Sólo «una pequeña proporción» de los casos que ha llevado a juicio corresponden a denuncias por violencia psicológica, aunque esta afecta a la mayoría de mujeres maltratadas, vaya o no acompañada de agresiones físicas. El problema es que es muy difícil de probar.

Para llevar un caso de violencia psicológica en los tribunales, la abogada Ester García ha sido hasta dos meses preparando el juicio, recogiendo el testimonio de la mujer maltratada y la máxima información posible: «Hay que aportar informes psicológicos, atestiguados en su defecto, relatos de hechos …». Durante este proceso de preparación, suele recurrir a psicólogas o entidades especializadas, que le asesoran sobre cómo aproximarse a las mujeres y demostrar si sufren las secuelas del maltrato psicológico.

Una de las psicólogas que ha asesorado García es María Rosa Micaía, voluntaria de Acción contra la violencia doméstica, entidad del distrito de Nou Barris de Barcelona. Psicóloga y abogada coincidieron en las Jornadas sobre el maltrato psicológico en el ámbito de la pareja de la entidad Mujeres de Vuelo, celebradas en el Centro Cívico Can Basté el 11 y el 12 de noviembre.

Micas explica que la sintomatología del maltrato psicológico se caracteriza por un «cuadro ansioso depresivo cronificado», los sentimientos de pérdida, miedo o culpa o el aislamiento social. Muchas mujeres sufren trastorno de estrés postraumático y algunas de ellas somatizan la violencia psicológica, por lo que los deja secuelas físicas.

Sin embargo, demostrar que la mujer sufre estas secuelas no garantiza el éxito en el juicio. En este sentido, Ester García, responsable de la Comisión de Violencia de Mujeres Juristas, asegura: «Normalmente, en las condenas que he conseguido por violencia psicológica habitual, he acreditado episodios de violencia sexual y física».

Las dificultades para probar la violencia psicológica no son, sin embargo, las únicas que se producen en el ámbito judicial. Cada vez más agresores están presentando una acusación contra las mujeres que los han denunciado por violencia machista, mientras que muchos de ellos utilizan el momento de recoger a sus hijos para continuar maltratando a su pareja, una vez acordado el régimen de visitas.

En este sentido, la abogada considera que la nueva ley de custodia compartida, que entró en vigor en Cataluña a principios de 2011, «está haciendo mucho daño». Esta ley establece que se conceda normalmente la custodia compartida de los menores ante cualquier caso de separación y eso plantea dificultades en los casos de violencia machista, según García.

Sin embargo, en términos generales, la abogada está satisfecha con los avances que han representado las leyes contra la violencia machista, aprobadas en 2004 en el Estado y en 2008, en Cataluña. De la normativa catalana, destaca, además, que es la segunda de un parlamento autonómico que incorpora una definición consensuada de violencia psicológica, sólo por detrás de la vasca.

García considera que, actualmente, el problema no son las leyes, sino que parte de los profesionales que las deben aplicar no están formados ni sensibilizados sobre violencia machista y asegura: «Hay jueces que creen que existe y hay jueces que creen que no existe la violencia psicológica». En este sentido, recuerda que una sentencia reciente de la Audiencia Provincial de Murcia considera que calificar una mujer de zorra no es un desprecio o insulto, ya que esta palabra puede aludir a un animal astuto.

A las dificultades con que se encuentran los juzgados, mica y García añaden el escaso apoyo que las mujeres maltratadas psicológicamente reciben de su entorno. «Si tú no ves un brazo roto o un azul, difícilmente, si no eres una persona experta, entrarás a ver qué pasa» – resume García. Para a poco, otro factor que dificulta en torno la percepción de la violencia psicológica es la imagen de hombre «encantador» del maltratador. Además, ambas expertas añaden que no hay ningún perfil que caracterice un agresor.

De lo que sí se muestra convencida Ester García es de que el maltrato se ejerce de forma consciente: «muchos dicen que, ante la frustración, responden de esta manera, sí, pero no lo hacen con su jefe o con el su amigo, lo hacen con la mujer».

En algunos casos, la abogada explica que los agresores utilizan perversos métodos de violencia psicológica, entre ellos pinchar el perro que vive en el hogar con una aguja, encender y apagar la luz toda la noche, cambiar las cosas de lugar o pinchar las ruedas del coche.

Son formas de maltrato psicológico, a menudo aún imperceptibles para el conjunto de la ciudadanía, aunque este tipo de violencia psicológica es la más frecuente, según los escasos datos disponibles sobre el tema. Así por ejemplo, un estudio presentado en Oviedo en unas jornadas sobre Medicina de Familia (2007) indica que el 45% de las mujeres españolas han sufrido violencia psicológica en algún momento de su vida.

Frente a esta situación, mica y García señalan que hay que hacer visible todo lo que hay por debajo de los golpes, todo lo que queda por debajo de la punta del iceberg.

Fuente: revista digital Dones