Inserción Social y Empleo

Perspectiva de género en la atención a personas en situación de exclusión residencial

Durante los días 10 y 11 de junio, hemos asistido a la primera formación sobre género en el Centro de Acogida e Inserción para Personas Sin Hogar (CAI) de Alicante, de titularidad municipal, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC). La realización de esta acción formativa, dirigida a profesionales del servicio, ha sido posible gracias al apoyo y compromiso de la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Alicante, en el marco del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género.

La formación, con el título “¿Cómo incorporar la perspectiva de género en el trabajo en exclusión residencial?”, ha sido impartida por Gemma Altell, psicóloga, anterior subdirectora del Área de Adicciones, Género y Familia de FSC.

En este curso, trabajamos los conceptos básicos de género e identificamos cómo aplicar herramientas de análisis con perspectiva de género en la atención a personas en situación de exclusión residencial. Además, surgieron propuestas de mejora a aplicar en el centro y conocimos cómo poder introducir la mirada de género en la normativa y funcionamiento diario. De esta formación destacamos, en cuanto a las conclusiones, y tras la valoración del sentir del equipo, la importancia de introducir medidas que favorezcan la situación de las mujeres en el CAI de Alicante, para conseguir una igualdad real y efectiva entre las personas participantes en el servicio.

Entre otras aportaciones, se valoró la incorporación de las siguientes propuestas: la introducción de kits de higiene femenina en el programa de acogida; desarrollar un espacio propio de descanso para las mujeres; la disposición de pestillos en los lavabos de los espacios comunes del centro para garantizar una mayor seguridad; posibilidad de lavado de la ropa interior de forma separada; desarrollar la posibilidad de una vivienda exclusiva para mujeres; valorar la posibilidad de separar zonas por género y disponer de un referente de mujeres y personas LGTBI en el centro.

Creemos que son absolutamente necesarias este tipo de formaciones de género que proporcionan espacios de convivencia e intercambio de opiniones entre profesionales, lo que se transforma en una mayor capacidad de trabajo conjunta de equipo, la reflexión sobre nuevas ideas y la realización de aportaciones para un proyecto común con perspectiva de género.


Verónica Illán Candel
Técnica auxiliar educativa y Vanesa Gómez Moreno, trabajadora social del CAI de Alicante, dirigido por la Fundación Salud y Comunidad.

A raíz del curso…

Estas líneas las escribo al calor de la experiencia formativa. Más allá de objetivos y contenidos del curso, hay, una semana después de su impartición, resonancias e intuiciones que necesito escribir para terminar de darles forma…

Tiendo a pensar en esquemas, en estructuras en equilibrio, en claves y flechas. A estas alturas, me resulta cansino precisar si esta forma de aprehender el mundo viene de serie, con mi vigésimo tercer par cromosómico, si fue arraigando en mí durante los procesos de socialización de género, si forma parte de mi organización neurológica o fue porque caí accidentalmente en una marmita de pequeño. De un modo u otro, me resulta fácil codificar lo que ocurre en mapas conceptuales, en constelaciones, en sistemas geométricos, en dibujos, en imágenes, en metáforas, en mecanismos, en juegos y, en ocasiones, en versos y silencios. Sé que no es la única forma de pensar, probablemente tampoco la mejor, en todo caso es la mía y es la que puedo poner al servicio de mi trabajo en el centro.

El curso me ha puesto frente a otra forma de acción y pensamiento que me maravilla. A falta de encontrar una palabra para describirla o de un mapa para fijarla, se me ocurre el baile como metáfora… No es el todo simultáneo sino la construcción secuencial, no es ni el árbol ni el bosque, sino el crecimiento y devenir de ambos, no es la ocupación de la totalidad del espacio mental sino la articulación de un discurso en movimiento que se construye, envuelve y desenvuelve junto a otros movimientos, es un decir que rodea y configura, que acaricia, mueve sin violencia, y pone en juego a todo el ser en un orden confuso, en una confusión ordenada. No es solo el programa, el tesón y el objetivo sino también, la espontaneidad, la emoción y el disfrute. No es tanto la precisión en la trazabilidad del argumento como la intuición en la compleja pirueta, el giro inesperado, la vuelta dada. Es la sutileza del gesto que invita, es lo evidente, aunque no dicho, es lo insinuado, es el ritmo donde se da, sin incongruencia, la presencia para sostener y el espacio para posibilitar el movimiento ajeno. No es solo el decir sino la escucha, no es solo el incidir sino el alojar.

He conocido a grandes hombres y mujeres, singulares en estas y otras formas de pensamiento, pero de entre todas las posibilidades, el curso me ha permitido acercarme, de otro modo, a grandes mujeres que “bailan” en el desarrollo de su profesionalidad. Es una danza que no deja de sorprenderme, quizás porque yo para bailar necesito espacios más privados y seguros.

En mi casa, hay un refrán parodiado que nos hace sonreír: “detrás de todo gran hombre siempre hay… una mujer sorprendida”, sirve también en orden inverso y sirve, más allá de decidir quién está delante y quién está detrás, para llevar la mirada de la grandeza al asombro.

Creo que nos admiramos poco… o quizás nos decimos poco lo mucho que nos admiramos, de un modo u otro, la falta de este asombro mutuo es triste y mal pronóstico de profesionalidad en tareas donde necesitamos continuamente ilusionar e ilusionarnos.

En el CAI de Alicante, no nos faltan motivos para la preocupación, la tristeza, la frustración o incluso para el enfado, pero tenemos también motivos sobrados para la admiración. Admirarnos de lo que como equipo hemos vivido, de lo que ahora somos, de lo que podemos llegar a ser. Permitirnos también el asombro hacia cada individualidad concreta en todo lo que la otra, o el otro nos regala de sí. Es en esta apertura donde hacemos el tránsito de vivir condenados a soportarnos a estar liberados para sostenernos, de garantizar el cuidado mutuo que nos vitaliza en el cuidado ajeno.

En el curso, no hablamos explícitamente en estos términos, hablamos, más bien de esa extraña cosa que es hacernos personas identificadas con un género, hablamos de desigualdad, de exclusión residencial, de mejoras de proyecto, de tiempos viejos y gafas nuevas, de perspectiva de género. Pero más allá de reducirlo a conceptos me quedo con la riqueza y honesta admiración de haber visto a una excelente docente y a un gran equipo, mayoritariamente femenino, construir nuevos pasos en un movimiento que nos compromete a todas, que nos implica a todos.

Tiempo tenemos ahora de retomar y operativizar propuestas; me quedo, sin embargo, en estas líneas con la intuición y la admiración que las alienta. Me quedo con esto y el agradecimiento por este tiempo de femenina presencia compartida en el centro.


Testimonio anónimo.

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