- Las propuestas probadas no consiguen mantener la respuesta inmune sin ser peligrosas
- El trabajo propone usar proteínas de virus en otros microorganismos
La búsqueda de una vacuna contra el VIH ha sido, hasta ahora, una carrera de obstáculos. Frente al optimismo inicial (son famosas en el sector las sucesivas promesas de contar con un fármaco cada cinco años), a diferencia de otros virus este ha resultado imposible de bloquear. Lo más que se ha conseguido en algún ensayo es una protección del 30% en algunos grupos de población, insuficiente para los mínimos exigibles antes de usarlo a gran escala. Un trabajo publicado en Nature Medicine explica el porqué de este fracaso, y abre la puerta a nuevos planteamientos.
Según explican los autores de la Oregon Heath & Science University (OHSU), en un trabajo que ha contado con fondos de la Fundación Bill & Melinda Gates, el problema ha sido graduar la respuesta inmune y hacer que se mantenga. En las vacunas tradicionales, esto se consigue de dos maneras. Una, inoculando virus atenuados, de manera que no produzcan la enfermedad, pero sí una respuesta inmunitaria, que deja al organismo preparado para cuando haya una exposición real al patógeno. La otra es inyectar solo proteínas del virus.
Con el VIH se han probado ambos métodos. Pero ninguno ha funcionado. La causa está, según los investigadores, en que no hay un virus suficientemente atenuado como para no ser peligroso, y que cuando se usan proteínas solo, en cambio, la respuesta es insuficiente. Es decir, que la respuesta no se ha podido graduar: cuando se usaba el VIH entero no había garantías de que el voluntario no fuera a enfermar; si se usaban solo proteínas, la respuesta no duraba.
Lo interesante del trabajo es que propone una solución intermedia: utilizar virus que sean inocuos para una persona sana y que, a la vez, se mantengan mucho tiempo, incorporándoles proteínas del VIH. De esta manera, la persona no corre el riesgo de enfermar por el virus, pero mantiene la respuesta inmunitaria.
Aunque todavía no se ha probado, los autores del trabajo apuntan a un posible candidato: el citomegalovirus (CMV). Este microorganismo es inocuo para las personas sanas (aunque las que tienen afectadas las defensas pueden sufrir graves complicaciones), y produce una respuesta inmunitaria muy sostenida. Es un camino a explorar.
Fuente: El País