Las nuevas tecnologías, las redes sociales, y el mundo virtual nos permiten estar conectados con el resto, estemos donde estemos, a cualquier hora y en cualquier momento. Quién no ha buscado y encontrado antiguas amistades a través de Facebook?, ¿quién no tiene grupos de Whatsapp con antiguas amistades, con los padres y madres de la escuela de los hijos e hijas, etc.?
Las redes sociales nos han acercado virtualmente a familiares, amigos y amigas con los que hubiéramos acabado perdiendo el contacto por muchos motivos, entre ellos la distancia. Y no sólo eso, sino que nos permiten estar al corriente de sus vidas, y participar virtualmente.
Se nos ha abierto un nuevo mundo, con nuevos estilos comunicativos y relacionales, sobre los que se está debatiendo mucho en cuanto a los usos, pros y contras, etc. Donde queremos hacer hincapié es en cómo las nuevas tecnologías se convierten en nuevos verdugos para aquellas mujeres/madres que han sufrido situaciones de violencia machista. Verdugos porque se convierten en nuevas herramientas de localización y acercamiento a las víctimas por parte de los agresores.
Aquellas mujeres y sus hijos e hijas, que han vivido situaciones de violencia machista y se han visto obligadas a dejarlo todo (familiares, amistades, lugares de trabajo, etc.) para protegerse, buscando protección en espacios residenciales como los servicios de acogida, pierden incluso la libertad de poder relacionarse a través de las redes. Para estas mujeres las redes se convierten en verdaderas trampas, ya que pueden facilitar a los agresores aquella información necesaria para localizarlas.
Desde los servicios de acogidas para mujeres víctimas violencia machista de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), conscientes de la peligrosidad de las redes y la necesidad de protección de las mujeres acogidas así como sus hijos e hijas, junto con los equipos de atención a la víctima de los Mossos, organizamos unas charlas informativas sobre los peligros de las redes y las nuevas tecnologías, dirigidas tanto a las usuarias de los servicios como a los profesionales.
Con las mujeres es importante hacer un buen trabajo de concienciación sobre la facilidad de localización a través de las redes, incluso habiendo cambiado los nombres y las características de los perfiles de las diferentes aplicaciones. En general, se desconocen las medidas de privacidad, no se actualizan, no se cambian las contraseñas con asiduidad, no se es consciente de hasta dónde puede llegar un «like», etc. Igualmente es importante que los técnicos y técnicas que trabajamos con estas mujeres podamos transmitirles la importancia de protegerse de este mundo virtual y enseñar cómo hacerlo.
Nuevamente son las mujeres las que tienen que dejar de utilizar los dispositivos digitales o limitar su uso, las que deben privarse de relacionarse virtualmente con familiares y amistades, y no sólo ellas sino sus hijos e hijas pre adolescentes y adolescentes, grandes consumidores de tecnología.
Romper íntegramente con el pasado es muy difícil, sobre todo para los jóvenes, que dejan atrás una vida de la que no quieren desprenderse tan fácilmente. Por lo tanto, les es muy difícil asumir que el blindaje virtual es vital para evitar que el agresor de la familia los localice. Les cuesta mucho entender y aceptar que las medidas de protección digital no deben ser por un tiempo concreto (por ejemplo, durante la estancia en los recursos residenciales), sino que son medidas que deberán mantener a lo largo de tiempo. La realidad de su autoprotección pasa por mantenerse al margen de la digitalidad cotidiana, como por ejemplo «colgar» fotografías de espacios y entornos diarios tales como la escuela, rincones emblemáticos de la ciudad donde residen, etc. que puedan dar pistas sobre dónde viven.
Desafortunadamente, las mujeres y madres víctimas de violencia machista y sus hijos e hijas, a pesar de los esfuerzos de recuperación de la violencia vivida, seguirán debiendo preservar su intimidad y privacidad evitando la participación activa en las redes sociales tan plenamente integradas en las nuestras vidas.
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