Investigadores de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (UCV) han concluido en una reciente investigación sobre alcoholismo que su consumo crónico afecta negativamente al cerebro de los jóvenes de una forma diferente al de los adultos.
Aunque la edad legal para beber alcohol en España está fijada en 18 años, Barcia advierte de que «la maduración neuronal y el cierre craneal completo se produce en torno a los 20 años, por lo que el consumo de ese tipo de bebidas antes de esa edad no es aconsejable».
Por ello, el investigador se ha mostrado partidario del retraso a los 21 años de la edad legal para el consumo de alcohol, como sucede en Estados Unidos, teniendo en cuenta, además, que «la edad promedio de inicio de consumo de alcohol en España se encuentra en los 13,7 años, según datos oficiales del Gobierno, a través de la Encuesta Escolar sobre Alcohol y Drogas en España (ESTUDES) 2010-2011».
Igualmente, Barcia ha asegurado que el alcohol «promueve cambios morfológicos y fisiológicos en el encéfalo» y ha apuntado que la investigación aporta un «nuevo dato sobre la configuración del cerebro adulto que no ha llegado a la madurez». A partir de ahora, «el trabajo que queda por delante es conocer cuál es el significado de este cambio», ha avanzado.
Por su parte, Francisco Javier Romero ha destacado que el problema del alcoholismo en los tiempos limítrofes a la edad adulta y el de los que abusan de su consumo son «especialmente relevantes» para intentar comprender los cambios que ocurren en el cerebro «antes de consolidar la situación de dependencia».
Para el catedrático de Fisiología, esta investigación añade una información «muy relevante» a lo que actualmente se sabe del sistema nitrérgico en relación con la adicción y, en concreto, «con la respuesta del cerebro joven al consumo abusivo de alcohol».
Para la realización de la investigación se ha utilizado un modelo animal de alcoholismo crónico muy prestigiado que permite comparar individualmente cada animal asignado al consumo de alcohol, con otro que ejerce de su control particular. Este modelo permite minimizar los efectos del alcoholismo que, en muchos modelos animales y también en los humanos, no son atribuibles al consumo de alcohol sino a otras causas como los déficits de vitaminas o nutrientes que padece el consumidor de alcohol, al sustituir calorías de su ingesta diaria por las calorías que le proporcional el alcohol.
Fuente: Europa Press
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