El Centro de Cumplimiento de Medidas Judiciales para Menores Infractores “La Senda”, de titularidad de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) en Villatoro (Burgos), ha organizado un taller dinámico de sensibilización sobre violencia de género, dirigido a los y las adolescentes que actualmente residen en el servicio, con el que se ha pretendido, entre otras cosas, que aprendan de la experiencia real de otra persona, dado que durante el taller se contó con el testimonio de una víctima de violencia de género. La actividad ha tenido una gran acogida entre los y las menores.
La violencia de género es una problemática muy frecuente, también entre los jóvenes, y desde el equipo educativo de este servicio se viene detectando cierta desinformación sobre esta temática en los y menores con los que se trabaja. En muchas ocasiones, se detectan actitudes machistas en los chicos, normalización de los celos y de la posesión sobre sus parejas, así como actitudes de sumisión y normalización de comportamientos machistas en sus parejas. “Muchas de estas relaciones tóxicas perjudican gravemente la autoestima de las menores y agravan sus conflictos familiares, razones por las cuales consideramos importante trabajar este tema con ellos”, señalan desde el Centro de Cumplimiento de Medidas Judiciales para Menores “La Senda”.
Además, se considera “necesario que los y las menores sepan identificar una relación de violencia de género si la están sufriendo, o bien si le está ocurriendo a alguna persona de su entorno; que conozcan los efectos que tiene este hecho sobre la víctima y, sobre todo, los recursos de los que disponen para poder poner fin a la relación”.
Por todo ello, se ha realizado este taller para preparar a los y las jóvenes a identificar una relación de violencia de género; fomentar las relaciones sanas entre iguales; concienciar sobre la realidad de la violencia de género y visibilizar las consecuencias que pueden tener estas relaciones sobre la víctima, además de concienciar a los y las menores sobre la importancia de ciertas actitudes o comportamientos, como es el caso de los celos, la posesión, sumisión, dependencia emocional, agresiones físicas, psicológicas o sexuales para tratar de prevenirlas. También, se ha facilitado información a las adolescentes para enfrentarse a la situación de poner fin a una relación de violencia de género dañina y sobre los recursos a los que poder acudir, en caso de requerirlos.
En cuanto a la metodología utilizada, el taller ha tenido un carácter interactivo. Al inicio del mismo, se distribuyeron unas hojas con una serie de afirmaciones, dirigidas a los y las menores, como, por ejemplo: “En el año 2018 fueron asesinadas a manos de sus parejas X mujeres” para que ellos/as cumplimentaran este dato y posteriormente, se comprobara si correspondía con la cifra real. La idea era que, a través de estos datos contrastados, fueran conscientes del nivel de información que tienen sobre el tema, concienciándolos sobre la gravedad de la violencia de género y sobre el número de personas a las que puede llegar a afectar.
Posteriormente, se procedió a la visualización de un vídeo sobre una mujer que se arroja por la ventana tras sufrir una brutal paliza a manos de su marido, en presencia de su hijo de 4 años. “El vídeo es bastante impactante y evidencia los niveles de violencia a los que puede llegar un agresor y las consecuencias que en este caso tienen estos hechos para la víctima, que queda paralítica”.
En tercer lugar, se les explicó el ciclo de la violencia de género y sus fases, con la intencionalidad de que trataran de identificarlas. “Esto se hizo con la finalidad de que entendieran la dificultad que tienen algunas personas de ser conscientes de estas situaciones y de la importancia de finalizar estas relaciones, ya que en algunas fases del ciclo, como es la fase de luna de miel, el agresor complace a la víctima y ella cree que va a cambiar, pero aclaramos que es algo cíclico y que siempre vuelve a repetirse el episodio de violencia y agresiones físicas, psicológicas o sexuales en la fase de explosión, tras una fase previa de acumulación de tensión. Los menores lo comprenden perfectamente”, explican desde el Centro de Cumplimiento de Medidas Judiciales para Menores “La Senda”.
Para finalizar el taller, se procedió a realizar una entrevista a una joven que se había ofrecido a contar a los y las menores su experiencia respecto a una situación vivida de violencia de género, y se pasó un cuestionario para que los menores pudieran reflejar su opinión sobre el taller en su conjunto, destacando respuestas como “He aprendido que el amor no tiene que doler y que hay que saber identificar las situaciones”, “Me ha impactado lo fuerte que fue la chica al poder salir de esa situación tan complicada”, “He aprendido que nunca debemos dejar que nadie nos corte las alas ni nuestros sueños”.
Entre otras historias que hemos podido conocer posteriormente, una residente, a fecha de la realización del taller, mantenía una relación tóxica de pareja. En la actualidad, ha finalizado esa relación y durante los días posteriores a la realización del taller, admitía sentirse identificada con algunas de las situaciones que explicaba la entrevistada y con sentimientos en los que se veía reflejada. Sin duda, el taller ha sido positivo para que pudiera reflexionar sobre su relación de pareja.
Por otra parte, días posteriores a la realización del taller, otra menor mantuvo una conversación con su tutora en la que le explicaba su anterior relación de 4 años, en la que ella misma reconoció sentirse mal en varias ocasiones por comportamientos machistas por parte de su pareja. La educadora hizo hincapié en las consecuencias que puede tener una primera relación de estas características, en la que la personalidad aún no está formada y se pueden llegar a tolerar muchas actitudes que son dañinas para la persona.
En el caso de un residente, sabemos que durante la realización del taller se mostró atento y con interés. Esa misma noche reconoció que el taller le había “tocado” al recordarle ciertos episodios vividos en su infancia. Se trata de un menor con actitudes en ocasiones machistas, de acuerdo con lo que nos trasladan desde el servicio, y “es positivo para él desarrollar la empatía hacia mujeres que sufren violencia de género, aprender a comprender lo que está bien y lo que está mal y, sobre todo, a distinguir lo que es violencia, que no siempre es física, ya que en su entorno la educación en este ámbito posiblemente flaquea”.
Por último, la invitada a la que se entrevistó reconoció haber salido con una sensación muy positiva del centro, tras haber participado en el taller y haber hablado con los y las menores sobre su experiencia personal. A modo de conclusión, podemos afirmar que los objetivos que nos planteamos, previa realización de la actividad, han sido cumplidos con éxito y que previsiblemente, se realizarán más talleres de estas características, una vez ha quedado comprobada su efectividad.
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Esta es una de las actividades que no debe faltar en los programas de actividades de los centros de menores. La violencia machista es una lacra de nuestra sociedad y los/as adolescentes deben recibir toda la información que sea posible para concienciarse de las consecuencias que genera en las personas que la sufren