El matrimonio forzado es un matrimonio celebrado sin el consentimiento libre y pleno de las personas afectadas, o al menos de uno/a de los contrayentes que ha sido forzado/a a casarse.
Nos estamos refiriendo a un tipo de violencia estructural invisibilizada y legitimada por las tradiciones y costumbres. Se trata de una forma de violencia que comporta violencia psicológica, violencia sexual, violencia económica y, en muchos casos, violencia física.
Desde el Servicio de Acogida y Recuperación para mujeres en situación de violencia machista de la comarca del Segrià en Lérida, gestionado por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) y el Grupo Lagunduz, dirigido a mujeres en situación de violencia machista y a sus hijos e hijas dependientes, nos trasladan la importancia de profundizar en este aspecto, a través de los testimonios de algunas usuarias del servicio.
Según señala el equipo profesional, estas mujeres son víctimas de esta violencia que las marca desde el mismo momento de su nacimiento. Se trata mayoritariamente de mujeres que proceden de países del norte de África, África subsahariana, Oriente Próximo, Oriente Medio y colectivos de etnia gitana que por la condición de género no pueden decidir sobre su propia vida.
A menudo estas mujeres se ven obligadas a asumir las responsabilidades del hogar y de la familia, no pueden estudiar, se casan mayoritariamente a edades muy tempranas y, en general, se ven privadas de poder vivir de una manera natural su infancia. Todo ello hace que crezcan con la idea que su vida ya está organizada, más allá de los sueños e ilusiones que pueden tener.
Estas usuarias del Servicio de Acogida y Recuperación para mujeres en situación de violencia machista de la comarca del Segrià también afirman que en sus paises de origen no tienen derecho a decir ni a hacer nada y que son garantes, muchas veces, del honor y buen nombre de sus familias, y que si no cumplen con los mandatos familiares, son apartadas y “expulsadas” del sistema.
Además, tienen una fuerte presión social y familiar que hace que muchas de ellas no puedan vivir ni trabajar de manera independiente, “teniendo que perpetuar un sistema patriarcal que las oprime bajo el poder de la violencia cultural que legitima el abuso y la injusticia social en todos los ámbitos de la vida. Esta violencia invisibilizada marca su destino”, señalan desde el servicio.
Estos son algunos de los testimonios de mujeres que reflejan esta situación de matrimonio forzado. Son relatos que las mujeres verbalizan y que reflejan la violencia vivida, así como las creencias y valores del sistema familiar impuesto.
- “Siempre he sentido que me habían regalado”.
- “Me casaron con 12 años y a esta persona ni la conocía. Me destrozaron la vida”.
- “A los 15 años me casaron con un hombre de más de 30; sufrí abusos sexuales y no me dieron opción a decidir”.
- “Con 10 años ya vivía en casa de la familia del marido. Me hacían trabajar en casa como una servienta”.
- “No tenía ganas de casarme, el matrimonio fue pactado por una señora que se dedica a buscar marido a las mujeres. La familia lo aceptó”.
Según nos traslada el equipo profesional del servicio, al trabajar y profundizar en estos maltratos con las mujeres usuarias, observan que han sido objeto de violencia directa que además es la más visible (agresiones de la pareja o del padre o madre en la crianza). A través del trabajo de intervención en talleres grupales y con un trabajo individual, nos explican que “se puede catalogar de abuso o violencia que estos maltratos en sus paises de origen hayan sido normalizados bajo el nombre de cultura, tradición y deberes familiares. Estas mujeres tienen que aceptar con resignación y respeto lo que les ha sido impuesto por los mandatos familiares”.
Por otra parte, a través de este trabajo realizado en el Servicio de Acogida y Recuperación para mujeres en situación de violencia machista de la comarca del Segrià, se consigue que estas mujeres puedan reflexionar y analizar sus propias vivencias desde una mirada de género y adoptar otra perspectiva ante la vida. “El hecho de rebelarse contra su propio modelo sociocultural y contra las leyes machistas provoca a veces una ruptura de los vínculos familiares y/o la aparición de la culpa por el conflicto entre familias que la separación puede llegar a generar. Por tanto, estas mujeres tienen que ser doblemente valientes: por una parte, para recuperarse de las consecuencias de la violencia y, por otra, para enfrentarse a una ruptura que afecta a lo más profundo de su persona”.
A través de la labor realizada en este servicio gestionado por nuestra entidad, estas mujeres logran romper con fundamentos familiares inculcados a través del crecimiento personal, además de adoptar nuevas formas que generen en su vida más autonomía, libertad y, a la vez, prevenir estas y otras violencias.
Este mensaje de superación personal queda reflejado en el testimonio de una mujer de origen subsahariano, usuaria del servicio: “Quiero que mis hijas tengan un vida diferente a la que he tenido que sufrir yo, que puedan decidir libremente lo que quieran. Con su padre estaban condenadas, no tenían ningún futuro”.
Naciones Unidas contempla el matrimonio forzoso como una forma de abuso de los derechos humanos, ya que viola los principios de libertad y autonomía de la persona. La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 16: “Solo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos, podrá contraerse matrimonio”.