Jamás he sido competitivo. Nunca he pretendido ser mejor que otro/a. Siempre he buscado el sentido de la vida. Siempre me he dicho: “tengo que ser mejor que mi yo del ayer, pero peor que mi yo del mañana”.

Mejora por ti, no porque te lo exijan los demás, y solo entonces encontrarás el sentido de la vida. Esta es mi historia que describe cómo el deporte y, en especial el karate, me ayudó a recuperar mi camino en el peor momento a lo largo de mi existencia, cuando después de salir de prisión, me encontré en una situación de exclusión social.

Debo confesar que nunca he sido un deportista nato. Es más, para mí, siendo joven, la clase de gimnasia era una “maría”, me aburría y, en cuanto podía, me escaqueaba.
Después, con 18 años y cerca del momento de hacer la mili, me propuse ponerme en forma viendo lo que se me venía encima y decidí hacer taekwondo. Fue en ese momento cuando empecé a comprender lo que significaba la palabra “sacrificio” y aprendí la lección más importante de mi vida, que lo importante no es ser mejor que los demás, sino superar a tu propio yo…

Fueron largas horas las que me pasé solo en el gimnasio pegándole golpes a un saco y donde me fui encontrando día a día conmigo mismo, ganando paso a paso a mi yo interior. Pasaron algunos años en que abandoné de nuevo el deporte, me casé, conseguí un trabajo, pero en ningún momento todo lo que había aprendido sobre la superación personal me abandonó en el día a día. Ya formaba parte de mi ser…

Varios años después, cuando fui padre, retomé mi actividad deportiva, pero esta vez con el tenis, fue mi hijo mayor el que me aficionó al mismo. En ese momento, volvieron de nuevo las horas largas en soledad, entrenando dando golpes contra una pared en un frontón o sacando en una pista. Mi único objetivo de nuevo era ir cada día mejorando un poco más, volvía a luchar conmigo mismo…

Esta forma de entender la vida se la trasladé a mis hijos. Cuando uno entra en una pista, es simplemente para poner a prueba el verdadero yo y comprobar su fortaleza. No se pierde, aunque el resultado diga lo contrario. Si has ganado la lucha contra ti mismo, si has ganado a tu yo del ayer, es porque entonces hoy serás algo mejor.

Me acuerdo hoy cuando mi hijo, después de una final con un resultado de 6-0 6-0, me dijo: “papá, me ha vencido”, pero rápidamente le contesté: “hoy no, porque has comprendido que la victoria no es lo importante, sino tu lucha interior;  has perdido una batalla no la guerra, pero la vas a ganar porque has encontrando el sentido a tu vida”.

El sentido de la vida está en hallar un propósito, en asumir una responsabilidad. Así, teniendo claro un “¿por qué?”, podremos hacer frente a todos los “cómo”. Y qué mejor “¿por qué?” que ser mejor cada día… ¿Y cómo?, pues buscando en el deporte esa superación y trasladándolo luego a todas las facetas de tu vida.

Hace menos de año y medio, viví el momento más crítico de mi vida donde perdí el norte, estaba en la calle, sin familia, ni amigos/as, arruinado, y lo peor, sin ganas de luchar…Y terminé en el Centro de Acogida para Personas Sin Hogar (CAI) de Alicante, de titularidad municipal, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC), donde un viernes me dijeron de asistir a una clase, en la que conocí a Juan, mi maestro de karate durante algunos meses… Fue en ese momento cuando empecé a recuperar el sentido a mi vida, a luchar contra mi verdadero enemigo, a recordar mis 18 años, las horas de tenis, las palabras de mi hijo y lo entendí todo de nuevo. Únicamente había perdido una batalla, pero la guerra continuaba…

Recuerda: la sociedad no te excluye, tal vez el problema es que tú no luchas lo suficiente por ti mismo para que la sociedad te incluya de nuevo. Busca el sentido de la vida dentro de ti y deja que el deporte te ayude en el camino. Y recuerda que, si alguna vez dudas en tu lucha o no sabes por dónde empezar, acércate al CAI de Alicante y pregunta por Juan, asiste a una de sus clases de karate, empieza a mejorar por ti, a luchar por ser mejor, no porque no te acepten, sino para aceptarte a ti mismo, empieza una vida estableciendo el reto de ser tú mismo mejor cada día …

Gracias Juan por tus clases de karate y, sobre todo, gracias por ayudarme a volver a encontrar la senda de la lucha y mi sentido de la vida para volver a ser cada día un poco mejor, de aprender algo nuevo, de recuperar al luchador interno que anida en cada uno de nosotros y que nos hace romper las piedras en el camino como un maestro karateka.

¡Gracias Maestro Oss!

Posdata: Oss en japonés deriva de la frase «Osu Shinobu» (empujar y soportar/perseverar), encarna el espíritu del karate, enfatizando la perseverancia y la superación de desafíos.

Epílogo: Ah … se me olvidaba, os preguntaréis por mi situación actual: salí del centro el pasado día 9 junio, con todos los objetivos de mi plan cumplidos y vivo por mi cuenta en un piso. Estoy a punto de terminar un curso de cocina de nivel 2 y con la idea de empezar al año que viene el Grado de Gastronomía en la universidad. Si bien es cierto que el karate me ayudó a recuperar el sentido a la vida, también todo lo que he vuelto a ser en el día de hoy, ha sido gracias a la ayuda de los trabajadores/as sociales, educadores/as y demás profesionales que trabajan en el CAI de Alicante, los cuales se merecen un reconocimiento por la labor que han hecho conmigo.