMMA de FSC está financiado por la Consejería de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana, así como por la Asignación Tributaria del IRPF para Fines Sociales, el Ayuntamiento de Castellón, la Diputación de Castellón y el Ministerio de Igualdad.

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"En el PAAD es muy importante trabajar desde la demanda de la persona, para conseguir que se vincule al profesional y al servicio lo más rápidamente posible"

El Servicio de Acompañamiento para la Vida Autónoma (SAVA) de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), dirigido a personas de la provincia de Barcelona, cuyo objetivo es facilitar el paso a la vida autónoma de las personas beneficiarias del servicio, mantener esta autonomía y conseguir el máximo nivel de inserción en la comunidad, ha puesto en marcha un servicio complementario dirigido a personas que están en consumo o con conductas adictivas en activo. Se trata del Programa de Atención y Acompañamiento a las Dependencias (PAAD), del que Andrea Meana, coordinadora de ambos servicios, nos da mayor detalle en esta entrevista.

- Recientemente, habéis puesto en funcionamiento el PAAD… ¿cuáles son sus características principales?

El PAAD es un servicio que realiza acompañamientos educativos a personas que tienen dependencias a sustancias y/o conductas adictivas. Se trabajan aspectos relacionados con su día a día, como la gestión de su economía, la realización de un menú semanal y la compra, la búsqueda de actividades de ocio, se realiza seguimiento de su medicación, seguimiento de las situaciones que suponen un riesgo para la salud de la persona, etc... Estos acompañamientos se llevan a cabo en el domicilio de la persona usuaria, o lugar acordado entre educador/a y persona usuaria, como puede ser una biblioteca, un centro cívico, u otros recursos municipales que ofrece la ciudad de Barcelona.

- ¿Cuáles son las similitudes entre el PAAD y el SAVA?

Tanto el PAAD como el SAVA realizan estos acompañamientos educativos. El funcionamiento de ambos programas es el mismo: la persona usuaria hace la demanda de querer ser atendida por un educador/a social en las necesidades relativas a los aspectos educativos de su día a día. El educador social se acerca a la casa de la persona usuaria para realizar el acompañamiento educativo, en su entorno cotidiano. En este lugar, hablan de sus objetivos, los cuales están vinculados a la demanda de la persona, y se realiza un seguimiento de los mismos y de las necesidades que van surgiendo de sesión en sesión.

Tanto el SAVA como el PAAD son servicios que acompañan de forma individual, y ello tiene la gran ventaja de poder trabajar desde la especificidad y sin tener que velar por un grupo. Por ejemplo, una persona que está exponiéndose a conductas de riesgo, puede ser igualmente acompañada desde estos servicios, ya que no hay una normativa grupal por la que se tenga que velar.

El profesional seguirá quedando con la persona usuaria del servicio, se abordarán los riesgos, las estrategias y alternativas que tiene y se tomará una decisión acorde con su demanda, a la que posteriormente, se le hará un seguimiento y se revalorará si ha sido útil y si se sigue aplicando o si debe modificarse.

- ¿Qué diferencias podemos encontrar entre ambos servicios?

El Programa de Atención y Acompañamiento a las Dependencias (PAAD) es un servicio que ha nacido para poder cubrir las necesidades que no se podían cubrir desde el SAVA, principalmente porque este último es un servicio dirigido a personas que están en abstinencia. Por tanto, la principal diferencia reside en que el PAAD es un servicio dirigido a personas que están en consumo o con conductas adictivas en activo.

Desde el SAVA nos dimos cuenta de que había personas que no podían ser atendidas desde este servicio por no cumplir los requisitos necesarios de abstinencia, y todo lo que implica: puntualidad, compromiso de asistencia, temporalidad de los objetivos educativos...  Por ello, decidimos crear el PAAD, un servicio que también tiene por objetivo favorecer la autonomía de las personas en consumo o con conductas adictivas en activo, a través del acompañamiento educativo. El PAAD es un servicio más flexible por lo que respecta a la puntualidad, cambios en la fecha de quedada, objetivos a conseguir en más tiempo, etc.

- ¿Qué destacarías además del PAAD?

Un aspecto destacable del PAAD tiene que ver con la coordinación entre los distintos equipos que atienden a la persona usuaria. Esta coordinación se hace especialmente necesaria, ya que, al estar en consumo, pueden producirse más desestabilizaciones a nivel psicológico y psiquiátrico.

El PAAD es un servicio que nace para cubrir otras necesidades diferentes a las del SAVA. En este sentido, el nacimiento del SAVA fue muy similar al del PAAD, ya que el SAVA surgió al observar que las personas, al terminar sus procesos residenciales para la deshabituación de las adicciones (en pisos o comunidades terapéuticas), seguían demandando y necesitando atención profesional para gestionar su día a día. Estas personas demandaban una atención menos intensiva y adaptada a esos momentos de mayor autonomía.

Además, desde el PAAD entendemos que es fundamental generar servicios inclusivos, en los que personas que están en consumo, tengan cabida y se pueda trabajar igualmente para la mejora de su calidad de vida. Desde este servicio, creemos que la mirada debe ponerse en minimizar el impacto negativo del consumo, potenciar alternativas saludables al consumo, y aumentar la autonomía.

La presencia de las conductas adictivas o del consumo en activo, hará que los objetivos a conseguir puedan verse influenciados por este, y es importante entender que el ritmo del acompañamiento será diferente al de una persona en abstinencia. Por ello, en el PAAD es muy importante trabajar desde la demanda de la persona, para conseguir que se vincule al profesional y al servicio lo más rápidamente posible, y así poder acompañarle en sus necesidades.

- Para finalizar la entrevista, el pasado día 24 de enero fue el Día Internacional de la Educación. ¿Qué función dirías que tiene la educación social, en el marco de estos dos programas?

La educación social tiene un papel fundamental en el contacto con personas que están discriminadas por la sociedad. Las personas con problemas de adicción siguen sintiendo el rechazo de la sociedad y en muchos casos también, de sus familiares y amistades. Muchas veces este rechazo tiene su origen en la incomprensión que hay alrededor de esta enfermedad, la cual genera juicio negativo en muchas ocasiones y falta de apoyo, llegando incluso a ocultar la enfermedad por miedo a ser rechazados (trabajo, relaciones sexo-afectivas, posibles amistades, temor al “cotilleo”, etc.).

Creo que una de las misiones del educador/a social tiene que ver con señalar esa desigualdad y ayudar a comprender (educar), con el fin de que haya menos desigualdad y rechazo. No solo se ayuda a comprender a las personas que rodean a la persona con el diagnóstico en las adicciones, también debe incidirse sobre la persona con el diagnóstico. El autoestigma está muy presente en las personas con adicción porque también han hecho suyos los mensajes que la sociedad dice de ellos.

Además, deviene una figura de alianza y apego para las personas con este diagnóstico, y puede ser clave para empezar a cuestionar el autoconcepto que tienen como personas con problemas de adicción. Cuestionar los mensajes sociales y educar por la igualdad creo que serían dos conceptos fundamentales que maneja la educación social.

- Es muy interesante la mirada que se hace desde la educación social…

Sí, la mirada estructural que hace la educación social pone el foco en la estructura de la sociedad y no tanto en los factores individuales. Es una mirada muy desestigmatizadora al no responsabilizar a la persona sobre su situación, sino verla como un síntoma de un sistema que no funciona de forma igualitaria y saludable. La educación social señala el funcionamiento social violento, injusto, duro... que termina por repercutir en las personas que conforman el sistema y que acaban siendo víctimas de un sistema que favorece las desigualdades.

Igualmente, la educación social apuesta por un trato más horizontal entre profesional y persona usuaria, lo que permite que esta última tenga una relación significativa con un/a profesional que puede resultar muy sanadora, no solamente por el respecto que recibe, sino también al verse tratada como persona más allá de un diagnóstico.

Por ello, es tan importante que haya programas como el PAAD o el SAVA con profesionales de la educación social, ya que son servicios que promueven la inclusión y disminuyen la desigualdad al ajustarse a las necesidades de la persona atendida. Tanto la flexibilidad de ambos servicios, como la horizontalidad y cercanía en el trato por parte del profesional, facilitan el acceso y el mantenimiento de la persona usuaria en los programas y facilita su autonomía e inclusión social.


Buena acogida del "SAP: Servicio de atención psicológica para mujeres que han sufrido violencia en el Maresme"

Este servicio, dirigido y gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), del que se han beneficiado 42 mujeres, surgió de la necesidad detectada en la comarca del Maresme, en Barcelona, de ofrecer apoyo psicológico a las mujeres en situación de violencia sexual y mujeres de origen ucraniano, víctimas de violencias sexuales. Sin embargo, el programa se amplió para poder atender a otras mujeres que sufren algún tipo de violencia y que, por motivos de lista de espera, no podían ser atendidas en esos momentos en otros servicios de la red de violencias, como es el caso de los Servicios de Información y Atención a las Mujeres (SIAD) o servicios más especializados como el SIE.

El SAP Maresme es un servicio que ha tenido una duración de tres meses y que se ha desarrollado gracias al apoyo del Consejo Comarcal del Maresme. Su objetivo principal ha sido el de proporcionar una atención de carácter psicológico que pudiera ayudar en su recuperación a las mujeres que han sufrido violencia sexual y que les permitiera incrementar su autonomía personal, mediante intervenciones individuales y grupales. Asimismo, ha pretendido favorecer la acción coordinada con los distintos recursos de atención y derivación del territorio.

Otros objetivos más específicos del servicio han sido realizar una atención específica continua a las mujeres, relacionada con su problemática psicosocial, proporcionándoles atención psicológica, fomentando el buen estado de salud -tanto físico como emocional- y ofreciéndoles información y sensibilización sobre aspectos relacionados con su situación.

Por otra parte, se les ha facilitado la accesibilidad a los recursos existentes en el territorio, vertebrando la intervención que se realiza y favoreciendo la coordinación entre los recursos que intervienen específicamente con mujeres víctimas de violencias sexuales y de explotación sexual y/o trata desde los diversos ámbitos, así como el trabajo en red, estableciendo canales de comunicación fluida entre los distintos recursos.

Cabe destacar que el grupo de edad de mujeres que ha recibido mayor atención ha sido el de 30-40 años, siendo la mayoría de estas mujeres madres que se han desplazado con sus hijos/as menores, algunas de ellas ucranianas. El resto de grupos, tanto los grupos de mujeres más jóvenes (20-30 años) como los grupos de mujeres de mayor edad, han demandado una menor atención, en comparación con el grupo de madres.

Asimismo, se les ha ofrecido una atención de acompañamiento terapéutico, a partir de una valoración inicial para determinar la afectación del daño y los aspectos psicoemocionales sobre los que se debía intervenir para reparar, con el objetivo de ofrecer y promover en las mujeres aquellos factores de resiliencia que les permitieran realizar un proyecto vital satisfactorio para ellas.

En este sentido, el equipo profesional del SAP Maresme, integrado por 4 psicólogas, una traductora ucraniana y una coordinadora del servicio, ha realizado intervención individual y grupal con estas mujeres, formándose un total de 3 grupos, uno de ellos con mujeres ucranianas. Estos grupos han sido fundamentalmente de carácter psicoeducativo y de soporte.

La atención psicológica individual ha abarcado diferentes temas: salud mental, el trabajo del trauma, conductas de protección y reducción del riesgo en salud sexual y reproductiva, cuidado de la salud, protección frente a diferentes formas de violencia, habilidades marentales, red social de protección, el reconocimiento de la propia sexualidad dañada, etc.

En la intervención grupal, se ha trabajado con diferentes metodologías y contenido, dependiendo de los grupos y mujeres atendidas. Fundamentalmente, se ha abordado el impacto de la violencia, el empoderamiento y el autocrecimiento personal.

La intervención ha tenido un enfoque de autoayuda y refuerzo positivo mutuo, adaptándose los grupos según las necesidades existentes, en función del grupo y sus propuestas, eligiéndose las temáticas de acuerdo a las prioridades de las demandas que iban surgiendo.

Debido a la finalización del servicio SAP Maresme, las mujeres que estaban siendo atendidas o que habían solicitado recibir atención psicológica, han sido derivadas a diferentes recursos existentes en la zona (SIE Maresme, SIAD Maresme, SAP Maresme, SIAD Calella, SIE Tarragona, SIAD Tarragona, SIAD Blanes y Servicios Sociales).

Por último, cabe destacar que, de las 42 mujeres atendidas en el servicio, 2 siguen pendientes de derivación porque están recibiendo actualmente atención psicológica, a pesar de haber terminado el servicio del SAP Maresme, y 12 mujeres no han sido derivadas a ningún servicio, bien porque consideran que tienen suficientes recursos o porque no quieren vincularse, ya que también estaban recibiendo atención en otros servicios.


Sin nuevos presupuestos, pierde la ciudadanía: por unos Presupuestos 2023 más sociales

La ciudadanía necesita de manera urgente unos Presupuestos 2023 más sociales. Las Entidades Catalanas de Acción Social (ECAS) han hecho un llamamiento a la corresponsabilidad y a poner sus necesidades por delante de los intereses partidistas. ECAS ha recordado que el acuerdo por los Presupuestos 2023 es urgente y que no se puede demorar. En este sentido, se suma a lo que han argumentado la Taula del Tercer Sector Social de Cataluña y la Confederación Empresarial del Tercer Sector Social de Cataluña en los últimos días. La Fundación Salud y Comunidad (FSC), como entidad integrada en ECAS, se suma a este llamamiento.

Los nuevos presupuestos han de garantizar la mejora de financiación del Tercer Sector Social, marcado por una fuerte precarización, a través de una inversión de 150 millones de euros, como mínimo, en la Red Pública de Servicios Sociales, entre otras medidas, según señala ECAS.

La infrafinanciación crónica del Tercer Sector Social comporta que las entidades vean peligrar su viabilidad e impide la mejora de las condiciones laborales de los equipos de profesionales, poniendo en riesgo la calidad de los servicios de atención a las personas.

De acuerdo con ECAS, los Presupuestos de 2023 también han de incluir el cumplimiento de políticas y acuerdos, a los cuales ya se ha llegado con el Tercer Sector Social, como es el incremento del 8% del Indicador de Renta de Suficiencia de Cataluña (IRSC) -una demanda histórica en el sector-, y el mantenimiento del Plan Piloto de la Renta Básica Universal, en el contexto actual de crisis económica y social tras la pandemia, la guerra en Ucrania y la inflación.

Las entidades sociales insistimos en remarcar que el despliegue de medidas como la Renta Básica Universal (RBU) suponen un paso fundamental para un cambio de paradigma que ponga a las personas y los cuidados en el centro.
Tal y como se señala en el Informe INSOCAT para la mejora de la acción social, en su Número 15, titulado “Vidas precarias, derechos vulnerados”, un 25,9% de la población catalana sufre pobreza o exclusión. Las cuentas que se aprueben no resolverán todos los retos que tenemos como sociedad sobre la mesa, ante cifras cronificadas como esta, pero son imprescindibles porque incorporan mejoras significativas.

Las entidades sociales no nos podemos permitir una prórroga de los Presupuestos de 2022, después de los adelantos logrados en las negociaciones con diversos agentes. En este sentido, apelamos al compromiso social de los partidos políticos para que se llegue a un acuerdo lo antes posible, con la mirada puesta en nuevos retos, propuestas y acciones de mejora que se vean materializadas en la práctica.


El Centro de Noche "El Mussol", dirigido y gestionado por FSC en Valencia, intensifica su trabajo con la "Operación Frío"

La denominada “Operación Frío”, organizada por el Ayuntamiento de Valencia, para dar respuesta a quienes precisan un alojamiento nocturno, continúa en marcha desde su activación el pasado 25 de noviembre, ante la bajada de las temperaturas en la ciudad. Recientemente, se han activado más recursos municipales que también se incluyen en la red normalizada de albergues, lo cual complementa el trabajo realizado desde el Centro municipal de Atención a Emergencias Sociales (CAES). Entre los servicios que se han sumado a la “Operación Frío”, se encuentra el Centro de Noche “El Mussol”, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Valencia.

Isabel Lozano, concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Valencia, ha señalado que la “Operación frío” ha requerido la activación de nuevos recursos municipales que también se incluyen en la red normalizada de albergues de los que dispone la ciudad, destacando que se han puesto en marcha cuatro recursos extraordinarios.

Entre ellos, se encuentra el Centro de Noche “El Mussol”, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Valencia, destinado a personas mayores de 18 años sin hogar que se encuentran en situación de exclusión social con problemáticas asociadas de consumo de alcohol o drogas y/o salud mental, cuyo trabajo se ha intensificado en los últimos días, con la bajada de temperaturas en la ciudad.

Asimismo, la concejala de Servicios Sociales ha pedido la colaboración ciudadana para que ninguna persona duerma al raso, realizando un llamamiento para que las personas sin hogar acudan a los albergues. Además, ha incidido en que estos recursos ofrecen la oportunidad de mantener una relación más estrecha con estas personas, para poderlas ayudar más allá del momento de urgencia, pudiéndolas derivar a procesos de inserción y formación para conseguir su inclusión social. En el caso del Centro de Noche “El Mussol” que, en sus dos años y medio de funcionamiento, ha atendido a más de 400 personas diferentes, y a más de 180 personas, en el último año.

Hemos atendido en horario nocturno y durante la época de mayor rigor climático, a una población cuya vulnerabilidad es evidente y en la que concurren, al menos, más  de tres características que así lo evidencian: salud comprometida, sin ingresos económicos, con calificación de minusvalías, mujeres con problemas de violencias y que dadas su problemática de adicción / patología psiquiátrica, no habrían podido conseguir plaza en la red normalizada de albergues de esta ciudad, ya que en la mayoría de los casos, en ellos, se pide abstinencia en el consumo de drogas o estar en tratamiento psiquiátrico, condiciones que dada su situación, son difíciles de conseguir”, señala Isabel Alarcón, responsable del servicio.

Asimismo, destaca que “se continúa evidenciado la idoneidad de un centro de estas características en la ciudad de Valencia, de atención inmediata a personas en situación sin hogar en consumo activo de sustancias y otras problemáticas psiquiátricas añadidas, ya que resulta muy complejo poder adaptar determinados perfiles a los recursos de la red de atención por sus normativas (horarios rígidos, exigencia de no consumo, etc. ), precisando de un recurso que se adapte a la perspectiva de la reducción de daños y la baja exigencia, dirigido a una población que  presenta una problemática compleja, contando para ello con un equipo profesional con formación específica en drogodependencias y salud mental”.

Cabe señalar además que, en el centro, se utiliza la metodología de reducción de daños como estrategia de inclusión y empoderamiento, respetando la autonomía de la persona y reconociendo su capacidad para decidir sobre su vida, a la vez que se promueve su participación en el desarrollo y diseño de estrategias de actuación para superar la situación de exclusión social.

El servicio está financiado por el Ayuntamiento de Valencia, gracias a la firma de un convenio, y por la Vicepresidencia y Consejería de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana. Además, su financiación se complementa con donaciones en efectivo y en especie que la Fundación Salud y Comunidad obtiene, entre las que destacamos, por su importancia, la del Banco de Alimentos y la de la empresa Mercadona.


FSC se suma al Día Internacional de la Educación: derecho humano fundamental, bien público y de responsabilidad colectiva

El pasado 24 de enero, tuvo lugar el Día Internacional de la Educación, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2018, para visibilizar la importancia que tiene la educación en la paz y el desarrollo. Desde la Fundación Salud y Comunidad (FSC), nos quisimos unir a esta celebración, por el gran valor que damos al componente educativo, a través de nuestro trabajo diario en centros y servicios de diversa tipología.

La educación es un derecho humano fundamental, un bien público y una responsabilidad colectiva. Sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todas las personas y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán romper el ciclo de pobreza que afecta a millones de niños/as, jóvenes y adultos ni se alcanzará la igualdad de género.

En la Fundación Salud y Comunidad, le damos un gran valor a la educación como herramienta para transformar la sociedad, y más teniendo en cuenta el contexto de recesión mundial y de desigualdades crecientes en el que nos encontramos. Un progreso que debe encaminarse hacia la consecución de una sociedad que siga invirtiendo en educación para asegurar el principio de igualdad de oportunidades, sobre todo de las personas más desfavorecidas.

Con este fin, llevamos a cabo acciones concretas en centros y servicios de diversa tipología. Es el caso de centros de atención a menores o en centros penitenciarios y abiertos, a través de servicios de dinamización socioeducativa. También, en centros educativos escolares, en los que realizamos nuestra labor dirigida a menores y a jóvenes, mediante diferentes cursos y talleres, como talleres de prevención de las drogodependencias.

Este año, la UNESCO ha querido dedicar este Día Internacional de la Educación a todas las niñas y mujeres del Afganistán que se ven privadas de su derecho a aprender, estudiar y enseñar, condenando este profundo atentado contra la dignidad humana y el derecho fundamental a la educación.

Para ello, ha elegido el lema “Invertir en las personas, priorizar la educación”, aprovechando el impulso mundial generado por la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Transformación de la Educación, realizada en septiembre del pasado año.

En un mundo de creciente complejidad e incertidumbre, desde FSC nos hemos querido unir a este Día Internacional de la Educación, para seguir concienciando sobre el papel fundamental que tiene la educación en el desarrollo humano, como aliada del progreso y de la justicia social.

Según señala la UNESCO, en la actualidad, 244 millones de niños/as y jóvenes están sin escolarizar y 771 millones de personas adultas son analfabetas.


"Conmigo no se aburre nadie, me gusta mucho contar cosas"

Cristina nació en Orihuela (Alicante), tiene 48 años y es usuaria desde hace casi 3 años de la Residencia de Personas con Diversidad Funcional Relleu de la Generalitat Valenciana, gestionada y dirigida por la Fundación Salud y Comunidad (FSC). Tanto el equipo profesional del centro como sus compañeros/as la definen como una persona muy extrovertida, cariñosa y habladora. Cristina siempre tiene algo que contar y le gusta mucho hablar de sus familiares, de los que se siente orgullosa, algo que comprobamos durante la entrevista. En ella, nos habla sobre sus aficiones y su vida en el centro, en general.

– Hola Cristina. Me dicen que tienes muchas ganas de ser entrevistada…

Sí, muchas.

– ¿Desde cuándo eres usuaria de la Residencia de Diversidad Funcional Relleu?

Desde hace casi tres años, llegué al centro al inicio de la pandemia. Anteriormente, estuve en Elda, en un piso tutelado.

– ¿Cómo es tu día a día en el centro?, ¿en qué actividades participas?

Mi día a día es bueno. En mi caso, participo en diferentes talleres como manualidades, deportes, expresión corporal, artes audiovisuales y en la revista del centro, donde podéis leer refranes y poesías que invento dedicadas a los trabajadores del centro (recita una poesía dedicada a Rubén, educador en el centro).

Me gusta tener el tiempo ocupado y me organizo para varios días, tanto respecto a actividades como en cuanto a la ropa que voy a llevar.

– Además de estas actividades que realizas en el centro, ¿qué es lo que más te gusta hacer en tu tiempo libre?

Entre mis aficiones, se encuentra jugar con la tablet, escuchar música, realizar ejercicios (deberes), así como sopas de letras y ver películas en el cine.

También me invento letras de canciones de Orihuela. Soy muy inquieta…

– Sí, ya lo veo. ¿Qué es lo que más te gusta del servicio?

Me gusta realizar actividades y cómo nos atienden los profesionales. La vida en el centro es buena.

– ¿Y qué es lo que menos te gusta?

No me gustan las lentejas, me las tienen que triturar para que me las pueda comer.

Tampoco me gusta la actividad de gimnasia, aunque sé que el ejercicio es bueno.

– ¿Cómo es la relación con el equipo profesional del centro?

El equipo de profesionales es estupendo y la directora del centro, Marisa, muy buena.

Además, tengo una amiga que trabaja en la lavandería, se llama Sonia. Me gusta mucho ir a verla y hablar con ella. Es cariñosa y me hace reír.

– ¿Y cómo es la relación entre compañeros/as?

Se meten conmigo porque hablo mucho (ríe). Me gusta mucho contarles historias de mi pasado, de Orihuela, de Elda, y de mis hermanos.

Conmigo no se aburre nadie, me gusta mucho contar cosas…

– Para finalizar la entrevista, me han dicho que estás contenta con lo que te han dejado los Reyes este año.

 Sí, me hacía mucha falta una mochila para cuando salga fuera del centro y me la han traído. Estoy muy contenta.

–  Sé que tienes un propósito que quieres cumplir en este 2023.

Sí, me gustaría estudiar auxiliar de enfermería, no pude estudiar en su día.

Me hace mucha ilusión porque durante mucho tiempo ayudé a cuidar a mi abuela, hasta que falleció. Ahora es un buen momento para estudiar. Me siento bien porque me están apoyando para que lo consiga.


Construir una sociedad con políticas integradoras y no excluyentes para las personas sin hogar

Las personas sin hogar constituyen uno de los grupos poblacionales más vulnerables, o vulnerabilizados. Porque en realidad, junto a factores de corte estructural que explican la existencia del fenómeno del sinhogarismo, es la falta de elementos de protección, la que les sitúa en una posición de desventaja social, a merced de embestidas de distinto tipo que van más allá de la negación del derecho a una vivienda digna (enfermedades, agresiones, robos, fenómenos climatológicos adversos, etc.).

A nivel institucional, falla la prevención, mecanismos y herramientas que impidan que una persona, en un determinado momento de su vida, se vea en la calle. Pero también fallan las respuestas cuando la persona ha llegado al estadio de perderlo todo.

En este sentido, desde el sector de los servicios sociales, afortunadamente contamos con una red de recursos cada vez más variada que permite atender el amplio abanico de características y situaciones que rodean a las personas sin hogar. Incluso, con los años, parece que el enfoque en reducción de daños también se va haciendo sitio, posibilitando llegar a quienes tradicionalmente habían quedado desatendidos.

No obstante, la falta de implicación del resto de sectores de la política social (nos referimos a empleo, educación, sanidad, vivienda, etc.), cercena las posibilidades de salida, impidiendo que todas estas personas logren la autonomía, o al menos, el mayor nivel de autonomía que su situación sanitaria les permita. Resulta frustrante ver cómo quienes han logrado salir de la calle o quienes lo están intentando, no logran abandonar el circuito de la exclusión residencial debido a la imposibilidad de los alquileres, a la falta de vivienda pública, a la falta de servicios sanitarios comunitarios, a los empleos precarios, etc.

En el centro para personas sin hogar “El Carme”, servicio de titularidad del Ayuntamiento de Valencia, gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), somos testigos de ello, contando con usuarios/as que alargan sus estancias por no encontrar una habitación de alquiler que puedan sufragar con sus ingresos, o quienes repiten, por la falta de apoyos comunitarios a su salida. Es cierto que existen factores de corte personal o relacional que también se ven involucrados, pero los resultados serían distintos si lográsemos construir una sociedad con políticas integradoras y no excluyentes.

Ante este panorama, se entiende que hablemos de la “cronificación del sinhogarismo”, o de las “personas sin hogar cronificadas”, en tanto que existen una serie de elementos estructurales e institucionales sobre los que no se actúa y que son los que impiden que estas personas puedan acceder y mantener una vivienda digna de por vida.

Sin embargo, desde “El Carme” seguiremos utilizando el concepto de “sinhogarismo de larga duración”, o el de “personas con largas trayectorias de sinhogarismo”, ya que nos resistimos a negarles un futuro digno y seguiremos contribuyendo dentro de nuestras posibilidades a la reversión de su situación de exclusión residencial.