Este mes de mayo, Europa es protagonista de diversos eventos. Por una parte, el pasado 9 de mayo celebramos el Día de Europa y en diferentes ciudades europeas se sucedieron actividades de diverso signo, algunas más reivindicativas, otras de naturaleza más lúdica y/o cultural.
Ahora bien, más allá de estos eventos, el origen de esta festividad no es tan conocido como creemos debiera. El hecho que motiva esta celebración es la conocida Declaración de Schuman de 1950. En el marco posterior a la segunda guerra mundial, este ministro francés de Asuntos Exteriores impulsó la denominada Comunidad Europea del acero y del carbón (CECA) que permitía una administración conjunta y que, por tanto, dificultaba la posibilidad de iniciar un conflicto bélico entre los países que se sumaran a la iniciativa. Recordemos que tanto el acero como el carbón eran claves para la producción de armamento.
La CECA dio origen a lo que después fue la Europa de los seis y que con el tiempo constituiría el inicio de la Comunidad Europea y en 1993 de la Unión Europea.
De aquel nacimiento que conmemoramos año tras año podemos extraer algunas conclusiones que guardan relación con su génesis: la necesidad de impulsar un mercado común y también de preservar Europa de guerras entre los estados miembros, avanzando hacia la gobernanza multinivel. Dos fuerzas que siguen recorriendo la política europea y que no necesariamente convergen.
Es evidente que los diversos países compartimos el deseo de una Europa en paz, pero probablemente no todos lo entendemos de la misma manera o, más preciso aún, para algunas personas Europa debiera ser un ejemplo de sociedades con mayor capacidad equitativa e inclusiva. Con justicia social.
En esta línea, señalamos la otra gran cita de este mes: la convocatoria de elecciones al Parlamento europeo del próximo 26 de mayo. Unos comicios que nos llegan en un momento donde algunos partidos cuestionan la vinculación a la Unión Europea (movimientos eurófobos que plantean directamente la secesión y aluden al Brexit como ejemplo a seguir) y otros pretenden rebajar la soberanía que debiera cederse al espacio común (euroescépticos), reduciéndola a un espacio económico y comercial común sin mayores implicaciones de naturaleza legislativa o política.
Es en este debate donde afortunadamente encontramos también otras posiciones más esperanzadas con la construcción colectiva europea, el tercer sector social también ha hecho oír su voz. Desde las diversas organizaciones se han realizado debates y se han mantenido reuniones bilaterales con distintos eurodiputados para dar a conocer las propuestas del ámbito social.
Destacaremos las que al respecto ha realizado EAPN España, la red de lucha contra la pobreza en la que la Mesa del Tercer Sector colabora activamente. Cabe señalar que ECAS (Entidades Catalanas de Acción Social), de la cual forma parte la Fundación Salud y Comunidad (FSC), es miembro de esta mesa.
En definitiva, avanzar hacia una consecución real de los principios que se establecen en el Pilar Europeo de Derechos Sociales que debieran tener un componente vinculante y una hoja de ruta clara. La Europa a la que aspiramos, la Europa Social, ha de poder concretar sus políticas para, parafraseando a Juncker, no quedar reducido a un poema. Hermoso como sueño, evanescente en su materialidad.
Sonia Fuertes
Subdirectora del Área de Inclusión Social y Reducción de Daños en Drogodependencias de la Fundación Salud y Comunidad
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