¡Ay, mi patria, tan bella y abandonada!
¡Ay recuerdo tan grato y fatal!
Nabucco. Acto 3º Escena 4ª.
Rosa Sánchez, directora desde 2007 del Centro de Atención a Personas Sin Hogar de Alicante, de titularidad municipal y gestionado por la Fundación Salud y Comunidad, cesa el uno de marzo en sus funciones en nuestro centro para encargarse de un nuevo proyecto de la fundación.
No toca desvelar en este artículo su nuevo destino, que ni está muy lejos en la temática de la exclusión residencial ni muy distante en su ubicación… aunque se amplían ambos horizontes. Estas líneas no son una bienvenida a su nuevo quehacer (esperemos que alguien se encargue de ello), sino una despedida del que ahora deja.
La letra de la noticia ya está escrita, poco más puedo decir, falta ponerle música. Hace poco descubrí que a Rosa le gusta escuchar ópera (espero no revelar un secreto personal), parece adecuado buscar en ese género una melodía que acompañe este artículo. No estoy puesto en el canto lírico, y confieso, que me ha llevado un rato elegir la tonada. Tras descartar varias candidaturas, al final, harto de amores desgarrados y grandes pasiones, me decanto por un coro conocido por todos: “Va pensiero” de Nabucco, la primera gran ópera de Verdi.
No me entretendré en las asociaciones libres a las que se presta Abigail, la perversa protagonista de la trama, la apasionada Fenena, el impronunciable rey Nabucodonosor o Zacarías tan profundamente bajo… esa es otra historia. Lo que realmente hoy me cautiva es la voz conjunta del pueblo hebreo que canta su tristeza en la Babilonia opresora. La letra del coro hoy quizás nos diga poco, está fuertemente inspirada en un antiguo poema hebreo, cuyo final violento es transformado en el libreto por el loable deseo de «infundir, en el padecer, virtud«.
Pero ni siquiera evoco aquí ese fragmento por cuanto tienen sus versos de vetusto o universal, sino porque esa música, aún sin entenderla, conecta con un profundo sentimiento de nostalgia y pérdida. Es un canto a la tierra añorada, no importa ya, si fue inhóspita o fértil, acogedora o dura, importa que ya no está. Aquello que antaño se hizo familiar, las amables riberas del Jordán y hasta las torres derruidas de Sión, se evocan con la palidez de un recuerdo y no con la tangible presencia de una persona incansable que trabaja en un despacho cercano.
Casi nueve años de dirección dan de sí. Una parte significativa del equipo que ahora formamos el CAI-Alicante fuimos seleccionados por Rosa, gran parte de la estructura, la credibilidad institucional, la eficacia en la gestión y la sostenibilidad económica del CAI-Alicante ha sido fruto de la dirección de Rosa, de su dedicación, su compromiso y su competencia. Con ella hemos compartido la pasión por el trabajo en el campo social, el cuidado en el trato a cada participante y la exigencia continua en la mejora del servicio que ofrecemos.
Entre otros muchos sentimientos, siento este duelo, pues con Rosa se marcha también, además de cuanto ella trajo, lo que en ella hemos puesto y, honestamente, creo que es mucho, casi excesivo. En este contexto, escribir con los acordes de “Va pensiero” de fondo, permite que el pensamiento vuele, la emoción se afloje y resuene la nostalgia por lo que hasta ahora ha sido y no será, por lo que nos gustaría que hubiera sido, pero que en este tiempo no llegó a ser. No se trata de regodearse en la sensiblería (resulta difícil imaginar algo más opuesto a Rosa), ni pretendo fabricar finales felices con aperitivo de perdices sino, simplemente, nombrar un reconocimiento auténtico y un sentimiento propio, uno más junto a los sentimientos de cada uno de las compañeras y compañeros con los que compartimos la intensa, apasionante y compleja historia del CAI-Alicante.
Mientras tanto, la vida, tan poco respetuosa con los ritmos internos, nos empuja al siguiente acto: la mirada hacia un futuro que, por lo menos, en parte, está en nuestras manos. Tanto Rosa con su nuevo proyecto, como nosotros en la atención a las personas sin hogar de la ciudad de Alicante, tenemos mucho por hacer y motivos suficientes para sentirnos orgullosos de dedicarnos a ello. Desde lugares distintos y una entidad común, seguimos todos en la turbulenta arena de la acción social, con toda nuestra imborrable historia, todo nuestro coraje y toda nuestra ilusión.
Fidel Romero Salord
Técnico de Apoyo a Dirección del CAI-Alicante.
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