A pesar de ello, entre un 10% y un 15% no responde a la medicación.
La revolución que supusieron los cócteles de tratamientos contra el VIH que se extendieron a partir de 1996 tiene su mejor reflejo epidemiológico en los datos de un estudio que acaba de presentar el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa: que las personas afectadas que siguen bien las pautas de medicación y logran, con ello, reducir al mínimo la cantidad de virus en su sangre tienen el mismo riesgo de mortalidad que la población en general.
En el caso del grupo español que ha participado en el estudio, el Hospital Germans Trias i Pujol, estas condiciones se dan en el 60% de las personas tratadas. En ellas, según el estudio que publica la revista Aids, se consiguió que el recuento de sus linfocitos CD4 superara los 500 ejemplares por mililitro de sangre. Esta es la medición de que los medicamentos funcionan y consiguen evitar el efecto devastador del virus, que, sin tratamiento, destruye estas células clave del sistema inmunitario. El trabajo ha seguido a más de 3.000 pacientes durante tres años.
El otro 40% que sí tiene una mortalidad superior obedece a varias causas. De manera general, podrían citarse tres: o no toman medicación, o lo hacen mal o no les hace efecto. Los dos primeros son los que más preocupan a los investigadores, ya que ofrecen una mortalidad evitable. Sobre todo los primeros, ese 25% de la población europea (en el mundo la proporción llega al 40%) que está infectada pero no se ha hecho la prueba para saberlo. Porque son personas que cuando empiezan a tener síntomas ya tienen el sistema inmunitario muy deteriorado (están por debajo de ese umbral de los 500 CD4 por mililitro), y, por tanto, se encuentran en zona de riesgo.
Lo mismo sucede con las personas que, por el motivo que sea, toman mal la medicación. Esta tiene un régimen muy estricto (la ingesta es diaria, a veces en dos tomas y otras en tres pastillas diferentes), por lo que la adherencia (el término médico que indica que se sigue la pauta) es fundamental.
“Es probable que gran parte del exceso de mortalidad asociada al VIH se podría prevenir con un diagnóstico precoz y el inicio de la terapia antirretroviral, junto con un buen seguimiento del paciente que permita una mejor adherencia al tratamiento”, concluye Bonaventura Clotet, director de IrsiCaixa en un comunicado. Sin embargo, Clotet puntualiza que este enfoque no es suficiente y recuerda que “siempre hay un grupo reducido de pacientes, entre un 10% y un 15%, que, pese a los esfuerzos, no conseguirán una buena recuperación de su sistema inmunitario. Estamos intentando desarrollar nuevas estrategias y para ello necesitamos más inversión en investigación, tanto básica como clínica”.
Fuente: El País