Inserción Social y Empleo

«El voluntariado en CERCLES me ha ayudado a comprender que las personas en riesgo de exclusión, merecen dedicación y tienen derecho a ser ayudadas»

Mari Valldeperas Sucarrats es voluntaria de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) desde diciembre de 2017, concretamente del proyecto CERCLES, si bien su trayectoria como voluntaria viene de muy atrás en el tiempo. El proyecto en el que colabora en Barcelona,  subvencionado por el Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña,  consiste en acompañar y supervisar a delincuentes sexuales de alto riesgo en el periodo previo a la libertad definitiva, facilitando así su inserción en la sociedad y evitando, en la medida de lo posible, que cometan un nuevo delito. Esta entrevista nos permite conocer su gran vocación altruista y la labor que realiza en nuestra entidad.

Cuéntanos tus inicios como voluntaria. ¿Cómo y porqué te interesaste por hacer voluntariado?

Empecé como voluntaria a los 15 años. Hubo unas grandes inundaciones en Sabadell, en la que resido, y me ofrecí a realizar labores de voluntariado en los barrios, que fueron literalmente barridos por las aguas, con gran número de muertos y desaparecidos.

En ese momento, me interesé por hacer voluntariado porque los domingos hacíamos catequesis y ayudábamos a las familias en un barrio llamado Los Rosales que fue uno de los mas dañados, y murieron muchas de las personas que conocíamos, entre ellas niños con los que pasábamos muchas horas cada semana.

– ¿Te interesaban especialmente este tipo de programas de integración social o fue algo casual empezar a hacer este tipo de voluntariado?

Me interesaba colaborar en programas de integración social, sobre todo dirigidos a la reinserción de delincuentes sexuales. Anteriormente, había realizado 4 años de voluntariado en el Centro Penitenciario “La Modelo” de Barcelona, pero el ámbito de la delincuencia sexual era absolutamente desconocido para mí y me sentía motivada por hacer voluntariado con personas de esta tipología.

– ¿Qué tareas realizas en el contexto de tu actividad como voluntaria?

Empezamos con sesiones semanales en las que nos reunimos el grupo de voluntarios/as, que suele estar formado por 4 o 5 personas, más el coordinador, con el Miembro Central (MC) que es la persona a quien damos apoyo. Más adelante, se empiezan a hacer salidas con el MC, acompañado de 2 o 3 voluntarios/as, con el fin de ayudarle a recuperar aficiones que tenía o encontrar actividades que le puedan interesar, con el fin de que, cuando acabe el Cercle, pueda valerse por sí solo. Nosotros/as actuamos como un puente que le ayuda en su reinserción a la sociedad.

– ¿Qué tareas te gustan más?

Me es difícil decir cuales me gustan más porque cada fase tiene un interés distinto, pero las reuniones personales in situ nos permiten conocernos y conocerle y ver cómo va evolucionando. Se crea un vínculo con él y se establece una relación de confianza que le da seguridad porque ve que hay personas que se preocupan por él, le consideran y le valoran.

– ¿Cuánto tiempo le sueles dedicar a este voluntariado?

Las reuniones presenciales suelen durar de 2 a 3 horas y las salidas dependen de la actividad que se lleve a cabo. Además, hay bastante trabajo complementario: actas de las reuniones, salidas y llamadas telefónicas, sesiones de formación, sesiones da valoración y control, etc.

No sabría cuantificar exactamente el número de horas, también depende de si nos encontramos en una fase inicial del Cercle (entonces son más horas, unas 4 horas semanales), o en una fase intermedia o final, en la que la dedicación es inferior, siendo en mi caso un promedio de 6-8 horas mensuales.

– ¿Cuál ha sido el mejor momento que has vivido como voluntaria o con qué recuerdo te quedas de tu experiencia de voluntariado hasta el momento?

Algunos de los mejores momentos se han dado en la relación con los demás miembros del grupo y en las sesiones de formación por el número de conocimientos que se adquieren. Las conversaciones telefónicas con el MC constituyen un recuerdo imborrable porque se establece  una relación personal de confianza y conocimiento mutuos intensa y muy satisfactoria. 

– ¿Qué beneficios consideras que aporta este voluntariado que realizas en las personas en régimen abierto y en libertad condicional?

Trabajamos con personas  muy desvinculadas de la sociedad,  con pocas habilidades sociales, que se sienten solas, rechazadas y en el peor de los casos, sin vínculos familiares. Nuestra misión en CERCLES consiste en acompañar a estas personas, escucharlas, darles seguridad y autoestima y ofrecer herramientas para que puedan desenvolverse en el medio social, una vez obtengan la libertad definitiva.

– ¿Qué te aporta a ti este voluntariado?

Mi participación en CERCLES me ha ayudado a cambiar la perspectiva sobre los delitos de naturaleza sexual y a comprender que las personas vulnerables y en riesgo de exclusión, merecen dedicación y tienen derecho a ser ayudadas. Además, he entendido que, sin dejar de condenar el delito, podemos incidir en quienes lo han cometido con el fin de evitar que reincidan y, por tanto, causen más dolor y más sufrimiento. Esto es muy importante no solo para las víctimas, sino para la sociedad en su conjunto porque constituye una forma de contención y aporta tranquilidad al cuerpo social. 

– ¿Qué les dirías a las personas que estén planteándose hacer voluntariado en CERCLES?

Les diría que piensen que si todos nosotros/as, puestos en un determinado contexto, somos capaces de cometer acciones execrables, quienes las cometen no dejan de ser personas y que merecen una segunda oportunidad. Por tanto, nuestra función es recuperar y poner en valor las facetas más “humanas” de estas personas ante la inhumanidad que les ha empujado a cometer estas acciones.

También les diría que no es un voluntariado fácil, pero sí es extremadamente gratificante y que se da mucho, pero se recibe aún más, por parte de todas las partes implicadas: profesionales, voluntarios/as y evidentemente, del MC.

– ¿Quieres destacar algo más de tu labor como voluntaria?

Pienso que no debemos olvidar que las personas con las que trabajamos ya han sido juzgadas por un tribunal y que nuestra función no es juzgarlas, sino ayudarlas y acompañarlas. Transmitirles confianza y comprensión, hacer que vuelvan a sentirse personas dignas y merecedoras de un sitio en la sociedad. Este debe ser nuestro objetivo como voluntarios.

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