Según un trabajo que se publica en PNAS algunas persona tienen una mayor predisposición al alcoholismo que otras. Y el responsable, asegura la investigación, es una variante del gen RASGRF-2.
De acuerdo con la investigación coordinada por Gunter Schumann, del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres (Reino Unido) los adolescentes que son portadores de esta variación genética beben con más frecuencia a los 16 años que aquellos con ninguna variación en el gen, según una nueva investigación. «Encontramos que el gen RASGRF-2 juega un papel crucial en el control de cómo el alcohol estimula el cerebro para liberar dopamina y por lo tanto desencadenar la sensación de recompensa. Así que, si las personas tienen una variación genética del gen RASGRF-2, el alcohol les da un sentido más fuerte de la recompensa, haciéndolos más propensos a ser bebedores«, resume el profesor Gunter Schumann, del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres.
Se sabe que el alcohol y otras drogas adictivas activan el sistema dopaminérgico en el cerebro, que es el responsable de los sentimientos de placer y recompensa, y que, de acuerdo con este ensayo, aumentan en el caso de las personas con esta variación genética. Schumann señala que han visto que el citado gen desempeña un papel crucial en el control por el cual el alcohol estimula el cerebro para liberar dopamina y, por lo tanto, desencadenar la sensación de recompensa. «Así que, si las personas tienen una variación genética del gen RASGRF-2, la sensación de recompensa es mucho mayor, lo que les incita a seguir bebiendo», comenta Schumann.
Más consumo
El consumo de alcohol durante la adolescencia se ha incrementando en los últimos años; en Inglaterra, por ejemplo, aproximadamente 6 de cada 10 jóvenes de entre 11-15 años beben, una cifra que se ha mantenido relativamente estable durante los últimos 20 años. Sin embargo, el consumo excesivo de alcohol se ha vuelto más común: sólo en el Reino Unido, alrededor de 5.000 adolescentes son hospitalizados cada año por causas relacionadas con el alcohol.
En el trabajo, los investigadores primero analizaron el papel del gen en modelos animales. Así, estudiaron ratones sin el gen RASGRF2 para ver cómo reaccionaban al alcohol y detectaron que su ausencia estaba relacionado con una disminución significativa en la actividad de búsqueda de alcohol. Tras la ingesta de alcohol, la carencia del gen evitaba que el cerebro liberara dopamina en un área determinada del cerebro y tuviera cualquier sentido de recompensa.
Posteriormente, los investigadores comprobaron sus resultados gracias al análisis de escáneres cerebrales de 663 niños de 14 años de edad, que todavía no habían tomado grandes cantidades de alcohol: los resultados demostraron que los individuos con variaciones genéticas en el gen RASGRF2 tenían mayor activación del área estriado ventral del cerebro (que participa en la liberación de dopamina) al anticipar la recompensa en una tarea cognitiva. Esto sugiere, aseguran, que las personas con una variación genética en el RASGRF-2 liberan más dopamina cuando se anticipa una recompensa y por lo tanto obtienen más placer de la experiencia.
Para confirmarlo, los investigadores analizaron el comportamiento del mismo grupo de chicos a los 16 años, cuando muchos ya habían comenzado beber con regularidad. Los datos mostraron que aquellos con la variante del gen bebían con más frecuencia que el resto.
Para Schumann los resultados son muy relevantes porque permiten diseñar intervenciones preventivas dirigidas. «La identificación de factores de riesgo para el abuso de alcohol a temprana edad es importante en el diseño de las intervenciones de prevención y tratamiento de la adicción al alcohol».
Fuente: ABC y Europa Press