Es educadora social y ha trabajado en la Fundación Arrels durante 12 años y 1 año en la Fundació Hàbitat3. En esta entrevista nos va a acercar la realidad del sinhogarismo y sus opiniones. Se define como una profesional del ámbito social convencida de que las personas, con el respeto y el ritmo adecuados, pueden iniciar procesos de mejora en sus vidas.
¿Cuáles son los retos actuales que afronta el trabajo social en sinhogarismo?
Por un lado, la participación de las personas atendidas, de los usuarios y usuarias dentro de las entidades. Desde la óptica de la participación, en mi opinión hacer actividades de decoración del centro por Navidad no sería un buen ejemplo de participación. A nivel de la Federación Europea de Organizaciones Nacionales que trabajan con Personas sin Hogar (FEANTSA), cuando se habla de participación, está relacionado con la idea de que una persona atendida tiene realmente capacidad de decisión sobre su propia vida.
¿Y ello qué implica?
Todo. Quiere decir respetar los tiempos de las personas, los tiempos previstos por los objetivos que no los marca el profesional, sino la propia persona. Esto ya es un cambio muy radical, pues muchas personas se refieren a la idea de participar, cuando no se trata de eso. Participación para mí es cuando esa persona te dice: “No quiero hacer ese tratamiento. Quiero hacer este o ese otro. Yo decido sobre mi vida”. Me guste o no lo que esté decidiendo, yo estaré a su lado. Y como profesionales debemos ser lo suficientemente maduros para asumir estas decisiones, integrarlas, aceptarlas. Ser honestos como para decir: “No estoy de acuerdo, pero continúo estando a tu lado”. Y así, ir desvinculando un poco al acompañamiento social de los condicionantes de vivienda, tratamiento, etc.
De alguna manera, la idea de participación está ligada a la de responsabilidad por parte de la persona sinhogar.
Así es. No estoy hablando de la no responsabilización de las personas sinhogar, al contrario. Precisamente, la participación es para mí una toma de responsabilidad brutal. Significa decirle a un usuario que es una persona, un ciudadano, un ser humano y tiene derechos y deberes, las dos cosas. Y nosotros vamos a trabajar para favorecer tanto sus derechos como sus deberes, con lo que implican a nivel de compromiso.
El tema de las adicciones, concretamente el alcoholismo, también está muy presente entre estas personas. Antes se les decía que si no dejaban de beber no entrarían en un piso, pero al final dejó de haber usuarios “ideales”, y fue entonces cuando se empezó a cambiar el chip hacia la reducción de daños. Nos empezamos a plantear una serie de cuestiones sobre la vivienda: ¿debe estar condicionada por la abstinencia?, ¿no es un derecho?, ¿la prestación que cobra esta persona es un derecho o la cobra porque yo decido que la tiene que cobrar? Por tanto, si esta persona está en su pleno derecho, ¿quién soy yo para decidir si la puede cobrar o no?”.
También es verdad que estas personas pasan por distintas fases, y por este motivo yo sí creo que tiene que haber una fase asistencial. Es decir, cuando hablamos de personas tan cronificadas y una de ellas llega al servicio y no tiene nada de nada, básicamente necesita un lugar para dormir, una ducha y un lugar para cenar. Y esto es asistencial, esa persona te va a decir: “vale, ya hablaremos mañana, pero hoy necesito descansar”. Una vez tenga las necesidades básicas cubiertas, tenemos que tener claro que delante vamos a tener a una persona adulta, y normalmente con capacidad de decisión.
En este sentido, participación quiere decir que esa persona sienta en ese momento que su vida es suya, y que no está viviendo su vida a través de un profesional, a través de su plan específico de trabajo.
¿Qué destacarías del trabajo en red?
Para mí el trabajo en red es el que se hace en Londres, donde todas las entidades que trabajan en la calle comparten una única base de datos. De esta manera, cuándo estás atendiendo a alguien, puedes saber si ha sido atendido el día antes o no: dónde se ha duchado, dónde ha dormido, dónde ha comido, quién la ha ayudado, quién está interviniendo, etc. Por tanto, no se duplican intervenciones, cosa que aquí sigue sucediendo.
Hay reuniones de coordinación entre técnicos, pero no hay una voluntad de compartir todos los datos. A fin de cuentas, trabajamos todos con las mismas personas. Si nos comparamos con otras ciudades se hace muy poco trabajo en red, y cuando pienso en el trabajo en coordinación con otros agentes implicados en el sinhogarismo, aún menos. Hablo de la red sanitaria, de salud mental o de la red de Adicciones. Falta una mejor interrelación de trabajo en red entre lo sanitario y lo social.
¿Qué significa para ti el Housing First?
Para mí el Housing First (HF) es la gran revolución en el ámbito de trabajo en sinhogarismo, es una filosofía y manera de trabajar y entender a la persona que tienes delante, con un cambio en la decisión política y de transición hacia un nuevo modelo. El HF te dice que la persona tiene el derecho a decidir, como introdujo Sam Tsemberis. Cuando preguntas a las personas que están en la calle qué desean o necesitan para salir de la calle, el 90% te dicen que una vivienda individual. El HF no habla de pisos individuales, habla de lo que la persona necesite y quiera en cada momento. Si alguien quiere compartir piso con otra persona porque se entienden perfectamente, fantástico.
También tiene que ver con que los profesionales comprendan que tienen que ofrecer un abanico de posibilidades. Nosotros ofrecemos experiencia, técnica, conocimientos, vida, madurez, sensibilidades, valores, etc. que los ponemos a disposición de estas personas, como un abanico de opciones. Soy yo quien me adapto a su ritmo realmente, a su disposición. Esto no quiere decir que él o la usuaria pueda hacer lo que le dé la gana, hay ciertos compromisos que el HF deja bien claros: tiene que pagar un tanto por cierto de su renta, debe tener una buena relación con la vecindad, y un cierto contacto con un equipo de soporte. Si te fijas, los dos primeros también los tenemos que cumplir todos como ciudadanos, por tanto, el HF tiene mucho de tratar a las personas sinhogar como adultas, capacitadas, y aunque seguramente con muchas dificultades, pero que ya se irán trabajando.
Y en lo referente a intervenciones relacionadas con el alcohol y drogas en general, dirigidas a personas sinhogar, ¿cuál es tu opinión?
Promover la reducción de daños, sobre todo con el personal más cronificado, con las personas que hace más tiempo que están en la calle, con un consumo mayor o con problemas de salud mental. Siempre lo he dicho: “mejor un tío bebiendo tres copas de vino en un bar, que seis litros de brik en un parque”. Hay quien no lo entiende, pero para mí a nivel de concepto cuando un usuario es capaz de traspasar la puerta de un bar, beber una copa y pagar esa consumición, da igual, aunque sean tres copas, cuatro o cinco… es mucho más normalizar que si lo comparamos con comprarse seis cartones de vino y estar todo el día en el parque. Si están todo el día en el parque educativamente no puedo hacer ningún trabajo, porque no los veo. En cambio, si están en casa, en un servicio, en la habitación bebiendo, tengo muchas más posibilidades de tener un encuentro con esa persona y poder trabajar.
Evidentemente la posibilidad de abstinencia y la desintoxicación tiene que estar presente, debe ser una opción en el abanico de posibilidades. Pero la vivienda, mi soporte, mi acompañamiento, no depende de su abstinencia. Haga lo que haga con su consumo, yo seguiré estando ahí. Pero muchos equipamientos residenciales son secos, no se puede beber en ellos, incluso los de larga estancia. Pueden llegar muy mal si siguen consumiendo, y aunque no se busque la abstinencia, dentro no se puede consumir.
¿Cuál es la situación a nivel político en estos momentos en Cataluña?
A nivel local, en Cataluña, ahora mismo se está elaborando la primera estrategia catalana de abordaje del sinhogarismo. Pienso que será una buena herramienta porque será la primera, y denota un esfuerzo para poner el tema encima de la mesa.
En el territorio, en algún municipio, si alguien quiere trabajar en este ámbito necesita que se le guíe, informe y coordine, le ayude y le eche una mano. Por tanto, creo que es una buena noticia la estrategia catalana.
¿Qué les dirías a los políticos en este sentido?
Les diría que fueran más honestos, que contactaran más directamente con las personas sinhogar, no solo en un día de reunión. Que conozcan más a fondo sus trayectorias vitales, qué les pasa. Y después que lo mantengan, que sean suficientemente valientes para mantener y defender una implementación real del HF. Es un ejercicio de valentía y honestidad social que implicaría muchas más explicaciones a la ciudadanía.
Sé que el sinhogarismo puede que no termine nunca, pero o bien nos implicamos todos mucho más y realmente trabajamos en red, dejando de lado los egos, los recelos y los protagonismos, o será mucho más difícil.