En esta entrevista, nuestros compañeros/as de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) Sonia Fuertes Ledesma, subdirectora del Área de Inclusión Social y Reducción de Daños en Drogodependencias de la entidad; Belén Sánchez Garcés, directora de Programas de Inclusión de FSC en Castellón y Fidel Romero Salord, director del Centro de Acogida e Inserción para Personas Sin Hogar de Alicante, dirigido y gestionado por FSC, nos ofrecen las claves de la jornada de acción social “Exclusión residencial, drogas y convivencia comunitaria”, celebrada recientemente en la Universidad Jaume I (UJI) de Castellón, así como sus opiniones y propuestas, tras su participación activa en la jornada.
– ¿Cuáles diríais que fueron los mensajes más destacados sobre exclusión social y residencial vinculados al consumo de drogas y convivencia comunitaria que se trasladaron en esta jornada?
Belén Sánchez Garcés: La exclusión residencial es la consecuencia de un sistema socioeconómico desigual y no de malas decisiones individuales. El acceso a la vivienda es un derecho, con independencia de circunstancias como el consumo de drogas u otras. Es responsabilidad de las administraciones públicas y de la sociedad afrontar la falta de vivienda accesible, la precariedad laboral y la desprotección social, previniendo y dando respuesta a la exclusión residencial.
El acompañamiento de los procesos vitales de personas que sufren exclusión social y residencial, con consumo activo de drogas, debe basarse en el respeto a la libertad de decisión de estas personas, el reconocimiento de sus derechos de ciudadanía, el soporte emocional y la promoción de oportunidades.
– ¿Cuáles son los perfiles de mayor vulnerabilidad social de las personas en exclusión residencial en España consumidoras de drogas o pueden ser muy variados los perfiles?
Belén Sánchez Garcés: Las personas que sufren sinhogarismo en España no son un colectivo uniforme, son hombres y mujeres con trayectorias vitales muy variadas, de edades y nacionalidades muy diversas que tienen en común la pobreza y la imposibilidad de acceso a una vivienda. Partiendo de estos dos factores hay otros que, sumados a los anteriores, incrementan el riesgo de sufrir exclusión residencial: de tipo material (pérdida de empleo, de hogar, situación económica precaria), relacional (situaciones familiares problemáticas, violencia en el hogar, aislamiento social), personal (problemas físicos o mentales, adicciones) o institucional (salida de prisión u otras instituciones sin apoyo sociofamiliar ni vivienda propia).
– ¿Qué destacarías sobre el desarrollo e implementación del Plan de acción nacional en Castellón y de las acciones desarrolladas en el CIBE de Castellón, en este sentido?
Belén Sánchez Garcés: El Plan es una fase más de la trayectoria de acción social que FSC desarrolla desde 1997 en la provincia, en la que se destaca la creación del CIBE de Castellón, en el que se atiende a personas consumidoras de drogas en situación de vulnerabilidad y exclusión social, con un programa de reducción de daños; una metodología de atención integral y la participación activa en las políticas municipales en la materia, a través de la Mesa Técnica de Personas Sin Hogar de Castellón.
Este Plan forma parte de nuestra participación desde 2017 en el proyecto europeo “Street Support” de buenas prácticas de intervención comunitaria con personas consumidoras de drogas en exclusión residencial. En su aplicación, elaboramos el proyecto de “Housing First” La llar Primer, que partiendo del derecho a la vivienda digna de todas las personas, aborda otras cuestiones importantes para los participantes. Así se ha facilitado la incorporación a la vivienda de tres personas con patología adictiva que se encontraban en situación de sin hogar de larga duración, estando en proceso la de dos personas más.
Tal y como señala una de las personas participantes, “el programa es solo un primer paso”, ya que cuando se sufren largos procesos de exclusión, las heridas vitales que se producen no se superan únicamente con el acceso a bienes materiales, hay que volver a realizar un proceso de recuperación y reconstrucción de la propia vida, duradero en el tiempo. Sin embargo, sin unos mínimos a nivel material, la realización de estos procesos se vuelve una tarea poco más que heroica. Por tanto, se trata, por una parte, de restituir el acceso a un derecho como el de la vivienda, mientras -en paralelo- se favorece también la adquisición de herramientas que permitan a estas personas volver a la sociedad.
La Llar Primer se ha materializado mediante un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Castellón y la colaboración de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas.
– ¿Qué diríais que fue lo más destacable sobre género y sinhogarismo de lo que se trasladó en la jornada?
Belén Sánchez Garcés: Aunque las mujeres sufren mayor vulnerabilidad ante la pobreza que los hombres, el sinhogarismo se considera una problemática mayoritariamente masculina. Ello se debe a que los procesos que llevan al sinhogarismo toman diferentes formas entre mujeres y hombres, quedando las femeninas ocultas en el ámbito privado (casas de amistades, pisos sobre-ocupados, trabajo por techo…). En el caso de las mujeres con menores a cargo, el miedo a perder la custodia obstaculiza la petición de ayuda institucional. En concreto, las mujeres con patologías adictivas han sido tradicionalmente separadas de sus hijos/as menores, a menudo sin opciones previas de recuperación. Ellas se ven sometidas a un doble estigma: el de la pobreza extrema, y el supuesto abandono de su rol de cuidadora.
Por otro lado, la violencia machista y el sinhogarismo femenino mantienen una estrecha relación. Y una vez en la calle, la violencia y la presión sexual a las que se enfrentan las mujeres aumentan, situación que no se da generalmente en los hombres.
La invisibilización de las mujeres en situación de sin hogar genera políticas de atención a las personas sin hogar androcéntricas, que se adaptan mejor a necesidades vinculadas a estilos de vida masculinos. Por ello, es necesario redefinir el sinhogarismo, considerándolo como resultado de la falta de acceso a la vivienda, desarrollando un abordaje centrado en la persona, más allá de categorizaciones estanco y teniendo en cuenta las diferentes formas que adopta con perspectiva de género.
– ¿Cómo influye la violencia machista en el sinhogarismo femenino y al tiempo como desencadenante que fomenta otros factores de riesgo como las enfermedades mentales?
Fidel Romero Salord: Más que pensar en causalidades puntuales, que también se dan, creo que hay que pensar en “sistemas de riesgo” como aquellos contextos sociales en los que diversos factores quebrantan el lazo social y a su vez, actúan como un vórtice negativo. Es la idea de un mar revuelto donde los escollos no solo hunden a la mujer, sino que la estrella contra diversos acantilados que agravan su situación: violencia machista, salud mental, pero también salud física, brecha salarial, falta de igualdad de oportunidades, inaccesibilidad al mercado de la vivienda…
– ¿Se tiene en cuenta la perspectiva de género a la hora de abordar el sinhogarismo en sus diversos aspectos (intervención, análisis de esta realidad…)?
Fidel Romero Salord: Se ha comenzado a hacer en los últimos años y es una de las líneas de trabajo ineludibles para el abordaje de la exclusión residencial y el desarrollo de sistemas eficaces de atención.
– Al hilo de la cuestión anterior, parece ser que los recursos para personas sin hogar están en general más enfocados a hombres y son muy pocos los programas adaptados a mujeres…
Fidel Romero Salord: Efectivamente, esta es la realidad mayoritaria; no obstante dentro de los diversos proyectos de la Fundación Salud y Comunidad hay ya experiencias muy positivas de programas y servicios específicos como es el caso del Taller “Mujer Adelante” del CAI de Alicante y del Programa Rosella del CIBE de Valencia.
– ¿Qué destacaríais en relación a lo que se trasladó en la jornada sobre el cambio de paradigma que se está dando en la actualidad, ¿a qué escenarios de exclusión residencial pensáis que nos dirigimos?
Sonia Fuertes Ledesma: En exclusión residencial, como en prácticamente todos los ámbitos de la acción social, nos dirigimos a un escenario donde se combina la incidencia política y de denuncia con las propuestas técnicas de carácter innovador. El precio de la vivienda es prohibitivo y el alquiler está también lejos de ser asequible. Por lo tanto, se han de favorecer otras políticas que favorezcan la vivienda asequible y accesible.
Es conocido que una familia que destina más del 40% de sus ingresos a vivienda y suministros se sitúa en un contexto de vulnerabilidad. Por otra parte, el riesgo en esta coyuntura es obviar las dificultades que enfrentan algunos de los colectivos con los que nosotros trabajamos, que requieren de un mayor acompañamiento. En ese caso, al modelo de “Housing First” (que preconiza la importancia del derecho a tener una vivienda por encima de otras consideraciones) le acompañan otras modalidades como el “cohousing” o vivienda compartida (con un tutelaje que puede variar su intensidad en función de las diversas situaciones).
– El trabajo con las personas en situación de exclusión residencial continúa siendo, en la actualidad, objeto de investigación y mejora constante. ¿Qué papel desempeña la evaluación y en qué momento nos encontramos al respecto?
Sonia Fuertes Ledesma: En cualquier política social o en el desarrollo de cualquier propuesta técnica, la evaluación es un aspecto fundamental y no siempre incorporado en toda su importancia y en sus múltiples dimensiones. La evaluación de resultado y objetivos conseguidos, la evaluación de impacto (incluyendo la dimensión comunitaria), la de proceso, la de satisfacción. En nuestra opinión, solo conociendo los efectos de nuestras actuaciones podremos mejorar y adaptarlas de manera más precisa y eficiente a la demanda social y al encargo institucional.
– ¿Cuáles diríais que son los nuevos retos para las políticas públicas motivadas por estas nuevas realidades y los nuevos escenarios a los que nos dirigimos?, ¿existe una nueva mirada desde el ámbito político o sería lo deseable?
Sonia Fuertes Ledesma: Los nuevos retos guardan relación con políticas que se muevan en el medio y largo plazo, que huyan de resultados efectistas y muchas veces excesivamente ligados a escenarios electorales. Necesitamos acuerdos globales que estén más allá de estas coyunturas y que promuevan cambios para la ciudadanía. Si no conseguimos revertir los efectos de desigualdad y/o de pobreza, nos enfrentaremos a escenarios donde la cohesión social y la promoción de la ciudadanía serán cada vez más difíciles.
– ¿Y cuáles serían vuestras propuestas para que pueda ser abordada mejor desde el ámbito público la problemática referente a la exclusión residencial vinculada al consumo de drogas y convivencia comunitaria?
Sonia Fuertes Ledesma: En primer lugar, es importante huir de la asociación entre personas sin hogar y consumo de drogas reforzando una imagen estereotipada o estigmatizante. Con esta apreciación, no queremos decir que en ocasiones el consumo de drogas, especialmente del alcohol, no esté presente en una realidad tan dura y difícil como es vivir en la calle o no disponer de un lugar que nos “sostenga” física, emocional y subjetivamente”. Ahora bien, no siempre que se dan estas situaciones se aprecian dificultades en relación a “molestias” en el vecindario, más allá de la supuesta incomodidad que genera el ver a estas personas aseándose en las fuentes públicas o durmiendo en los cajeros de nuestras ciudades. En ese sentido, es también importante ser capaces de reflexionar acerca de nuestros valores en relación con ello, a veces más cercanos al rechazo que a la solidaridad o al compromiso que debiéramos sentir para acabar con esas situaciones que tanto sufrimiento comportan.
– En pocas palabras, ¿qué os llevasteis en positivo de esta jornada?
Belén Sánchez Garcés: Ha sido muy satisfactorio encontrarse con otros profesionales que han aportado sus conocimientos y experiencias. Así como haber compartido estudios, buenas prácticas y propuestas de políticas sociales para un mejor abordaje de la exclusión residencial.
Fidel Romero Salord: La experiencia de analizar y constatar de manera compartida el desajuste entre la especialización y el desarrollo teórico de los sistemas de atención a personas sin hogar frente al deterioro de los sistemas globales de inclusión y protección social. Una realidad que nos interpela como profesionales y miembros de la sociedad.
Sonia Fuertes Ledesma: Encuentros como este facilitan el intercambio y nos impulsan para continuar avanzando y aprendiendo.