Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que se celebra cada 25 de noviembre, conmemoramos a las mujeres víctimas de violencia, de la violencia sistemática, patriarcal y machista que sufrimos las mujeres por el mero hecho de serlo. No podíamos olvidar a las víctimas colaterales, entre comillas, que son las niñas y niños testigos y, en su mayor parte también víctimas, de este tipo de violencias.
En el Centro de Recuperación Integral para víctimas de violencia machista “Constanza Alarcón” de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), pudimos hacerlo a través de la presentación de un proyecto artístico que surge de un contexto de activismo social. Se trata del “Recital: poemas y canciones”.
Este contexto de activismo social tuvo su auge en el año 2014 con la confluencia de distintos movimientos con reivindicaciones propias de cada ámbito y que tuvo su máxima representación en las Marchas de la Dignidad que recorrieron en el país en esos años. A raíz de ello, fuimos conscientes de la necesidad de crear un espacio para la reivindicación de los derechos de las mujeres en nuestra localidad, surgiendo así la plataforma “Aspe Feminista”, a través de la cual pudimos organizar diferentes actividades y eventos, entre las que destacan dos ediciones de Jornadas Feministas con una gran acogida y que sirvieron de base para dibujar los valores y ética feministas que defendíamos. Tras seis años de recorrido, con la llegada de la pandemia, Aspe Feminista fue desapareciendo poco a poco.
En nosotras seguía existiendo la necesidad de reivindicar nuestros derechos, así como la esperanza de aportar nuestro “granito de arena” para convertir el mundo en un lugar seguro para nosotras, las mujeres. Ello, unido a nuestras inquietudes artísticas, ha dado forma a este proyecto en el que se entrelaza el poder del arte con la fuerza de las mujeres que creemos en el feminismo, ya no solo como posición política, sino también como estilo de vida que nos permite conocernos, permitirnos y ser, al fin y al cabo, mujeres en un entorno tan hostil como es una sociedad impregnada de machismo.
Entendimos que estrenar este proyecto, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en una de las casas de acogida de la Fundación Salud y Comunidad era elegir los mejores oídos para transmitir nuestro mensaje y no nos equivocamos.
Con las primeras notas y palabras de nuestros poemas y canciones, sentimos que teníamos en nuestras gargantas una herramienta muy potente para generar vínculo con aquellas mujeres que se encuentran en un proceso de recuperación, debido a la vivencia de traumas relacionados con situaciones de violencia contra las mujeres.
Nuestras letras ese día hablaron de activismo feminista y de toma de conciencia sobre los sistemas patriarcal y capitalista que determinan nuestras vidas, pero también sobre el autocuidado, la autoestima, el autoreconocimiento, la aceptación personal y el reencuentro con una misma. De esta forma, conseguimos crear un espacio de sororidad entre todas las mujeres que lo compartimos, tanto usuarias como profesionales del recurso, que alentaba a dar un paso hacia la unión entre nosotras, siendo conscientes de que todas estamos contagiadas del germen que es el machismo, pero también de que juntas somos más fuertes para combatirlo.
Logramos crear un clima de confianza, sentimos que era posible pasar del sufrimiento y la vulnerabilidad al poder de transformarnos a nosotras mismas y, con ello, a la sociedad. La calidez, el agradecimiento y la acogida, por parte tanto de las usuarias como de las profesionales, nos sorprendieron y, a la vez, nos dieron fuerza para confiar en nuestro proyecto.
No teníamos la certeza de que esto fuera a funcionar, pero fuimos testigos del poder del arte, en concreto de la música y la poesía, como herramientas para canalizar las emociones y cicatrizar heridas. Es difícil expresar lo que pudimos compartir en este espacio, pero pensamos que un reflejo de lo que conseguimos con este proyecto es que allí mismo surgió la idea de llevar a cabo un taller de composición artística en el que poder expresarnos como mujeres libres e iguales.
Solo nos queda agradecer a la Fundación Salud y Comunidad por darnos la oportunidad de compartir el inicio de este proyecto, que todavía no tiene nombre, en la mejor compañía.
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Begoña, educadora social, y Ross, voluntaria, del Centro de Recuperación Integral para víctimas de violencia machista “Constanza Alarcón” en Alicante de FSC.
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