Al derrumbe de la construcción, que golpeó a los hombres, le sigue ahora el de los servicios

La tasa de paro femenina es peor aún; los recortes del gasto público les afectan más

Un reguero de desempleo cada vez más caudaloso, dificultades para hacer compatible el trabajo y la vida familiar —cuyas responsabilidades recaen en ellas en mayor medida— y recortes al Estado de Bienestar. En femenino, la crisis se conjuga con agravantes, según las expertas. Y el panorama pinta negro: algunos de los cambios que vienen, como la flexibilidad de jornada que la reforma laboral acaba de consagrar para los empresarios y el apoyo al trabajo a tiempo parcial, ahondarán las diferencias. Frente a ese panorama, algún “brote verde”, de la mano del autoempleo.

“La crisis tiene consecuencias distintas para hombres y mujeres. El aspecto más letal para ellas es el recorte del gasto público”, afirma Lina Gálvez, profesora de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide. Y lo explica así: esa rebaja se deja sentir en el empleo público, “hasta ahora el mejor empleador de las mujeres”, cuyas plazas “se han congelado y donde van a caer interinos”. Además, esa medida provoca el recorte de los servicios sociales, y esto afecta a las mujeres por partida doble: emplean mano de obra femenina en gran medida y favorecen sobre todo a las ciudadanas, porque las alivian de las tareas de cuidado que protagonizan. “Quizá lo más nefasto es que estos recortes van a afectar incluso a la empleabilidad de las mujeres”, añade esta experta.

La tasa de actividad femenina sube cuatro puntos y la masculina baja dos

Recortar lo que ya es corto. Antes de la crisis económica, la bonanza había atenuado la falta de equidad en el ámbito laboral —la autonomía económica es fundamental para la igualdad—, pero sin acabar con ella. “Se olvida que no estábamos en el mejor de los mundos”, dice Almudena Fontecha, responsable de Igualdad de UGT. Cuando el bienestar tocaba techo, en el segundo trimestre de 2007, el desempleo masculino era prácticamente estructural: el 6,1%. Pero el femenino era el 10,5% y cerca de un millón de mujeres buscaba trabajo, según la Encuesta de Población Activa (EPA). Cuatro años después y tras el drástico aumento del desempleo masculino, la tormenta económica deja la tasa de paro casi igualada entre las personas de más de 16 años, pero las mujeres siguen en cabeza: 23,3% para ellas y 22,4% para ellos. Al derrumbe de la construcción —que se cebó con la mano de obra masculina— ha seguido el de los servicios, muy feminizados. “Aunque el desempleo de los hombres ha crecido mucho más, no ha superado la tasa que padecen las mujeres”, recalca Carmen Bravo Sueskun, secretaria de la Mujer del sindicato CC OO. “A ellas les cuesta más que a los hombres conseguir un empleo. Por eso son más pesimistas. Creen en mayor medida que lo pueden perder, y que no volverán a tener otro”, explica María Ángeles Durán, profesora de investigación del CSIC.

Una vez en el paro, “ellas acceden menos al subsidio, porque trabajan en condiciones más precarias”, plantea Fontecha. Ahora están desempleadas 2,4 millones de mujeres y 2,8 millones de hombres. “Ellas afrontan mejor el hecho de quedarse sin empleo si tienen un flotador económico en la pareja. En cambio, los varones llevan peor esa misma situación, porque la cultura imperante les hace sentirse fracasados”, tercia Durán.

Los sindicatos temen el descuelgue de los convenios en igualdad

Otra de las diferencias entre unas y otros es que la crisis no ha frenado las expectativas de las ciudadanas, cuya tasa de actividad ha subido cuatro puntos desde 2007 –ahora es del 52,9% entre las mayores de 16 años–, mientras que la de los hombres ha caído dos puntos –67,3%–. “En épocas de crisis suele aumentar la actividad femenina, porque las mujeres buscan aumentar la renta familiar”, explica Laura Nuño, directora de la cátedra de Género de la Universidad Rey Juan Carlos. También ellas son quienes “mantienen las redes familiares, que son el soporte de la crisis”, añade Durán.

Ahora tienen empleo 9,8 millones de varones y ocho millones de mujeres –en 2007 eran 12 y 8,3 millones, respectivamente–. Una vez en el tajo, persiste una notable segregación por sexos en el empleo, de forma que cualquier recorte en servicios como la sanidad, la educación o los cuidados, por ejemplo, se ceba más con el empleo femenino. Es “fundamental” tomar medidas para atajar el paro en el sector servicios, “que es donde se concentra un importante porcentaje del empleo femenino”, asegura por escrito la directora general para la Igualdad de Oportunidades, Carmen Plaza. Son más del 80% en ese área.

“El trabajo a tiempo parcial se alentará como fórmula de conciliación”

Al mercado laboral segregado se añade la brecha salarial, una de las grandes diferencias entre mujeres y hombres. Se sitúa en el 22%, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que ha anunciado un plan de lucha contra esta divergencia. La desigualdad es mayor en los trabajos a tiempo parcial, donde el sueldo por hora femenino supone el 76% del masculino, según el INE. La titular del departamento, Ana Mato, defiende a capa y espada que “la mejor política de igualdad es la que crea empleo”. Pero de momento, solo se destruye.

Las reformas en marcha del mercado de trabajo contienen amenazas específicas para la situación laboral de las mujeres, según los sindicatos. Advierten, por ejemplo, del riesgo de que las empresas, al descolgarse de los convenios, lo hagan también de los planes y medidas de igualdad –para equiparar la situación de trabajadoras y trabajadores– que contienen muchos de ellos. El Ministerio de Trabajo precisa que no está previsto el descuelgue en esta materia. Admite, en cambio, que la reforma limita el margen para la jornada reducida por guarda de un menor, que toman las madres casi en exclusiva. A partir de ahora, la rebaja del tiempo de trabajo deberá ser diaria, a no ser que se pacte lo contrario. Otro efecto temido es que la posibilidad de que los empresarios cambien los horarios por su cuenta dificulte aún más la conciliación a las mujeres, apunta, entre otras, la responsable de Igualdad del PSOE, Purificación Causapié. En un informe difundido ayer, el sindicato UGT augura más paro y mayor precarización del empleo femenino en paralelo con mayores dificultades para conciliar, entre otras cosas porque los trabajadores a tiempo parcial podrán hacer horas extra a partir de ahora.

Ellas son cada vez más el “ganapán”, pero en casa no se reparte la tarea

Y el tiempo parcial es, sobre todo, femenino. “Esta modalidad, que se incentivará como fórmula de conciliación, supone menores ingresos, difícil carrera profesional y menor jubilación”, plantea Gálvez. Casi la mitad de las empleadas que tienen este tipo de contrato preferirían disponer de otro a tiempo completo (48,4%, según el Instituto Nacional de Estadística). El segundo motivo para esta situación es el cuidado de niños o adultos (16,1%). Es una factura de la dificultad para aunar el trabajo remunerado y las obligaciones familiares, donde la corresponsabilidad entre los miembros de la pareja sigue siendo una asignatura pendiente.

“Además, la crisis provoca un cierto miedo a ejercer derechos como la conciliación”, asegura Fontecha. “En estos tiempos, no podemos jugar a que alguien nos vea menos comprometidos con la empresa, y eso tira para atrás de las fórmulas de trabajo flexible”, añade Nuria Chinchilla, experta en conciliación del IESE (Universidad de Navarra). La presencia física cuenta más que los objetivos, lamenta. Las dificultades para conciliar son una de las razones para que las mujeres solo ocupen el 10% de los cargos de alta dirección, según la encuesta de la consultora PwC.

La reforma laboral contiene “amenazas específicas” para las mujeres empleadas

“La crisis afecta a todo el mundo, no estoy segura de que ellas estén más tocadas que ellos, pero sí puede estar afectando a la conciliación, porque parece que tenemos que trabajar más para conseguir lo mismo”, prosigue Chinchilla. Y hablar de conciliación es hablar de mujeres, que “son cada vez más el ganapán”, por el desplome, también, del empleo masculino. “Eso no se ve compensado por el tiempo que dedican los hombres a construir el hogar”, continúa la experta. Las mujeres dedican de media cuatro horas y media al día al hogar y la familia y los hombres, dos y media, según la Encuesta de Usos del Tiempo del INE.

Más desempleo, trabajo remunerado más precario, con menor sueldo y más obligaciones en casa. Por eso, las mujeres son más sensibles a los recortes del Estado del bienestar, de los servicios públicos. “Les afectan más a ellas, porque se benefician en mayor medida”, explica la socióloga Durán. El frenazo en la aplicación de la Ley de Dependencia es doblemente pernicioso para las mujeres, porque muchas abandonan sus trabajos para cuidar de sus mayores y porque esta ley ha supuesto una buena cantera de empleo femenino. Entre 2009 y 2010, los últimos datos presentados por el Gobierno, se crearon gracias a esta ley 165.000 trabajos directos; la inmensa mayoría, dicen los expertos, fueron para mujeres.

La brecha salarial se mantiene en el 22%, según el Gobierno

Así las cosas, el autoempleo es una opción en alza. La visión optimista la pone el profesor Joan Torrent, de la Universitat Oberta de Catalunya, uno de cuyos estudios señala el salto que han dado las mujeres justo en época de crisis: si antes de 2008 ellas eran las responsables del 20% de las microempresas que se creaban, desde esa fecha hasta 2011 los son en un 31%. “Ellas han sabido ver más oportunidad en la crisis que los hombres”, afirma sin dudas. La cara B de este asunto es la motivación de las mujeres para formar una empresa de estas características: les proporciona el empleo que no encuentran por ningún otro sitio y una flexibilidad laboral que deja hueco para otras tareas, véanse la casa, los hijos, los mayores… “Ya antes de la crisis las mujeres han manifestado en otros estudios internacionales su deseo de crear una empresa propia, pero no es la oportunidad de negocio lo que las anima, sino la necesidad”, constata Maria Àngels Valls, profesora del Esade. “No es de extrañar”, dice, “que el cierre del mercado de trabajo con la crisis haya acentuado esa necesidad de crear empresa propia”. “Pero también es verdad que muchos de esos deseos no se cumplen porque las mujeres encuentran dificultades con la financiación”, añade.

Efectivamente, el estudio del profesor Torrent no habla tanto de oportunidad de negocio como de necesidades añadidas: conciliación, autoempleo, discriminación salarial. Y de algunas ventajas que favorecen este despegue femenino en la creación de microempresas: la formación universitaria que tienen y las nuevas tecnologías que las sitúan en un contexto global y flexible para este tipo de iniciativas. “Con estos negocios, de alguna manera compran su libertad y ordenan su vida por cuenta propia”, afirma Torrent.

Las féminas crean tres de cada diez microempresas desde 2008

Este experto cree que estas microempresas –una gota en el océano del empleo– son los verdaderos brotes verdes, porque están surgiendo con fortaleza en tiempos de recesión, adaptadas ya al mundo laboral global y tecnologizado. Antes de la crisis el 40% moría en el primer año de vida, ahora no llega al 30%. “Las ayudas públicas deben repartirse entre estas empresas, en España la costumbre era darle a las grandes, pero estas tienen fortaleza para aguantar la crisis”, dice.

Con el panorama actual, las expertas pintan un panorama de tintes sombríos. “Con el empeoramiento de las condiciones laborales y los recortes de las políticas sociales, existe un riesgo cierto de que las mujeres tiren la toalla en el terreno laboral”, advierte la socióloga Constanza Tobío, experta en conciliación de la Universidad Carlos III. “Si el acceso a los servicios de cuidado se encarece o dificulta y el salario de las mujeres baja, se incentiva que las mujeres se puedan quedar en casa o vayan a trabajar a tiempo parcial”, plantea Gálvez. “En todas las crisis que se han analizado según el efecto en hombres y en mujeres se ha visto que provocan retrocesos en los avances generales en igualdad e intensifican el trabajo de las mujeres, sobre todo el no remunerado”, concluye. El diagnóstico definitivo llegará cuando pase la tormenta.

Fuente: El País