La crisis sanitaria generada por el virus del SARS-COV-2, más conocido como COVID-19, ha generado un profundo impacto a todos los niveles. Tanto los gobiernos, como las sociedades, así como el mercado de trabajo, han tenido que adaptarse a unas medidas sanitarias, sociales y económicas, sin ningún precedente cercano en las últimas décadas.
Desde los programas de inserción laboral del Área de Inclusión Social de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), recogemos en este artículo, de manera muy esquemática, algunas consecuencias del impacto que está teniendo esta crisis. Nos centraremos especialmente en el mercado de trabajo y en las personas a las que acompañamos en sus procesos de inclusión laboral, que mayoritariamente se encuentran en una situación más vulnerables y/o en riesgo de exclusión.
Nos hemos aventurado, además, a aportar algunas propuestas a tener en cuenta desde las organizaciones de intervención sociales y los programas de orientación e inserción laboral.
En el mercado de trabajo
El pasado 14 de marzo el gobierno español declaraba el estado de alarma mediante el Real Decreto 463/2020, un hecho histórico teniendo en cuenta que una declaración de este calibre supone un impacto directo en las libertades de las personas. El estado de alarma y las medidas aprobadas, han tenido y siguen teniendo un impacto muy directo en el mercado de trabajo y, especialmente, en sectores económicos clave en la economía española, como por ejemplo en el sector de la hostelería y turismo (el artículo 10.4 del RD 463/2020 se refiere directamente a suspender las actividades de hostelería y restauración, pudiendo prestarse exclusivamente servicios de entrega a domicilio, por poner un ejemplo).
Ante esta situación, comienzan a entrar en escena los llamados Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, más conocidos como ERTE, siendo a fecha de 15 de abril cerca de 4 millones de personas las afectadas por estas medidas (3.889.000 trabajadores/as, según datos que daba a conocer Pedro Sánchez en la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados).
El efecto que están teniendo en relación al conjunto de la población activa no ha quedado del todo claro, al menos teniendo en cuenta que la última encuesta de la población activa (EPA) que ha presentado hace poco el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos ofrece datos del primer trimestre del año, es decir no tan solo del mes de marzo¾cuando empiezan a aplicarse a finales de este mes los ERTE¾, sino también de los meses de enero y febrero, en los que la economía y el mercado de trabajo no habían recibido aún el impacto de la crisis generada por el COVID-19.
Ante esta situación, nos encontramos con un mercado de trabajo que tiene por delante un profundo reto de recuperación económica que muchos sitúan en 2022 o incluso 2023, aunque son solo suposiciones, debido a la dificultad de prever la evolución de la pandemia.
No obstante, no todos los sectores económicos y perfiles profesionales se han visto afectados de igual manera. Según un estudio realizado por Randstad Research[1], encontramos sectores cuya previsión de recuperación es claramente optimista. Nos referimos concretamente a:
Por otro lado, los sectores que más tardarán en recuperarse son:
Asimismo, las personas que se encuentran en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) y las pequeñas y medianas empresas (PYMES), son también los y las más perjudicadas de esta situación económica.
¿Qué sucede con las personas en situación más vulnerables?
Si algo hemos aprendido de todas la crisis sociales y económicas vividas, y teniendo aún muy presente los estragos provocados por la crisis del 2008, es que el impacto generado en las personas, en todos los sentidos (emocional, social, económicamente, etc.), es totalmente desigual, afectando de manera más perjudicial a las personas y colectivos en situación más vulnerables.
Todos los y las profesionales que trabajamos en el ámbito de la intervención social y, especialmente, aquellos y aquellas que lo hacemos en dispositivos de inclusión laboral, nos encontramos ante un nuevo reto: generar nuevas oportunidades que nos permitan encontrar soluciones para realizar el acompañamiento en la búsqueda de empleo a personas en situación de mayor vulnerabilidad.
Tal como señalamos en este artículo, habrá sectores económicos que requerirán de un mayor tiempo de recuperación, pero también nos encontramos con otros cuya actividad no se ha visto alterada por la crisis sanitaria y con unas previsiones de recuperación más optimistas. Por tanto, nos planteamos la necesidad de llevar a cabo una tarea de capacitación y orientación laboral con las personas, siempre que sea posible, siendo muy conscientes de cuál es la realidad del mercado. Pero esto, tenemos que hacerlo teniendo en cuenta los intereses y motivaciones de las personas, atendiendo a la particularidad de su situación.
A modo de cierre, desde los programas de inserción laboral del Área de Inclusión Social de FSC queremos lanzar algunas propuestas. En este sentido, apostamos por desarrollar acciones que nos permitan:
Desde el ámbito de inclusión laboral de la Fundación Salud y Comunidad, seguiremos poniendo en el centro a la persona, con el mayor rigor profesional que caracteriza a nuestros y nuestras profesionales, desde el espacio de vínculo social que nos ofrece cada uno de los programas que desarrollamos, y siendo muy conscientes de que el reto que tenemos por delante es de una gran magnitud y complejidad.
[1] https://research.randstad.es/el-turismo-la-construccion-o-la-hosteleria-no-se-recuperaran-totalmente-hasta-2022/
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